Hace dos años me dirigí por primera vez a esta Asamblea General como Rey de España. Siento en este momento el mismo honor y la misma responsabilidad que en aquella ocasión, porque Naciones Unidas es el foro universal para la paz y el progreso de la Humanidad; el lugar donde debemos asegurar el futuro de nuestro Planeta.
Así lo entiende el pueblo español y así nos lo demanda. Y hoy no podemos defraudar a los miles de millones de personas que, como la sociedad española, creen en los principios, valores y propósitos de la Carta de San Francisco y de la Declaración que promovió España el año pasado en defensa de lo que representa NNUU. Con esta Declaración quisimos decirle al mundo que la Carta no solo fue un faro que alumbró los tiempos oscuros del pasado, sino que también ilumina nuestro presente y nuestro porvenir.
Es la luz hacia la que se dirigen las miradas de los niños en los campos de refugiados, de las madres que protegen a sus hijos de las olas en la travesía del Mediterráneo y que tanto nos conmueven; es la esperanza de quienes han perdido a sus seres queridos en catástrofes naturales o causadas por el hombre, de quienes defienden los derechos humanos y nuestra dignidad común y son por ello perseguidos, de las víctimas del terrorismo en todas sus despreciables formas.
Es, asimismo, la fuente que ha inspirado la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la que todos nos hemos comprometido a terminar con el hambre y la pobreza extrema y a consolidar un modelo de desarrollo en el transcurso de una generación. España ha hecho precisamente de la Agenda 2030 fuente de inspiración de nuestra acción interior y exterior. Debemos combatir la desigualdad y trabajar por un modelo económico que favorezca la prosperidad compartida y proporcione oportunidades de empleo a los jóvenes y, en general, a quienes más han sufrido los efectos de la crisis durante estos años. Nadie debe quedar atrás por nuestra acción o por nuestra omisión.
Es también fundamental, para avanzar en esa causa que a todos nos concierne, la lucha contra los efectos del cambio climático. Me satisface subrayar que hace casi un año, en París, fuimos capaces de alcanzar un acuerdo crucial al respecto. Su cumplimiento es una prioridad ineludible para todos y de ello habremos de rendir cuentas ante las generaciones presentes y futuras. La próxima COP22, que se celebrará en Marruecos, será una oportunidad magnífica para reforzar nuestro compromiso.
La Carta es, finalmente, la luz que hoy ilumina a Colombia. Los españoles nos alegramos por el acuerdo alcanzado en el proceso de paz en ese querido país con el respaldo decidido de nuestro gobierno, tanto en el plano bilateral como en el multilateral, y que nuestro Congreso de los Diputados ha apoyado unánimemente. España seguirá al lado del pueblo de Colombia para que los frutos de la paz lleguen a todos los colombianos, que tendrán la última palabra en el plebiscito previsto para el próximo 2 de octubre.
Señor Presidente,
Las dimensiones, europea, iberoamericana y mediterránea son constitutivas del ser español y una muestra de nuestra vocación universal. Somos uno de los países que con más intensidad ha contribuido al devenir de la Historia y estamos orgullosos de haber realizado grandes aportaciones al acervo común de la Humanidad.
Precisamente este año conmemoramos el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, genio de la literatura universal que supo transmitirnos su convencimiento de que vivir con nobleza y generosidad es la mejor manera de ser y de actuar en el mundo. Para nosotros, hijos de Cervantes, saber vivir significa también, y sobre todo, saber convivir. Pues cuando juntos convivimos en un marco democrático que salvaguarda nuestros derechos y libertades ─tan arduamente conquistados─ con respeto a nuestra diversidad, es cuando damos lo mejor de nosotros mismos; y cuando más y mejor contribuimos a la paz, la seguridad y la prosperidad de la Comunidad Internacional. Y así lo vamos a seguir haciendo.
Todas las democracias avanzadas como España atraviesan en algún momento de su historia coyunturas complejas. Pero las superan por la fortaleza y cohesión de su sociedad, la solidez de sus instituciones, la vigencia de su sistema de libertades; por su firme convicción en que las diferencias se superan con voluntad de acuerdo dentro del respeto a las reglas que se han dado. El pueblo español ha demostrado a lo largo de las últimas décadas que ha hecho suyos ─con espíritu constructivo─ los valores del diálogo, del compromiso, del sentido del deber y de la solidaridad; esos valores son los que convierten a las naciones en referencias de libertad en todo el mundo e impulsan el progreso y el bienestar de sus ciudadanos.
