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Palabras de S. M. el Rey en la Cumbre de Naciones Unidas

Nueva York. (EE.UU.), 25.09.2015

Es de nuevo un placer y un verdadero honor dirigir la palabra a las NNUU en representación de España.

Los Jefes de Estado y de Gobierno de las NNUU estamos aquí para comprometernos, en nombre de nuestros pueblos, a transformar el mundo en los próximos quince años; a librarlo de la pobreza extrema y del hambre que todavía hoy afligen a una buena parte de la Humanidad. Lo vamos a cambiar entre todos y para todos. Esta es nuestra convicción y este es nuestro compromiso.

 La agenda para el cambio que hoy adoptamos es fruto de una negociación entre iguales y recoge la voz de millones de ciudadanos. Son ellos  quienes nos han dicho lo que esperan de nosotros. Lo hacen en nombre de la generación que está ahora viendo la luz y que cumplirá 15 años en 2030.

Estamos aquí para comprometernos solemnemente ante los miembros de esa generación a que cualquiera de ellos pueda desarrollar sus capacidades en plenitud, sin discriminación alguna.

Ante ellos nos comprometemos a crear riqueza de manera sostenible, devolviéndole a la naturaleza lo que tomemos de ella, porque tan sólo somos sus huéspedes y administradores temporales. Por ello es esencial que la Cumbre sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en París el próximo mes de diciembre, sea un éxito y obtenga resultados que estén a la altura del reto al que nos enfrentamos.

Su Santidad el Papa Francisco, a quien hoy tenemos tan cerca, nos enseña en su Carta Encíclica “Laudato Si” que la interdependencia propia de nuestro tiempo nos debe hacer pensar en un proyecto común. Pensar en un solo mundo nos obliga a actuar como un solo mundo.

Con ese ánimo ya hemos dado pasos decisivos que nos infunden esperanza gracias a la Agenda del Milenio iniciada hace 15 años. Ahora bien, el desarrollo no es, no lo ha sido nunca, un proceso uniforme, ni su alcance está asegurado. Guerras como en Siria, catástrofes naturales como el terremoto de Nepal o epidemias como la del Ébola pueden hacer retroceder décadas las conquistas alcanzadas por los países en desarrollo y demandan nuestra solidaridad y atención sostenida.

Incluso en países más desarrollados, la experiencia de la reciente crisis global ha puesto al descubierto la fragilidad de muchas realidades que considerábamos sólidas. Y, sobre todo, nos ha alertado de que nadie es inmune a las debilidades de un modelo de crecimiento que ahora hemos de corregir y perfeccionar preservando sus fortalezas y eliminando sus excesos.

"...el desarrollo no es, no lo ha sido nunca, un proceso uniforme, ni su alcance está asegurado. Guerras como en Siria, catástrofes naturales como el terremoto de Nepal o epidemias como la del Ébola pueden hacer retroceder décadas las conquistas alcanzadas por los países en desarrollo y demandan nuestra solidaridad y atención sostenida..."

La globalización de las finanzas, de la tecnología o de la información debe ir acompañada por la globalización de la solidaridad, del conocimiento, de la equidad, de la libertad y de la dignidad humana.

La Agenda que hoy adoptamos es por ello universal y todos somos responsables de su culminación con éxito. España va a contribuir a que así sea. Mi país ya apoyó de manera decidida los Objetivos de Desarrollo del Milenio a través del Fondo ODM, con la mayor aportación realizada por un solo país para la consecución de dichos Objetivos.

Ahora, estamos firmemente comprometidos con la nueva Agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y nuestro apoyo está avalado por los hechos: hemos constituido, con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el primer Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que ya está impulsando proyectos en más de diecisiete países.

Nuestra política de cooperación está, asimismo, alineada con la Agenda 2030, y la Ayuda Oficial al Desarrollo es uno de sus pilares. Estamos comprometidos, junto con la Unión Europea, con el objetivo de dedicar a dicha ayuda un 0,7 de nuestro PIB en el horizonte de 2030, poniendo el énfasis en los Países Menos Avanzados. Pero no podemos olvidar, con todo, que una parte importante de la pobreza y de la marginación se concentra en los países de renta media. Por ello les seguiremos dedicando atención y  recursos.

Es esencial conseguir un desarrollo con equidad, con el disfrute, real y efectivo, de derechos y con igualdad de oportunidades para todos. Para ello es necesario generar oportunidades, tanto en la educación (y de ahí el impulso al conocimiento, la innovación y la tecnología), como en la creación de puestos de trabajo, especialmente de empleo juvenil, ámbito en el que España es particularmente sensible.

Igualdad de oportunidades también para las mujeres que deben asumir, en paridad con los hombres, el protagonismo que les corresponde en el mundo laboral, en el ejercicio de sus derechos políticos y sociales y en la sociedad en general.

Sr. Presidente, la idea de que todos formamos parte de una comunidad global regida por el derecho y orientada al bien común fue avanzada por algunas de las mejores mentes españolas en los inicios de la Modernidad, entre ellas la del Padre Francisco de Vitoria, uno de los fundadores del Derecho Internacional.

Hace 70 años, con la creación de esta organización, el mundo dio un paso de gigante hacia el cumplimiento de ese sueño. Entonces, como ahora, el objetivo que nos une es alumbrar una comunidad de ciudadanos, conscientes de nuestra responsabilidad con nuestros semejantes y con el planeta que habitamos.

Los españoles del siglo XXI creemos en ese sueño y queremos hacerlo realidad. Es nuestra convicción. Es nuestro compromiso.

Muchas gracias.

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