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Palabras de S.M. el Rey en la recepción al Cuerpo Diplomático acreditado en España

28.01.2021

Muchas gracias, Sr. Nuncio, por las amables palabras que ha pronunciado en su condición de Decano del Cuerpo Diplomático.

El pasado año, cuando me dirigí —como hoy— al Cuerpo Diplomático acreditado en el Reino de España, habría resultado difícil imaginar la forma tan drástica y dura en la que transcurriría el año. Deseo, por tanto, comenzar con un mensaje de afecto y solidaridad hacia todos los países que están sufriendo la pandemia y sus consecuencias. Y quiero, también dirigirlo personalmente a aquellos de ustedes que hayan perdido a algún ser querido por causa de la pandemia o que la hayan padecido personalmente la Covid-19.

Quiero transmitir igualmente un mensaje de gratitud, porque el Cuerpo Diplomático en su conjunto, al igual que otros servidores públicos, ha debido trabajar con especial intensidad para que la pandemia no causara más estragos y dolor. Esa colaboración diplomática, no siempre pública, ha demostrado su eficacia ayudando a muchos ciudadanos en su día a día, al tiempo que ha contribuido, en muchos casos, a salvar vidas.

En mi mensaje del año pasado mencionaba los retos más importantes que debíamos afrontar: la lucha contra el cambio climático, contra la desigualdad y la pobreza. Nos emplazábamos para un esfuerzo renovado en aras de una prosperidad compartida y sostenible.

La pandemia ha supuesto un indudable paso atrás en relación con muchos de los logros de las últimas décadas. Estamos inmersos en la peor crisis sanitaria desde la IIª Guerra Mundial.

Esta crisis ha demostrado de manera evidente la interdependencia que existe entre todos los pueblos y ciudadanos de la tierra. Y al hacerlo, nos ha recordado, una vez más, la importancia del multilateralismo para abordar los grandes asuntos y múltiples desafíos de la agenda internacional.

El compromiso de España con el multilateralismo y con NNUU en el contexto de la pandemia se ha manifestado con un aumento de nuestras contribuciones voluntarias a organizaciones clave como el Alto Comisionado para los Refugiados, el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Internacional de Migraciones o la Organización Mundial de la Salud, a la que, por motivos obvios, quiero hacer especial mención.

La lucha contra la pandemia ha sido el principal factor que ha marcado la política exterior española en el ámbito multilateral y, a este respecto, la OMS es una absoluta prioridad para España. España aboga por una reforma del sistema de salud global que lo haga más eficiente e inclusivo, en el que la OMS desempeñe un papel central que articule las diferentes iniciativas en materia de salud. Esa reforma deberá mejorar las capacidades de alerta, preparación, supervisión y asistencia de la Organización. Extraer las lecciones adecuadas de la experiencia traumática de la pandemia constituye una obligación y representa una muestra de respeto hacia quienes nos dejaron por causa de la Covid-19.

Para completar los esfuerzos de vacunación nacionales y contribuir al objetivo de la OMS de lograr la vacunación prioritaria de todo el personal sanitario y de la población vulnerable del mundo, el Gobierno de España aprobó la semana pasada un Plan de acceso universal de “vacunación solidaria”. El principal objetivo es garantizar un acceso equitativo a la vacuna. Como ya se ha dicho, “nadie estará a salvo hasta que todos estén a salvo”. España quiere que la UE lidere este esfuerzo global de solidaridad.

Sin duda, la pandemia ha tenido un grave impacto sobre nuestras sociedades. Por ello, en 2021 mantendremos nuestro compromiso activo con los ODS y la Agenda 2030, la promoción de los derechos humanos y la igualdad de género, la construcción de la paz, la lucha contra el terrorismo, la lucha para que los delitos graves contra la Humanidad no queden impunes, la acción humanitaria basada en principios y en la protección de los más vulnerables. También mantenemos nuestros objetivos en favor de la protección del medio ambiente, de la transición energética y el desarrollo de una transformación digital justa y equitativa.

