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Palabras de Su Majestad el Rey al recibir el XXVII Premio Convivencia de la Fundación Profesor Manuel Broseta

Palacio de la Generalitat de Valencia , 18.01.2019

<em>“Ens reunix hui en aquest saló del Palau de la Generalitat Valenciana el record de Manuel Broseta Pont, jurista, professor i home d’Estat.”

El 15 de enero de 1992, hace ahora 27 años ETA asesinó al Consejero de Estado Manuel Broseta en su querida facultad de Derecho de la Universidad de Valencia.

Al recordarle y honrarle hoy, no quiero olvidar, ni dejar de honrar también, a todas las víctimas, pero concretamente a las otras 25 que fueron ese año de 1992 asesinadas por la misma banda terrorista.

La figura de Manuel Broseta, a quien recordamos hoy de manera particular, es la personificación del compromiso y el esfuerzo para unir a personas y colectividades que conforman nuestra sociedad en un proyecto común. El talante abierto y dialogante de quien era un europeísta convencido y un activo militante por la convivencia entre los españoles fue clave para la construcción de nuestra España democrática. Y su papel como senador y como titular de la Secretaría de Estado para las Administraciones Territoriales lo sitúan en la historia como uno de nuestros hombres profundamente comprometidos con el Estado.

En este sentido, el pueblo valenciano junto a todo el pueblo español es hoy deudor del trabajo de Manuel Broseta y de tantos otros españoles en la construcción de un modelo de convivencia basado en la libertad, el pluralismo y el Derecho. Un modelo que, con la mirada también puesta en Europa, buscó construir un espacio de concordia, progreso y libertad donde todos los españoles tuvieran cabida.

Sin duda, fue un notable acierto que la sociedad valenciana, desde el dolor y la dignidad, pero con la vitalidad y optimismo hacia el futuro, que él mismo demostró en vida, instituyese entonces un Premio dedicado a reconocer el compromiso con los valores democráticos, con la tolerancia, la libertad y la justicia; y que lo hiciese para recordar anualmente la obra y la figura del profesor Broseta. Esta Fundación, íntimamente enraizada en Valencia, es así muestra de los mejores valores de una tierra que, en toda España, apreciamos por su dinamismo y su solidaridad, cualidades que, generosamente, siempre ha sabido proyectar al resto de nuestro país.

Enhorabuena, así pues, a la Fundación por la trayectoria de este galardón y por su fidelidad en la promoción de los principios y valores que encarna y simboliza. Unos principios que la Corona respalda e impulsa en todo momento y que esta Fundación siempre ha querido reconocer. Precisamente, hace dos años y con ocasión de su 25º aniversario, me fue entregada su Medalla de Oro; y el Premio que hoy recibo fue además otorgado anteriormente a Sus Majestades los Reyes Juan Carlos y Sofía.

La larga lista de personalidades con las que desde hoy comparto este prestigioso galardón es realmente importante; desde Mijail Gorbachov a Malala Yousafzai, pasando por Adolfo Suárez, los redactores de nuestra Constitución o el pueblo de Ermua, Felipe González y tantos otros.

En anteriores ediciones de este Premio se ha reconocido, entre otros altos méritos, la lucha y el compromiso de quienes, desde la democracia, plantaron cara y resistieron a la amenaza del terrorismo que, en sus múltiples manifestaciones, busca brutalmente negar la dignidad de la persona y sus derechos más fundamentales; y con ello, frustrar el mismo derecho del conjunto de la sociedad a vivir en democracia. Nuestra democracia y nuestra convivencia tiene con todas las victimas una gran deuda. Honremos siempre con dignidad y emoción su memoria, como bien hacéis en esta Fundación.

"...sin duda, fue un notable acierto que la sociedad valenciana, desde el dolor y la dignidad, instituyese entonces un Premio dedicado a reconocer el compromiso con los valores democráticos, con la tolerancia, la libertad y la justicia; y que lo hiciese para recordar anualmente la obra y la figura del profesor Broseta. Esta Fundación, íntimamente enraizada en Valencia, es así muestra de los mejores valores de una tierra que, en toda España, apreciamos por su dinamismo y su solidaridad, cualidades que, generosamente, siempre ha sabido proyectar al resto de nuestro país..."

Otras personas galardonadas han sido algunas que, de manera muy destacada, contribuyeron a la construcción de nuestro vigente Estado de Derecho y a nuestra integración en la casa común europea. Y, en este momento histórico, también es muy necesario reiterar la importancia de los principios que inspiran la construcción europea que han cimentado el mayor período de paz y progreso del continente en los últimos siglos.

En suma, todos los galardonados han sido personas o colectividades comprometidas siempre con la construcción de una sociedad más justa y más libre, y sus nombres, obra y prestigio exigen la mayor responsabilidad a quien lo recibe. La historia de esta distinción traza con claridad el compromiso de los valencianos con una sociedad mejor.

Señoras y señores,
Hace unas semanas, en el Salón Columnario de la Llotja, tuve la oportunidad de señalar que un país se construye día a día, con el esfuerzo continuado de todos y con la mirada puesta en el mañana. Durante 40 años los españoles nos hemos esforzado individualmente, pero también de manera colectiva, en la construcción de un país donde los ciudadanos puedan desarrollar en libertad su personalidad, ejercer sus derechos y atender sus deberes. Esta es la base de nuestro progreso, y la Constitución es, justamente, el marco que ha permitido el desarrollo extraordinario que nuestro país ha experimentado.

En los tiempos en que vivimos es cuando adquieren todo su valor los principios que hoy honramos. El compromiso con los valores constitucionales y democráticos —que son el fundamento de la paz social y el orden político— nos cohesiona y fortalece como sociedad ante los retos que tenemos por delante.

Precisamente, la pasada Nochebuena me dirigí a los españoles con un mensaje centrado en la necesidad de la convivencia, que se fundamenta en la cohesión social y en el respeto a las personas, a las ideas y a los derechos de los demás en un contexto de diversidad y pluralismo; una convivencia que es frágil, que no nos podemos permitir perder y que requiere que cuidemos en todo momento los vínculos que nos unen y que nos han de unir siempre; una convivencia generosa cuyo germen, en última instancia, se aloja en lo más profundo de nuestro ser, pero por la que hay que trabajar todos y cada uno de los días.

Señoras y señores,
Es un honor recibir este Premio de la sociedad valenciana, concedido por un insigne jurado, y compartirlo con todos los ilustres galardonados anteriores. Lo recibo con humildad y con enorme gratitud.

Se trata, sin duda, de un reconocimiento a la Corona, que tiene entre sus fundamentales razones de ser la promoción y la defensa de los valores constitucionales. Pero este reconocimiento con el que me habéis honrado tiene también para mí una honda significación personal que quiero expresar y compartir con todos:

Porque los principios que el “Premio Convivencia” ensalza están enraizados en lo más profundo de cada individuo, de cada persona; y desde ahí se proyectan y se impulsan a través de la labor indispensable de las Instituciones. La certeza de que sin convivencia no existe verdadera libertad no procede solo de la constatación de una realidad política o social, sino de un previo e íntimo convencimiento ético y moral.

Sé que en la concesión de este Premio hay mucho de afecto y de cariño, que sinceramente agradezco. Pero también sé bien que hay un mandato de conciencia y un compromiso irrenunciable que me vinculan y me obligan.

Es así, como persona y como Rey, como siento verdaderamente este reconocimiento que tanto me enorgullece; porque al aceptarlo renuevo una vez más mi compromiso —mi firme compromiso— con los valores fundamentales de la España democrática.

Muchas gracias.

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