Buenos días a todos. Gracias por invitarme a este seminario otro año más, gracias por permitirme apoyar algo que me concierne y me importa y no sólo por mi posición institucional: el lenguaje, la comunicación, nuestra lengua... Hasta San Millán de la Cogolla habéis venido periodistas, filósofos, catedráticos, directores de comunicación de varias empresas y también políticos... Hay muchas preguntas sobre la mesa y dos días de debate. Así que poco podría aportar yo si no es el deseo sincero de que la reflexión conjunta que hagáis sobre el lenguaje claro sea exitosa.
Ya veréis vosotros si debe o no sacrificarse todo a la claridad o si ser claro significa ser simple o si dejamos la abstracción, la suntuosidad de adjetivos y la complejidad semántica sólo a los textos académicos y literarios y buscamos la sencillez y la concisión en los informativos, los jurídicos y los administrativos.
He hecho el ejercicio de acudir a un periódico cualquiera a detectar posibles faltas de claridad. Y claro, hay de todo. Abundan verbos como "se desata", "estalla", "se rebelan", "arrasa" o "arranca" para referirse a asuntos de índole diversa. Quizá, y lo sabréis mejor vosotros, el trazo que dibujan estos verbos sea grueso. Quizá, y para construir el relato periodístico, la realidad requiera, o no, un lenguaje más apacible aunque no menos riguroso.
Pero como puede que no haya sido demasiado clara en lo que acabo de decir, sugiero que la catedrática Adela Cortina nos ilumine ya con su conferencia y os ruego que en las conclusiones dibujéis, seguro que con claridad, un mapa confiable que guíe a quienes, con sus textos, afectan de forma a veces profunda la vida de muchas personas. Gracias y que vaya bien.