Los españoles siempre hemos superado los tiempos difíciles. También tras haber sido golpeados por una dura crisis económica de alcance global, en la que nuestra sociedad ha demostrado una enorme capacidad de superación. Tenemos que seguir impulsando la recuperación y afianzar su continuidad sobre bases firmes y amplias; así como salvaguardar y mejorar el Estado del bienestar y un modelo de crecimiento realmente sostenible; diversificando nuestra presencia exterior y, ante todo, prestando especial atención a quienes más han sufrido y todavía padecen los efectos de esa recesión.
Señor Presidente,
La presencia de España en el Consejo de Seguridad durante el bienio 2015−2016 demuestra que nuestro país asume sus responsabilidades, cumple con sus compromisos y participa constructivamente en la búsqueda de soluciones a los problemas que hoy nos acucian.
Entre ellos, los grandes desplazamientos de personas, que son un signo dramático de nuestro tiempo al que, precisamente, estamos dedicando aquí una especial atención durante esta Semana Ministerial.
España encara la recta final de su mandato en el CS trabajando con determinación, responsabilidad y transparencia, guiada por el afán de lograr compromisos aceptables y eficaces para prevenir conflictos y resolver los existentes. Hemos liderado iniciativas en el ámbito humanitario y fomentamos la participación creciente de la mujer, justamente, tanto en la prevención de conflictos, como en la construcción y consolidación de la paz, combatiendo con ahínco las violaciones y abusos contra su libertad y su dignidad.
En el futuro inmediato, y en el marco de un proceso abierto e inclusivo, procuraremos una resolución para prevenir que las manos de actores no estatales o terroristas tengan acceso al flujo de armas que alimenta su capacidad de agredir o cometer atentados. Procuraremos asimismo avanzar en la cooperación judicial internacional contra el terrorismo y reforzar las medidas contra la violencia sexual en conflictos.
"...Todas las democracias avanzadas como España atraviesan en algún momento de su historia coyunturas complejas. Pero las superan por la fortaleza y cohesión de su sociedad, la solidez de sus instituciones, la vigencia de su sistema de libertades; por su firme convicción en que las diferencias se superan con voluntad de acuerdo dentro del respeto a las reglas que se han dado..."
Señor Presidente,
Durante este periodo en el CS hemos confrontado a diario crisis que conmueven nuestras conciencias y ante las que, a pesar de tantas frustraciones, nos negamos a caer en la resignación.
Cinco años y medio de conflicto en Siria han causado la muerte de más de 300.000 personas, el desplazamiento forzoso de más de la mitad de su población y dividido el país con serio riesgo de fragmentación irreversible. Se ha puesto en peligro la estabilidad de toda la región; especialmente de las naciones vecinas, cuya generosidad a la hora de acoger a los refugiados sirios es de justicia reconocer. Lamentamos la ruptura del acuerdo de alto el fuego y expresamos nuestro pésame por las víctimas, especialmente entre el personal humanitario. Esperamos y hacemos el llamamiento a que se recupere el cese de hostilidades. En este contexto, España trabaja para mejorar la asistencia humanitaria; no hay solución militar al conflicto, y la solución política debe preservar la unidad del país en un marco inclusivo y democrático.
Irak sufre los embates del terrorismo de Daesh, en retirada ya por la perseverancia del gobierno iraquí y el apoyo de la coalición internacional en la que participa España. Reitero nuestro pleno respaldo al gobierno de Irak en sus esfuerzos por construir un país democrático en el que convivan los miembros de todas las confesiones religiosas e identidades étnicas, y en el que se respeten los derechos de las personas y el principio de integridad territorial.
No nos resignamos tampoco ante otras situaciones que aparecen enquistadas, ya sea en Yemen, Libia o Afganistán.
España apoya los esfuerzos de Naciones Unidas en favor de una solución política, justa, duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del pueblo del Sahara Occidental en el marco de disposiciones compatibles con los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas. El Consejo de Seguridad renovó en abril por un año el mandato de la MINURSO. A este respecto, España saluda el restablecimiento de las capacidades de la misión, en cumplimiento de lo estipulado por el CS en la resolución 2285. Animamos a las partes a retomar el diálogo con vistas a resolver finalmente este contencioso.
España ha reforzado sus relaciones con el continente africano, cuya pujanza y dinamismo saludamos y al que prestamos una atención especial y preferente. Seguimos con preocupación el desarrollo de los conflictos en Sudán del Sur, Mali, Somalia y la República Centroafricana. En los tres últimos países hay desplegados militares españoles en el marco de las operaciones de la UE; como los tenemos también en diversas misiones de NNUU. Al recordarlos aquí, quiero rendir homenaje a todos los cascos azules que, a veces con el precio de sus propias vidas, trabajan por la paz en las misiones desplegadas en todo el mundo. Es justo reconocer la labor de los organismos subregionales, como La Unión Africana y otros, que también prestan un servicio extraordinario al mantenimiento de la paz en el continente, un éxito al que España seguirá contribuyendo activamente.
