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Palabras de S.M. el Rey en la entrega de los Premios Nacionales de Cultura 2017

Museo Nacional del Prado. Madrid, 19.03.2019

Asistir al acto de entrega de estos Premios Nacionales, siempre, a la Reina y a mí nos anima y nos alegra de manera especial. Y es que nos reúne en torno a algo tan profundamente humano y que realmente nos define como tales: la Cultura. Y dentro de la inmensa variedad y diversidad que la componen en el mundo, celebramos la nuestra ─también, a su vez, rica y diversa─ honrando y premiando hoy a los exponentes creativos que han sido elegidos por el jurado, y animados por ese espíritu tan especial que define e identifica al mundo de la creación artística y literaria.

La Reina y yo comprobamos cómo cada convocatoria favorece la reunión de personas y trayectorias tan excelentes en una de las citas más destacadas del año. Y no nos debe extrañar, pues nuestra cultura es una auténtica columna vertebral de España.

Nos encontramos además en un lugar muy apropiado para celebrar o reconocer la creatividad. El Prado es España y no podemos dejar de recordar en este acto de Estado a todas las personas que han hecho posible, con su compromiso y esfuerzo inteligente, que nuestro país encabece y lidere las listas de las mejores pinacotecas del mundo.

Junto a la Reina y todos aquí, recordemos hoy el trabajo, la lealtad y el apoyo de José Pedro Pérez-Llorca, presidente del Patronato de este Museo, recientemente fallecido. Pero José Pedro Pérez-Llorca quedará en la memoria de los españoles, sobre todo, por ser uno de los padres de nuestra Constitución. Su incansable labor política, jurídica y diplomática al servicio de nuestro país contribuyó a hacer de España la nación moderna y avanzada que es hoy. Todos le debemos agradecimiento y respeto. Sirvan, pues, estas palabras de sentido homenaje a su obra y a su persona.

El Museo del Prado cumple 200 años, y bien merece que lo celebremos. Como Presidentes de Honor de la Comisión Nacional para la celebración del II Centenario del Museo, queremos deciros que tenemos muchas razones para estar orgullosos. Aquí se halla una de las mejores colecciones del mundo, y en este aniversario tan relevante debemos tener muy presente que un museo no es un álbum de vestigios del pasado sino un lugar lleno de vida y emoción. Lo prueba el hecho de que en cada visita aprendemos algo más, y, muchas veces, salimos emocionados por un nuevo detalle. La obra humana permanece viva y llena de significado a lo largo del tiempo mientras sigan existiendo personas sensibles para apreciarla.

Y para el cultivo de esa sensibilidad, es imprescindible que la creación artística sea posible, que pueda desarrollarse con libertad en busca de la belleza y la excelencia. Por eso es tan importante el trabajo que realizáis cada uno de vosotros en vuestras diversas disciplinas. Y por eso os estamos tan agradecidos.

Ya que estamos en un lugar tan especial, quiero detenerme en algunas obras de este Museo que me parecen muy apropiadas para el día de hoy y que pueden iluminar más el significado de esta celebración.

Una de las joyas de la colección es la serie Los sentidos, una colaboración entre Rubens y Brueghel el Viejo. Los conocéis sin duda: se trata de una serie de cinco cuadros dedicados a La Vista, El Oído, El Gusto, El Tacto y El Olfato que se reparten en sendas escenas alegóricas.

"...Hoy es un día en el que celebramos tanto los hitos de la creación española como la dedicación y el ejercicio cotidiano que los hacen posibles. Los premios que hoy hemos entregado son el resultado de mucho esfuerzo, mucha imaginación y mucha inspiración. Estas son facultades necesarias para la vida, no solo para la creación artística. Todos nuestros empeños exigen que pongamos en ellos el corazón, que demos lo mejor de nosotros y, a la vez, que estemos dispuestos a recibir lo inesperado, que le demos una oportunidad al mundo de la imaginación, que tanto tiene que decirnos cuando nos paramos a escucharla...."

