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Palabras de Su Majestad el Rey en el Senado de la República

México D.F., 30.06.2015

Es para mí un verdadero honor intervenir en esta sesión solemne en la sede del Senado de la nación mexicana con ocasión de esta primera Visita de Estado. Muchas gracias por su amable invitación.

México es una de las grandes democracias del mundo. Un país dotado de un sistema político abierto y vibrante y de unas instituciones sólidas, donde el poder legislativo, representado aquí por Sus Señorías, desempeña el papel esencial que le corresponde, como órgano de representación de la voluntad popular, en una democracia madura y consolidada.

Para un español, México forma parte de su historia nacional y, por tanto, de su propia identidad. Insignes mexicanos a lo largo de los siglos han participado en la historia de España, y generaciones de españoles han contribuido a la construcción y el engrandecimiento de este México hospitalario y magnánimo. Durante siglos miles de españoles han encontrado en este país su hogar. Nuestra gratitud es por ello inmensa.

En esta casa del pueblo mexicano, quiero referirme a la primera gran experiencia constitucional que mexicanos y españoles compartimos: la de Cádiz de 1810 que condujo a la aprobación de la Constitución de 1812.

Obra extraordinaria, gran expresión jurídica del liberalismo clásico, puente normativo entre Europa e Hispanoamérica, aquella Constitución fue fruto del trabajo conjunto, y en arduas circunstancias, de legisladores “de ambos hemisferios” que, reunidos por vez primera, pensaron juntos los grandes desafíos de un espacio presente entonces en todos los continentes. Compartíamos, como ahora, el idioma español y la cultura iberoamericana, que aquella Constitución contribuyó a apuntalar y a proyectar hacia el mundo.

La presencia novohispana en las Cortes gaditanas fue muy destacada por su contribución a la elaboración de la norma suprema de Cádiz, y contó con la participación de numerosos legisladores de alta conciencia política. Algunos de ellos, una década después, en 1821, firmarían el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. También algunos participaron más tarde en el nacimiento de la tradición constitucional mexicana.

Desde entonces, México se ha distinguido por formar parte de la vanguardia democrática. Y así fue por ser uno de los Estados pioneros en la lucha contra la arbitrariedad del poder y la autocracia, en la defensa de los mecanismos parlamentarios y de los equilibrios y contrapesos entre poderes e instituciones; por la defensa de los derechos políticos y sociales del individuo y por una decidida apuesta por la protección y la promoción de los derechos del hombre. 

En los últimos cuarenta años, las relaciones parlamentarias entre nuestros dos países han experimentado una profunda evolución, ganando en dinamismo y en un conocimiento más cercano y ajustado de nuestras respectivas realidades. Desde encuentros e intercambios parlamentarios bilaterales, hasta el Foro Parlamentario Iberoamericano celebrado en la Cumbre de Veracruz, nuestras relaciones en este terreno han sido ciertamente intensas y fructíferas.

Señoras y señores,
España está unida a México por indiscutibles lazos históricos y culturales, pero, sobre todo, por íntimos vínculos humanos fruto de la tradicional presencia española en este gran país desde hace casi medio milenio. Incluyendo particularmente en ella las migraciones del exilio político y cultural de los años 30 y 40 del pasado siglo, y la fuerte.

Efectivamente, hoy en día más de 130 mil españoles residen en los Estados Unidos Mexicanos, la gran mayoría con doble nacionalidad. Más de 5.300 empresas españolas de todos los sectores están radicadas en México y contribuyen a generar empleo y a crear riqueza y bienestar. España es asimismo el 2º inversor mundial en México y este hecho corrobora la confianza que España, sus empresas, sus gentes, depositan en las posibilidades presentes y futuras de un país tan dinámico y una sociedad tan vibrante como la mexicana. Por otro lado, México se ha convertido en los últimos años en el 6º inversor internacional en España lo que pone de manifiesto la potencia y alcance global de sus grandes empresas.

Expresión de esa confianza que inspira México es el interés generado por las reformas que ha puesto en marcha, y que transmiten una clara determinación de su sociedad e instituciones por avanzar y mejorar; una determinación plasmada en lo que en su día fue el pacto alcanzado con gran visión, sentido de Estado y responsabilidad histórica por parte de las principales fuerzas políticas hoy aquí representadas.

"...el espacio de encuentro y actuación entre México y España no tiene límites, como tampoco los tiene la justa aspiración de nuestras sociedades a vivir en un entorno plural, transparente, democrático y más próspero. Tienen Sus Señorías el privilegio de desempeñar un papel esencial en el camino hacia la culminación de estas legítimas aspiraciones del pueblo mexicano. Pero, también, tienen México y España el deber y el honor de hacer juntos ese camino y de afrontar con la fuerza de nuestra hermandad, los desafíos del nuevo siglo, del nuevo milenio que ya se ha abierto ante nosotros..."