No se trata solo de lograr la recuperación, sino de crecer mejor, de forma más sostenible e inclusiva. Estamos, además, ante una cuestión de justicia intergeneracional. España y la UE están plenamente comprometidas con la neutralidad climática y una transición justa hacia un modelo de producción basado en energías renovables. Sabemos que nada será posible sin la concertación y la coordinación de la comunidad global en su conjunto, objetivo en el que la diplomacia deberá concentrar muchos de sus esfuerzos en el futuro.

La protección y la promoción de los derechos humanos constituye otro elemento definidor de nuestra política exterior. España ha contraído amplias obligaciones en esta materia y se ha sometido a la supervisión que ejercen la práctica totalidad de los mecanismos internacionales de derechos humanos. Este compromiso internacional es el correlato de la legislación y las políticas públicas internas que han desarrollado y puesto en práctica el extenso catálogo de derechos y libertades contenido en nuestra Constitución.

Este compromiso con los derechos humanos abarca todos los ámbitos. Tenemos una presencia activa en los principales foros internacionales centrados en esta materia: el 31 de diciembre de 2020 finalizó nuestro segundo mandato como miembros del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y ya se ha tomado la decisión de presentar de nuevo nuestra candidatura a dicho órgano para el período 2025-2027.

También España ha trabajado activamente para garantizar la aplicación de los Pactos Globales sobre los Refugiados y sobre la Migración Ordenada, Segura y Regular. En el ámbito latinoamericano en particular, nuestro país ha impulsado una conferencia de solidaridad sobre los refugiados y migrantes venezolanos y asumimos la Presidencia de la Plataforma de Apoyo al Marco Regional sobre Protección y Soluciones al desplazamiento forzado en la región de Centroamérica y México.

La promoción y protección de los derechos de las mujeres y niñas en todo el mundo es también un pilar fundamental de la política exterior española. En coherencia con las aspiraciones de nuestra sociedad, España promueve avances en la situación de mujeres y niñas en el ámbito multilateral, en las relaciones bilaterales y a través de todos los instrumentos de nuestra política exterior.

La igualdad de género y la participación de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad siguen siendo un reto fundamental de nuestro tiempo, que se ha visto agravado por la Covid-19, con el riesgo de que se intensifiquen las desigualdades preexistentes. Por ello, España impulsó y obtuvo la adopción en la Asamblea General de Naciones Unidas de una Resolución sobre mujeres, niñas y COVID, con una hoja de ruta para abordar este problema.

Señoras y Señores Embajadores,
Vivimos en un contexto geopolítico cada vez más complejo, en el que los desafíos se multiplican: terrorismo, trata de seres humanos, ataques cibernéticos, desinformación o proliferación nuclear, por citar algunos ejemplos.

Por ello, es preciso que España sea un actor internacional capaz en la defensa y promoción de un orden global basado en normas, capaz de tomar sus propias decisiones junto a sus socios europeos sobre las cuestiones que nos afectan directamente.

En un mundo globalizado e interdependiente, la autonomía estratégica que impulsamos en el marco de la UE debe entenderse como un refuerzo de nuestra capacidad para actuar con los países aliados en asuntos de interés común.

En los Estados Unidos una nueva presidencia ha comenzado su mandato hace pocos días. Quiero felicitar a su recién investido presidente. Confiamos en que, junto a la nueva administración, sigamos estrechando los profundos vínculos históricos que nos unen y que abarcan los más variados campos —política, defensa, economía, cultura o sociedad—. Expreso mis mejores deseos para la presidencia del nuevo mandatario, con la convicción de que nuestras relaciones saldrán fortalecidas y enriquecidas.

