La presentación del Informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo nos da, entre otras cosas, una muy buena oportunidad para darle, una vez más, el mayor énfasis a la colaboración entre Universidad y sociedad.
Parece una obviedad, puesto que la primera es parte de la segunda y a ella se debe o sirve; y parece que eso debiera ser así siempre, desde la existencia misma de la universidad. Pero también es verdad que constantemente buscamos que esa vinculación sea más profunda y amplia, más eficaz y que satisfaga mejor las expectativas o demandas de la sociedad.
La Universidad es, sin duda, un motor fundamental de desarrollo económico y social. Al procurar la formación humana y profesional de superior nivel, y también la creación, la difusión y la transferencia del conocimiento, constituye un instrumento clave para el progreso colectivo. Y para ello precisa de recursos, materiales y humanos.
Durante los últimos años nuestras Universidades han acusado, como el resto de sectores, una de las crisis económicas más profundas de nuestra historia reciente. Junto a los desafíos propios que plantea la educación superior, han hecho frente a los retos inherentes a esta situación de dificultad. Todo ello en un entorno cada día más complejo, interconectado, interdependiente; un mundo globalizado que afecta a todos y que de todos demanda capacidad de adaptación, participación y respuestas.
En este contexto, se impone la tarea de apoyar aún más a la Universidad, desde la misma sociedad —además del esfuerzo público existente y siempre necesario—, para que siga contribuyendo al desarrollo económico y social de nuestro país. Conocimiento y bienestar son y han sido siempre conceptos, anhelos y objetivos indisociables e irrenunciables.
"...se impone la tarea de apoyar aún más a la Universidad, desde la misma sociedad —además del esfuerzo público existente y siempre necesario—, para que siga contribuyendo al desarrollo económico y social de nuestro país. Conocimiento y bienestar son y han sido siempre conceptos, anhelos y objetivos indisociables e irrenunciables..."
Este es también un buen momento para reflexionar sobre la relevancia del binomio Universidad y empleabilidad. Porque si es cierto que la primera está volcada en el conocimiento y la formación de buenos profesionales, no cabe duda de que la prosperidad de las naciones pasa por estructurar fórmulas que garanticen el trabajo y los medios de vida para todos los ciudadanos.
Hoy en día, la competitividad es un concepto y una realidad que cobra un valor especial porque no se reduce a los países, sino que involucra directamente a las personas, a los profesionales. En este contexto, la formación universitaria constituye un parámetro fundamental para el crecimiento de las economías cuya capacidad innovadora depende del correcto funcionamiento de su sistema de I+D+i. Es decir, depende de la eficaz interacción entre el conjunto de agentes e instituciones, públicos y privados, que contribuyen directa o indirectamente a la generación, difusión o aplicación del conocimiento al sistema productivo.
Esto supone, ciertamente, mejorar la coordinación público-privada, buscando fórmulas para una mayor cooperación entre las empresas y las universidades y los centros de investigación; supone articular mecanismos que favorezcan la transferencia y la difusión de conocimientos y tecnología desde el ámbito científico al mundo empresarial; e implica también favorecer la difusión de la innovación entre las empresas, especialmente las pymes, a través de la cooperación empresarial.
Todo ello con el objeto de potenciar la innovación en todas las actividades de producción y comercialización de bienes y servicios, y de elevar el grado de implicación de las propias empresas en el sistema de innovación. Así, debemos destacar el papel de la Universidad y su capacidad para maximizar y transferir el conocimiento generado al entorno productivo.
En los últimos años ha crecido el número de centros, redes e infraestructuras de apoyo a la transferencia de tecnología estimulando las relaciones de las universidades y la industria y potenciando la innovación. Pero hay que seguir desarrollando estos instrumentos e impulsando una mayor colaboración entre la Universidad y las empresas.
Este es el ejemplo que, en grado de excelencia, nos da desde hace trece años, con su permanente actividad, la Fundación Conocimiento y Desarrollo, que constituye una iniciativa pionera y una muestra de la colaboración eficaz y generosa de la sociedad civil. El Informe que hoy se presenta es, sin duda, una herramienta muy valiosa de análisis global de la Universidad española que ya se ha convertido en un referente nacional e internacional.
Felicidades y muchas gracias por esta aportación que contribuye al progreso de nuestra economía y al bienestar de la sociedad española.