Señor Presidente,
En un mapa del mundo donde abundan las sombras también hay espacios para la esperanza. España saludó el acuerdo sobre el programa nuclear iraní y celebramos asimismo la verificación del cumplimiento por parte de Irán de las condiciones que pusieron fin al régimen de sanciones y abrieron la puerta a un nuevo régimen comercial con restricciones tasadas. Nuestro país coordina con rigor el examen de las peticiones de operaciones comerciales.
Pocas noticias serían más esperanzadoras que la reanudación de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. En este año en que se cumplen los 25 desde la Conferencia de Madrid, España apoya la celebración de una conferencia internacional que ayude a impulsar la negociación de las partes. La solución de dos Estados con fronteras seguras mutuamente acordadas es la única fórmula para una paz justa y duradera; la negación y el enfrentamiento entre comunidades deben dar paso a una coexistencia pacífica. En este contexto, España promoverá iniciativas para impulsar la concordia de las sociedades civiles de ambas partes.
En nuestro continente, Ucrania vio violada hace dos años y medio su soberanía, independencia e integridad territorial. La UE, Ucrania y Rusia debemos ser capaces de encauzar nuestras relaciones en beneficio mutuo y de la seguridad y prosperidad europeas, en unos términos respetuosos con los principios del Derecho Internacional y los valores de la democracia.
España sigue con gran preocupación las graves y reiteradas violaciones del régimen de no proliferación por parte de la República Popular y Democrática de Corea. Hacemos un llamamiento para que concentre sus esfuerzos en la búsqueda sincera de un clima de entendimiento y diálogo con la comunidad internacional.
En cuanto a la Unión Europea, el gran proyecto de convivencia que encarna se encuentra hoy en una decisiva encrucijada. Como decía Jean Monnet, el proyecto europeo no es un hecho que nos es dado, sino que hemos de crearlo cada día, sobre la base no solo de una comunidad de intereses, sino de personas. La UE es un acto de voluntad y de confianza en la capacidad de nuestros pueblos para superar errores pasados, sobre los que no hemos de recaer. Su continuidad y fortalecimiento son fundamentales para la paz y prosperidad en nuestro continente y son un factor enormemente positivo, por su ejemplo y por el despliegue beneficioso de sus capacidades, para el conjunto de las NNUU. Nadie saldría beneficiado de su paralización o de su fracaso.
Los españoles nos sentimos orgullosos de pertenecer a la UE, de la que hemos obtenido beneficios innegables y a la que hemos realizado importantes aportaciones llegando a asumir no pocos sacrificios en los momentos en que ha sido necesario por el bien común europeo. Por ello, en las actuales circunstancias estamos dispuestos a seguir en la vanguardia de su profundización en todos los ámbitos.
Como España siempre ha hecho desde esta tribuna, no puedo dejar de recordar que Gibraltar es la única colonia existente en territorio europeo. En cumplimiento del mandato de NNUU invito al Reino Unido a poner fin a ese anacronismo con una solución acordada entre nuestros dos países que restablezca la integridad territorial de España y resulte beneficiosa para la población de la colonia y del Campo de Gibraltar.
Señor Presidente,
Este año expira el último mandato del SG de NNUU, Sr. Ban Ki-Moon, a quien quiero expresar el reconocimiento de España por su destacado servicio, así como mi aprecio y gratitud personal. España saluda los criterios de transparencia y participación que deben guiarnos en la selección de quien le suceda. Confío en que sabremos hacer la mejor elección posible.
Concluyo ya. España es candidata al Consejo de DDHH para el período 2018-2020 y para ello pido su apoyo. La promoción y la defensa de los derechos humanos son un signo distintivo de nuestra acción exterior. Estamos particularmente comprometidos con la igualdad de género, con el derecho al agua potable y al saneamiento, con los derechos de las personas con discapacidad y con la lucha contra el racismo, la xenofobia y los delitos de odio.
Las NNUU tienen en España a un miembro comprometido con los valores que esta Organización encarna y sabemos que cuentan con nosotros para afrontar los principales retos contemporáneos. Lo hacemos con el ánimo de don Quijote y la lealtad de Sancho Panza. No en vano, como decía nuestro clásico universal, “cada cual es artífice de su propia ventura” y los españoles queremos ser artífices de unas NNUU donde impere, para todos, la ventura de los derechos humanos y el respeto de la dignidad humana.
Muchas gracias.