La Alianza Atlántica es la expresión por excelencia del vínculo transatlántico, la única organización donde Europa, Estados Unidos y Canadá trabajan a diario en pro de nuestra seguridad colectiva. La inminente reforma del Concepto Estratégico de la OTAN es una muy buena oportunidad para trabajar en el refuerzo de las relaciones de los Aliados de ambos lados del océano y hacer frente conjuntamente a amenazas cada vez más variadas y poliédricas.

2021 presenta, de nuevo, una agenda de grandes desafíos para la Unión Europea. En un año que vendrá determinado por la prioridad de vacunar, la Unión deberá ser especialmente solidaria para paliar el impacto económico de la Covid-19. Europa ha articulado una respuesta que sitúa al proceso europeo en una nueva fase histórica. Ante esta grave crisis sanitaria, social y económica, nuestro continente ha optado por rediseñar los fundamentos de su ser político. España ha trabajado durante meses, junto con otros socios europeos, para forjar un consenso sin precedentes que ha alumbrado un Fondo de Recuperación y un nuevo Marco Financiero Plurianual que busca situar al ciudadano en el centro de las políticas comunitarias.

Por tanto, confiamos en que 2021 sea también el año de una recuperación que pondrá el énfasis en un crecimiento sostenible e integrador, marcado por el respeto al medio ambiente, la digitalización y la inclusión.

"...nuestro compromiso activo con la Agenda 2030, la promoción de los derechos humanos y la igualdad de género, la construcción de la paz, la lucha contra el terrorismo, la lucha para que los delitos graves contra la Humanidad no queden impunes, la acción humanitaria basada en principios y en la protección de los más vulnerables. También mantenemos nuestros objetivos en favor de la protección del medio ambiente, de la transición energética y el desarrollo de una transformación digital justa y equitativa... de forma más sostenible e inclusiva. Estamos, además, ante una cuestión de justicia intergeneracional. España y la UE están plenamente comprometidas con la neutralidad climática y una transición justa hacia un modelo de producción basado en energías renovables. Sabemos que nada será posible sin la concertación y la coordinación de la comunidad global en su conjunto, objetivo en el que la diplomacia deberá concentrar muchos de sus esfuerzos en el futuro..."

Quiero expresar el firme apoyo de España a nuestro querido país vecino, Portugal, que ostenta la Presidencia del Consejo de la Unión durante el primer semestre del año, en los esfuerzos por llevar a buen término esta recuperación. En particular, compartimos con la Presidencia el compromiso de avanzar en el desarrollo del Pilar Social Europeo: solo fomentando la dimensión social podremos lograr una recuperación verdaderamente inclusiva. La anunciada Cumbre Social de Oporto suscita las más altas expectativas.

Iberoamérica se articula una vez más como una de las dimensiones centrales de nuestra política exterior. En 2020 España ha sentido especialmente próximas las consecuencias que la crisis por la Covid-19 ha tenido en la región. Nos unen profundos vínculos históricos a los que se suma un permanente sentimiento de afecto.

Ante la adversidad, España e Iberoamérica hemos estrechado aún más nuestros lazos y es nuestro propósito continuar y reforzar este cometido en 2021 cooperando para avanzar también en la recuperación, sobre todo en ámbitos clave como el acceso a la financiación internacional y a la vacunación.

Los daños profundos de la pandemia se suman a los que han provocado los huracanes y grandes tormentas que nuevamente han azotado tan duramente a Centroamérica. La Reina se desplazó a Honduras, uno de los países más afectados, para trasladar la ayuda solidaria del pueblo español, así como nuestra voluntad de acompañar el proceso de reconstrucción.

Quiero hacer una referencia muy especial a las Cumbres Iberoamericanas. El próximo mes de abril, la XXVII (27) Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno tendrá lugar en Andorra. En un año, 2021, en el que se cumplirá el 30º aniversario del Sistema de Cumbres, nos enorgullece constatar cómo el Sistema Iberoamericano se articula como verdadero escenario privilegiado de concertación regional y multilateral, tan necesario en nuestros días.

