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Palabras de Su Majestad el Rey en la entrega de despachos a la LXXI promoción de la Carrera Diplomática

Escuela Diplomática. Madrid , 04.02.2020

Me alegra mucho acudir de nuevo a nuestra Escuela Diplomática, que en dos años cumplirá su 80 aniversario, y es un honor para mí presidir este acto de entrega anual de despachos a la última promoción de secretarios de embajada; una tradición muy arraigada que se concreta en una ceremonia tan trascendente como grata y sobria.

Grata porque, además de entregaros personalmente el diploma o el Despacho, me permite daros a los jóvenes que ingresáis hoy en el servicio diplomático la más afectuosa enhorabuena; y daros también, de forma simbólica, la bienvenida al Estado.

Sois muy jóvenes —envidiablemente— pero maduros y capaces, formados y motivados para la responsabilidad.

Es sin duda una alegría compartir con vosotros este gran día de vuestras vidas junto a vuestras familias. Y es una ocasión que nos renueva la confianza en que la vocación de servir ─concretamente en este mundo de la acción exterior, de la diplomacia─, y de formar parte de la Administración Pública, sigue muy viva y continúa atrayendo talento joven.

Por tanto, a todos vosotros, a vuestros familiares, a quienes os han preparado para superar la oposición y a quienes os han formado en esta Escuela Diplomática durante el curso selectivo os felicito de corazón por vuestro éxito al tiempo que os expreso mi mayor reconocimiento por el esfuerzo que habéis realizado.

Esta también es una ceremonia trascendente, porque al incorporaros a partir de hoy al amplio mundo del Estado, de lo público, comenzáis a trabajar centrados y dedicados “en cuerpo y alma” a los intereses generales de los españoles.

Lo es asimismo porque, en vuestro caso, la labor que vais a desarrollar en favor del bien común no solo os hermana con el resto de empleados públicos, sino que también os singulariza por vuestros cometidos específicos en el contexto de las relaciones internacionales y de la representación del Estado en el exterior.

En efecto, por un lado, os sometéis a un régimen de obligada movilidad fuera de España, y por otro y contando con vuestra preparación, sois el cuerpo de la Administración General al que le están encomendadas las funciones de naturaleza política, diplomáticas y consulares en el Servicio Exterior del Estado.

"...Los principios y valores que impulsan lapolítica exterior de España son aquellos consagrados en nuestra Constitución. De manera que, al proyectarlos en el exterior, hacéis más universales el respeto a la dignidad humana, la libertad, la igualdad, la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos, la defensa y promoción del Derecho Internacional y el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra..."

Quiere esto decir, —y lo destaco delante de vuestras familias y amistades— que habréis de cambiar de casa, de país, de clima, de usos y costumbres, de condiciones de salud y seguridad, de lengua diaria, en esa tarea fascinante de promoción de los intereses y valores de España en el exterior.

Pero tengo la certeza de que afrontaréis todas esas circunstancias con entrega, satisfacción y aprovechamiento, en beneficio de España.

Pues cuando una persona opta por esta profesión ─una profesión que compromete todos los aspectos de la vida─ está en verdad respondiendo a una vocación profunda, a una fuerza genuina que será el resorte vital para afianzar siempre vuestro discurrir por el mundo. Como servidores públicos también tenéis el deber de desempeñar vuestras tareas con arreglo a un código de conducta y a unos principios éticos fundamentales.

Sabéis bien que los principios y valores que impulsan la política exterior de España son aquellos consagrados en nuestra Constitución. De manera que, al proyectarlos en el exterior, hacéis más universales el respeto a la dignidad humana, la libertad, la igualdad, la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos, la defensa y promoción del Derecho Internacional y el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

Sabéis también que os integráis en una profesión secular que en sus orígenes está ligada al nacimiento de la diplomacia en nuestro continente europeo, y que es deudora de la política exterior a la vez que de nuestra geografía y de una historia que es una de las más antiguas del mundo.

Y tenemos siempre muy presente que, junto a la labor diplomática cuyos frutos redundarán en favor de los intereses y valores de España, asumís el alto cometido de la asistencia y protección de nuestros compatriotas en el extranjero, una labor que la sociedad española, cada vez más volcada al mundo exterior, valora y agradece.

Muchas de las cosas que acabo de deciros sobre vuestro porvenir inmediato las hemos visto y constatado la Reina y yo en numerosos viajes al extranjero donde invariablemente contamos con el extenso, dedicado y muy profesional Servicio Exterior de España en sus labores de diplomacia política, económica, de defensa, cultural y de cooperación internacional, así como consular.

En esta trayectoria que ahora iniciáis todos tenéis derecho a una promoción profesional que no debe descuidar la formación continuada, de la que esta Escuela Diplomática seguirá siendo durante vuestro desempeño laboral el mejor referente. Una promoción que en vuestro caso podrá culminar con la representación y máxima autoridad de nuestro país ante el Estado receptor como Embajadores de España.

Termino ya estas palabras deseándoos a todos, las mujeres y hombres a quienes acabo de entregar el título con el nombramiento de funcionario de la carrera diplomática, lo mejor en vuestra trayectoria profesional, con la confianza en que volveré a tener la oportunidad de estrechar vuestra mano en cualquier rincón del mundo. Podré contar, como Jefe del Estado ─al igual que el resto de instituciones─, con vuestra ayuda, conocimiento y apoyo técnico; podré, quizás, animaros en vuestros cometidos; y espero tener muchas oportunidades para poder agradeceros vuestro compromiso con España y vuestro servicio al pueblo español, especialmente en el ámbito de nuestra política exterior y nuestras relaciones internacionales.

Os reitero mi más sincera y calurosa felicitación.

Muchas gracias.

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