Las cinco tablas son un prodigio del detalle, la expresividad y el color, y, gracias a la maestría de sus autores, transmiten nítidamente el mundo sensorial en el que nos movemos. Con su colección de flores, de instrumentos, de animales, bustos y tejidos, parecen inventarios de las riquezas del mundo. Estos óleos evocan la belleza que tenemos al alcance de la mano, y que llega a nosotros bajo las apariencias más diversas. En ellos, la abundancia de los elementos es tal que podríamos pasar horas contemplándolos sin agotar sus sorpresas y admirando la entrega con la que ha sido pintada cada camelia, cada pavo real, cada medallón, cada rostro.

Lo que transmiten Rubens y Brueghel en estos cuadros está muy cercano a lo que conseguís vosotros en vuestros respectivos campos, lo que os ha hecho despuntar con vuestro trabajo. Como aquellos grandes pintores, habéis sabido traducir la experiencia común de vivir a un lenguaje propio que lleva vuestra huella inconfundible. Y creo que cada uno podríais encontrar, entre todo el abanico de símbolos que aparecen en la serie, aquel que representa mejor vuestra destreza, vuestra vocación y vuestra manera de afrontar la vida.

También os invito a que nos detengamos ahora en Las Meninas. Es seguramente uno de los cuadros más célebres del Museo, y estar ante ese icono de la pintura española es siempre para cualquier visitante una experiencia especial y emocionante.

De ese cuadro extraordinario, sin tenerlo ahora enfrente, somos capaces de recordar con fidelidad su composición magistral, y al mismo tiempo nos sentimos impresionados cada vez que volvemos a verlo. Parte de este efecto maravilloso se debe a que Velázquez, en su genialidad, consigue incluirnos en el cuadro e invitarnos a participar, desde dentro, de su actividad como pintor.

También vosotros compartís ese impulso de Velázquez, la generosidad de permitir que el público se asome a vuestro trabajo y se sienta dentro del mismo. También vosotros os habéis expuesto y habéis experimentado, y eso tiene un valor que se añade al magnífico resultado de vuestro trabajo.

Hoy es un día en el que celebramos tanto los hitos de la creación española como la dedicación y el ejercicio cotidiano que los hacen posibles. Los premios que hoy hemos entregado son el resultado de mucho esfuerzo, mucha imaginación y mucha inspiración. Estas son facultades necesarias para la vida, no solo para la creación artística. Todos nuestros empeños exigen que pongamos en ellos el corazón, que demos lo mejor de nosotros y, a la vez, que estemos dispuestos a recibir lo inesperado, que le demos una oportunidad al mundo de la imaginación, que tanto tiene que decirnos cuando nos paramos a escucharla.

Es por tanto una ocasión perfecta para recordarnos que la cultura y el arte no son compartimentos estancos ni son ajenas a las vivencias cotidianas. La cultura es nuestra manera de acercarnos a las cosas, es la interpretación que le damos a lo que nos pasa, y es también un entrenamiento para enfrentarnos al futuro. Por estos motivos los premiados, al acometer sus trabajos con libertad y amplitud de miras, suponen una inspiración para el conjunto de la sociedad.

Y vuestra obra no sólo nos enriquece a nosotros, vuestros contemporáneos, sino que los trabajos de hoy son los pilares de los trabajos del mañana. Es adecuado recordar esto en el Museo del Prado, un lugar donde la tradición nos recuerda, una vez más, que hemos recibido un legado inmensamente rico, pero también que tenemos la oportunidad de concebir la herencia del futuro. Cada obra nueva es una fuente de posibilidades, una potencialidad por desarrollarse. Tenemos en nuestras manos numerosos instrumentos; usémoslos bien.

Todos vosotros estáis aquí porque habéis sido capaces de desarrollar con esfuerzo, con pasión y con excelencia, el talento que os distingue. En algunas disciplinas, ello entraña incluso un innegable riesgo, y en el día de hoy quiero transmitir, en nombre de todos, nuestro saludo y reconocimiento al diestro ─y premiado─ Enrique Ponce, que no está hoy aquí porque ayer sufrió una grave cogida en la ciudad de Valencia. Confiamos en que recupere pronto y plenamente.

Y termino mis palabras, expresándoos nuestra más calurosa enhorabuena y también nuestra gratitud permanente.

Muchas gracias.

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