En el plano bilateral y regional, confiamos en saber aprovechar mutuamente aún más todo el potencial de nuestras relaciones tan especiales. Perú y las Repúblicas centroamericanas y México conmemoran el bicentenario de sus independencias. España desea acompañar activamente estas celebraciones que deben permitirnos, no solo realzar un pasado común, sino también y, sobre todo, reiterar nuestra firme determinación de seguir contribuyendo al desarrollo y bienestar, presente y futuro, de sus pueblos y ciudadanos.

Estas conmemoraciones coinciden, además, con el 30 aniversario de la creación del Sistema de Integración Centroamericano-SICA y con el 35 aniversario de los acuerdos Esquipulas I que permitieron poner en marcha el proceso de paz en Centroamérica, lo que también nos brindará la oportunidad de reiterar el compromiso de España con la integración centroamericana y el fortalecimiento de sus instituciones y sistemas democráticos.

En una perspectiva igualmente relevante para nuestras relaciones con Iberoamérica como es la europea, también quiero expresar mi satisfacción por la finalización de las negociaciones para la modernización del Acuerdo Global UE-México. Esperamos que en 2021 podamos obtener los avances que deseamos en los acuerdos con MERCOSUR y con Chile.

Señoras y Señores Embajadores,
Este año de emergencia sanitaria nos ha recordado igualmente la importancia de nuestra vecindad inmediata. También aquí existen vínculos que van más allá de los lazos estrictamente económicos: son históricos, de proximidad geográfica y también de afectos entre nuestros pueblos y culturas. De especial significación será la nueva relación con un Reino Unido situado ya fuera de la Unión, y con quien deseamos tener un diálogo permanente en pos de objetivos e intereses compartidos.

España, junto con sus socios de la Unión Europea, trabaja para que el Cáucaso Sur sea un espacio de paz y concordia. De igual modo, anhelamos que un entendimiento constructivo nacional y regional pueda prevalecer en el Este de Ucrania y en Bielorrusia. Por otro lado, Rusia como gran actor global, seguirá siendo un país clave con el que trabajar para conseguir la estabilidad deseada. España y Rusia tienen tras de sí una larga historia de relación y aspiramos a desarrollarla en los múltiples ámbitos que las sociedades modernas requieren.

España, por geografía y por vocación, ve siempre en el Mediterráneo un espacio natural clave para nuestra seguridad y nuestro desarrollo.

En noviembre del año pasado, celebramos el XXV aniversario del Proceso de Barcelona con ocasión del V Foro regional de la UPM, que tuve el honor de inaugurar. Allí, los 42 países convocados pudimos hacer balance, sin nostalgia ni complacencia, del ambicioso proyecto que compartimos en 1995. Constatamos que el objetivo que nos propusimos entonces no ha perdido su pertinencia, pero requiere nuevos impulsos y compromisos. Ahora, como entonces, proclamamos nuestra voluntad de que el Mediterráneo se convierta en una zona de paz, estabilidad y prosperidad compartida.

La relación de España con los países del Magreb está marcada por la cercanía y la amistad. Confiamos en que la situación sanitaria nos permita retomar pronto la agenda de encuentros con Marruecos, Argelia y Túnez, con los que nos unen tantos intereses y retos compartidos. La evolución del diálogo en Libia nos permite albergar esperanzas en un Magreb plenamente estable y en paz.

En Oriente Medio, hemos saludado los acuerdos de normalización de relaciones entre Israel y varios países árabes. En este año en que se cumplirá el 30 aniversario de la Conferencia de Madrid, de 1991, que puso las bases del proceso de paz entre israelíes y palestinos, deseamos que se recupere ese espíritu de Madrid y se retomen las negociaciones con vistas al establecimiento de dos Estados, Israel y Palestina, viviendo en paz y seguridad. También hemos acogido con optimismo la normalización entre los países del Consejo de Cooperación del Golfo y esperamos que contribuya a la estabilidad, la cooperación y la confianza mutua en una región estratégica.

