Permítanme, en primer lugar, que subraye la satisfacción del Reino de España por celebrarse esta Reunión de Alto Nivel sobre grandes desplazamientos de refugiados y migrantes.
Los grandes movimientos de personas son un signo de nuestro tiempo. Una buena parte de la Humanidad se está teniendo que desplazar y no por voluntad propia. 65 millones de refugiados y desplazados internos huyen de los conflictos, del terrorismo o de la persecución. Y, concretamente, muchas de esas personas llaman a las puertas de Europa.
Nuestra responsabilidad es acogerlas, en la medida de nuestras capacidades, para que puedan llevar una vida digna. Quienes han sido expulsados de su hogar por la fuerza tienen que saber que cuentan con nuestro apoyo para atender sus necesidades y poder ejercer ─y, sobre todo realizar─ su derecho al regreso, a volver a su tierra.
Pero el retorno pasa, necesariamente, por el fin de los conflictos, la derrota del terrorismo y el establecimiento de sociedades inclusivas y democráticas donde se respeten los derechos fundamentales, la vida y la libertad. Como miembro no permanente del CS, y como socio comprometido a nivel internacional, España seguirá trabajando para que así sea.
"...Esta Reunión de Alto Nivel no puede ser concebida como una cita aislada. Ponemos hoy en marcha un proceso que va a reclamar el esfuerzo continuado de todos durante un largo período de tiempo. Les adelanto, por tanto, la plena disposición de España para trabajar con el máximo empeño en la elaboración y negociación de los dos pactos sobre migrantes y refugiados, que deberán ser endosados en 2018..."
Esta Reunión de Alto Nivel no puede ser concebida como una cita aislada. Ponemos hoy en marcha un proceso que va a reclamar el esfuerzo continuado de todos durante un largo período de tiempo. Les adelanto, por tanto, la plena disposición de España para trabajar con el máximo empeño en la elaboración y negociación de los dos pactos sobre migrantes y refugiados, que deberán ser endosados en 2018.
Los españoles aspiramos a que nuestro país sea un actor relevante en una cuestión de enorme contenido ético y humanitario, y que España, por su condición de encrucijada geográfica e histórica, conoce bien.
Las sociedades de hoy y del mañana son ─y serán─ diversas desde el punto de vista étnico, cultural y religioso. Este hecho insoslayable puede y debe ser compatible con el respeto a los valores que deben ser observados en los países de acogida. Así, los flujos migratorios gestionados correctamente, tienen un impacto claramente positivo en las sociedades receptoras.
En la gestión de los grandes movimientos de personas, España tiene una experiencia que ha dado buenos resultados. Se basa en la garantía de la protección de las personas y en un esfuerzo intenso y sostenido de cooperación con los países emisores de migrantes y de tránsito.
La actitud de España ha venido siempre inspirada por la voluntad de amortiguar un drama humano de primera magnitud. Debemos luchar coordinada y eficazmente contra la trata de seres humanos y traficantes de personas, dar protección internacional a los legítimos demandantes de asilo, y ofrecer nuestro apoyo, solidaridad y asistencia a los países de tránsito y acogida de refugiados. Debemos favorecer la integración de los refugiados y las vías legales para la inmigración. La responsabilidad compartida es el pilar fundamental que debe animar las soluciones a un desafío que nos afecta a todos y que nadie puede solventar de manera individual.
Termino, señor Presidente, agradeciéndole al SG esta convocatoria que responde a la decisión de la AG de centrar la atención internacional en los grandes movimientos de personas. Estamos seguros de que los resultados de este encuentro marcarán un punto de inflexión en un asunto de trascendencia vital que tiene unas dimensiones morales y políticas tales que nos exigen especial determinación, generosidad y perseverancia.
Muchas gracias.