Desde España se sigue con interés este impulso y, por ello, deseo ofrecer hoy aquí nuestro apoyo y la mejor disposición para acompañar a México en esta nueva etapa. Estas reformas abren sin duda nuevas vías para fortalecer y ampliar los flujos de inversión y la colaboración en los más diversos ámbitos entre nuestros dos países.

Las relaciones entre España y México abarcan todos los campos. Por ejemplo, llevamos a cabo una notable cooperación conjunta para el desarrollo en terceros países, principalmente en Centroamérica y el Caribe; colaboramos estrechamente en ámbitos como la defensa y la seguridad; y nuestras relaciones culturales y educativas son enormemente ricas y diversas.

Nuestros países son, en suma, socios estratégicos. El carácter de esta relación bilateral se traduce de igual manera en nuestra actuación conjunta en el escenario internacional.

México se proyecta como un gran actor de responsabilidad global y comparte con España, además de valores e indudables intereses, una verdadera complicidad en los grandes asuntos de la agenda internacional que tan bien conoce este Senado. Ambos países somos miembros de la OCDE e importantes contribuyentes al presupuesto de Naciones Unidas. 

El apoyo activo de México —que agradecemos especialmente— a la candidatura de España al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el bienio 2015-2016, puso de manifiesto un alto grado de entendimiento. En este terreno, juntos desempeñamos una tarea importante en el proceso de reforma de Naciones Unidas, donde ambos abogamos por una mejora de sus métodos de trabajo, con el objetivo de hacer de las Naciones Unidas ‒especialmente de su Consejo de Seguridad‒ un órgano más democrático, representativo y eficiente.

Los dos países defendemos una cultura de Desarme, Paz y Seguridad Internacionales, colaboramos de manera efectiva y conjunta en la lucha contra el terrorismo y en el combate contra la delincuencia organizada, y hemos demostrado a través de nuestras respectivas y frecuentes participaciones en el Consejo de Derechos Humanos nuestro inquebrantable compromiso con los derechos humanos, con las minorías y los grupos vulnerables. Cambio Climático, Agenda de Desarrollo Post-2015 y Sesión Extraordinaria de la Asamblea General de NNUU en materia de Drogas son tres citas esenciales y próximas en el calendario internacional que esperan nuestra contribución e impulso conjunto. 

En este contexto, quiero señalar con orgullo que México y España han inaugurado recientemente una importantísima colaboración en el ámbito de las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de Naciones Unidas que ha hecho posible que personal mexicano participe en ejercicios preparatorios del contingente español estacionado en el Líbano en el marco de UNIFIL, así como en visitas de reconocimiento.

Somos además aliados en dos espacios regionales distintos: Por un lado, España defiende con decisión una relación entre México y la Unión Europea más cercana y moderna, más beneficiosa y productiva. En esa línea, impulsamos de manera incondicional el actual proceso de renovación del Acuerdo Global y nos felicitamos por que la reciente Cumbre UE-México haya logrado un resultado positivo y esperanzador. 

Así mismo, México como actor político esencial en América Latina y el Caribe ha sido uno de los principales impulsores y artífices de la exitosa celebración de la II Cumbre UE-CELAC, manteniendo de este modo la plena vigencia de este proceso esencial de acercamiento y coordinación entre las dos regiones a las que respectivamente pertenecemos.

Y la Comunidad Iberoamericana es el otro gran espacio en el que se despliega un importante ejemplo de nuestro pensar y actuar conjunto. Somos grandes impulsores de la cohesión iberoamericana y de su concreción política en las Cumbres que, periódicamente, nos reúnen a los Jefes de Estado y de Gobierno, y cuya última edición se celebró en Veracruz el pasado mes de diciembre. Quiero por ello, desde esta tribuna, reconocer el compromiso de México con el fortalecimiento y la proyección de la Conferencia Iberoamericana y reiterar, asimismo, el compromiso de España con un Sistema Iberoamericano renovado y reforzado.

También mi país, como observador en la Alianza del Pacífico, desea participar activamente en este foro y aportar un conjunto de propuestas que contribuyan a su éxito; estas incluyen la movilidad de talentos, la cooperación científica, becas para formación o ampliación de estudios, cooperación con el Institutos Cervantes, turismo, gestión de catástrofes naturales y lucha contra la delincuencia organizada.

Señor Presidente,
Señores Parlamentarios,
Como podemos comprobar, el espacio de encuentro y actuación entre México y España no tiene límites, como tampoco los tiene la justa aspiración de nuestras sociedades a vivir en un entorno plural, transparente, democrático y más próspero. Tienen Sus Señorías el privilegio de desempeñar un papel esencial en el camino hacia la culminación de estas legítimas aspiraciones del pueblo mexicano. Pero, también, tienen México y España el deber y el honor de hacer juntos ese camino y de afrontar con la fuerza de nuestra hermandad, los desafíos del nuevo siglo, del nuevo milenio que ya se ha abierto ante nosotros.

Muchas gracias.

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