África está cada vez más presente en nuestra política exterior, con un peso creciente que refleja las grandes oportunidades que se abren en el continente. La última década ha sido para África en general un periodo de estabilidad, prosperidad y avance de la democracia y los derechos humanos. En todo ello ha tenido un papel esencial su pujante juventud, que seguirá alimentando e impulsando esos procesos en los años venideros.

Somos conscientes, por supuesto, de que junto a estas oportunidades subsisten grandes desafíos, comenzando por la pandemia y sus estragos. El pasado 2020 era el año marcado por la Unión Africana para silenciar las armas. Por desgracia, las armas no han dejado de llevar destrucción y miseria al Cuerno de África y al Sahel, y siguen surgiendo focos de violencia en otros puntos del continente. España también está junto a nuestros socios africanos en la respuesta a este desafío, desde Senegal hasta Somalia.

Este año que empieza asumiremos el mando de la misión de entrenamiento (EUTM) de la Unión Europea en Mali como prueba de nuestro compromiso firme con la paz en África. Y, puesto que no hay seguridad sin desarrollo, ni desarrollo sin seguridad, la Asamblea General de la Alianza Sahel, que agrupa a donantes bilaterales y multilaterales comprometidos con el desarrollo de la región, seguirá realizando su trabajo, presidida por España.

El pasado año tuve ocasión de referirme a la importancia de la interconexión de España con Asia y el Pacífico, fenómeno que tiene ya 500 años de historia. Asia se ha consolidado como un escenario dinámico e innovador, estimulado por una población joven y creativa comprometida con el futuro. Es lógico, por tanto, que nuestra mirada, española y europea, se vuelva hacia ese continente con todo el afán de construir una relación poderosa y fructífera, que nos dirija hacia un futuro compartido, próspero y pacífico.

En este nuevo año seguimos recordando afortunadamente una efeméride que atestigua la solidez histórica de nuestras relaciones. Me refiero a la conmemoración de la gesta de los navegantes Elcano y Magallanes, quienes 500 años atrás surcaron los océanos de América, el Pacífico y Asia culminando la primera circunnavegación del Orbe.

No quiero dejar de mencionar el interés que la lengua y la cultura españolas despiertan en Asia. España, país matriz de una cultura rica y diversa, continuará desplegando sus esfuerzos para promocionar y cultivar el idioma español y la cultura que en él se expresa, entre las nuevas generaciones de ciudadanos asiáticos que acuden a los centros del Instituto Cervantes o a los lectorados de español en las universidades de ese continente.

Queridos Embajadores y Embajadoras,
Comenzaba mi intervención diciendo que vivimos una crisis inédita en nuestro tiempo. Una crisis a la que debemos oponer una voluntad de superación aún mayor. Por eso, más que nunca, tenemos que mirar al futuro con una ambición renovada.

Si esta crisis ha supuesto un freno en nuestro progreso, estamos obligados a recuperar el camino con un esfuerzo redoblado en pos de los objetivos que mencionábamos, que ahora son verdaderamente inaplazables. Para esa inmensa tarea, la unión coordinada de esfuerzos constituye una herramienta fundamental. Y en esa labor, señoras y señores Embajadores, saben que siempre podrán contar con España como socio firmemente comprometido con la Comunidad Internacional.

Una Comunidad Internacional que se concreta en todos ustedes, un Cuerpo Diplomático que es testigo y a la vez protagonista de los cambios y transformaciones con un noble objetivo: el de ponerlos al servicio de un horizonte de prosperidad y paz para todos.

Al terminar, permítanme el placer de transmitirles mis mejores deseos para este nuevo año en el ejercicio de su misión diplomática; así como el honor de saludar respetuosa y amistosamente a los pueblos, Estados e instituciones que ustedes representan.

Muchas gracias.

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