Con auténtica alegría venimos una vez más —la primera como Reyes— a este enclave singular de la historia y de la actualidad de Navarra que es el monasterio de San Salvador de Leyre. Un lugar en el que se percibe la intensa relación entre la naturaleza y la espiritualidad, entre el arte y la vida, entre el pasado y el porvenir; un conjunto monumental que nos sirve cada año como escenario para glosar, compartir y destacar la importancia de la cultura como motor y vanguardia de nuestra sociedad.
Este entorno y este acto de cultura y reconocimiento nos invitan a afirmar que debemos consolidar la cultura como un elemento esencial de nuestra vida en común. Debemos valorarla y cuidarla en todos sus aspectos, desde la educación más temprana, hasta su consideración social más amplia y rotunda; desde la investigación histórica o técnica, hasta el fomento de la sensibilidad artística y la potenciación de nuevos ámbitos con facilidades para su propagación e integración.
La cultura resalta en nosotros los aspectos más nobles y elevados del ser humano y nos ayuda a crecer individualmente como personas y colectivamente como comunidad, potenciando el disfrute y el afán creativo, y arraigando además valores universales como la solidaridad, el respeto, la libertad y la paz.
El premio Príncipe de Viana de la Cultura pone de relieve un querido y antiguo título que he llevado con orgullo mientras fui Heredero de la Corona y rememora al primer Príncipe que lo asumió, una figura señera del Renacimiento en esta tierra. Este galardón ha ido reconociendo a lo largo de sus 26 ediciones a personalidades de diferentes ámbitos del conocimiento, de la creación artística, del pensamiento o de la ciencia, todas ellas vinculadas a Navarra; personas que han abierto nuevos caminos de ideas, formas y sensibilidades. Son todos ellos, hombres y mujeres, grandes para Navarra y orgullo de toda España.
Con su esfuerzo y perseverancia, esos “Príncipes de la Cultura” —si me permiten la expresión— han progresado en su propia obra y han ofrecido al conjunto de la sociedad nuevos avances, nuevas pautas y posibilidades para desarrollar mejor la potencialidad humana y social del conjunto de los ciudadanos.
Este año, el Premio “Príncipe de Viana de la Cultura” ha recaído en un autor pamplonés en el que destacan su sabiduría y, a la vez, su modestia personal; un hombre de quien se ha dicho que conjuga, con natural prestancia, las ciencias, las letras y las artes; que atesora saberes bien diversos que explica en su obra con acierto y claridad, y que goza con su personal exposición en la que las ideas y los datos se mezclan para penetrar, “con precisión quirúrgica”, en la complejidad de la vida real.
"...Debemos consolidar la cultura como un elemento esencial de nuestra vida en común. Debemos valorarla y cuidarla en todos sus aspectos, desde la educación más temprana, hasta su consideración social más amplia y rotunda; desde la investigación histórica o técnica, hasta el fomento de la sensibilidad artística y la potenciación de nuevos ámbitos con facilidades para su propagación e integración. La cultura resalta en nosotros los aspectos más nobles y elevados del ser humano y nos ayuda a crecer individualmente como personas y colectivamente como comunidad, potenciando el disfrute y el afán creativo, y arraigando además valores universales como la solidaridad, el respeto, la libertad y la paz..."
Ramón Andrés —nuestro premiado— es un ensayista comprometido con su trabajo que, como fruto de su curiosidad infinita, ofrece con exquisitez y erudición un refinado humanismo y una mirada universal.
La música es uno de los ámbitos en los que más y mejor se ha adentrado intelectualmente Ramón Andrés. Tanto es así que sus principales trabajos en esta materia son considerados como imprescindibles para cualquier estudioso de la música por su profundidad y su original relación de este arte con la poesía y la filosofía.
La Reina y yo felicitamos con gran afecto al galardonado por esta distinción que le otorga su Navarra natal por su inquietud intelectual tan destacada y por su conciencia humanista que profundiza en las raíces del pasado, pero que está atenta a la realidad del presente y ayuda considerablemente a forjar los caminos del futuro.
Creo sinceramente que las ideas de Ramón Andrés, fraguadas por un conocimiento profundo y una sopesada reflexión, así como las de otros grandes creadores, científicos e investigadores, nos van a ser muy útiles para labrar, conjuntamente, un futuro mejor.
Señoras y señores,
Siempre que venimos a Navarra apreciamos la vitalidad de esta Comunidad, el arraigo de su historia, cultura y tradiciones en la realidad actual; así como el impulso colectivo por alcanzar metas nuevas y más altas en educación, en investigación, en bienestar social, en defensa del medio ambiente y, en definitiva, en desarrollo y progreso. De este modo, Navarra contribuye a la mayor prosperidad del conjunto de España y mantiene igualmente su solidaridad tan característica con otros países y sociedades menos favorecidas.
Termino ya estas palabras. Felicidades D. Ramón, con todo afecto, por este galardón, por todo lo que hoy aquí hemos reflejado de su pasión y dedicación a la cultura; enhorabuena también a su familia y felicidades en nombre de la actual Princesa de Viana, nuestra hija primogénita Leonor.
Ante todos me agrada afirmar que la Reina y yo nos sentimos muy honrados y agradecidos por compartir durante tantos años, y en este lugar tan emblemático de Leyre, la fiesta de la cultura de esta tierra, símbolo del futuro de esperanza e ilusión que todos deseamos para Navarra y para toda España.
Muchas gracias.