Permítanme comenzar diciéndoles que venir a Zaragoza y acompañarles en este acto de entrega de los Premios “Emprende con Cultura”, que cierra el V Congreso Iberoamericano de Cultura, es para mí una gran alegría.
Esta ciudad, tan española y europea, está tradicionalmente muy vinculada en lo simbólico y lo cultural al mundo iberoamericano, por eso se valora tanto aquí ser −por unos unos días− epicentro del mundo cultural iberoamericano. Le damos las gracias a la capital aragonesa por su hospitalidad al acoger con generosidad este Congreso. Y, como no, felicitamos muy sinceramente a todos los premiados…
Iberoamérica es reconocida en el mundo como una Comunidad de Naciones ligadas por historia y valores pero, muy particularmente, por lenguas y culturas compartidas. Pero a su cuidado se han dedicado muchas personas, trabajando con entrega para consolidar e impulsar esta Comunidad.
Entre todas ellas quiero hoy rendir un homenaje lleno de agradecimiento, admiración y afecto personal a Enrique Iglesias, que ha dedicado ocho años de su vida al frente de la SEGIB −aunque casi la vida entera lleva trabajando por el avance y bienestar de “nuestro mundo”. Su preocupación por la cultura como medio transmisor de identidades y valores, y también como instrumento de desarrollo económico y promotor de la cohesión social, ha sido constante.
Al término de tu mandato como Secretario General Iberoamericano, querido Enrique −y aunque sé que nunca dejarás de arrimar el hombro, de orientar y de compartir tu visión y tus reflexiones sobre lo todo lo que pasa o puede pasar−, quiero darte las gracias por tu trabajo, por tu pasión y tu compromiso con Iberoamérica… ¡y por tus enseñanzas!
Los Congresos Iberoamericanos de Cultura tienen precisamente la misión de reforzar y hacer visible esa identidad cultural propia; impulsando el vigor, la riqueza y la diversidad de nuestra creación cultural y artística como base de un Espacio Cultural Iberoamericano. Un Espacio para cuya consolidación son esenciales: la educación, nuestras industrias culturales y creativas, y el fomento de nuestros idiomas.
Con respecto a nuestra riqueza lingüística debemos tener presente que la afinidad de nuestros dos idiomas vehiculares, el español y el portugués, hablados conjuntamente por 700 millones de personas (en una treintena de países de varios continentes), así como su permanente crecimiento en un mundo globalizado, nos obligan a identificar nuevos y mejores métodos para promoverlos en todo el planeta reforzando así nuestra presencia en el escenario internacional. Muchos millones de estudiantes en todo el mundo son ya conscientes de que se trata de dos idiomas de presente y de futuro, prácticos y útiles para su vida profesional.
Al mismo tiempo, debemos tener muy presente que la riqueza de nuestro patrimonio lingüístico Iberoamericano se compone también de muchas otras lenguas; que tienen una menor implantación pero cuya preservación es también responsabilidad nuestra, porque en ellas nos encontramos a nosotros mismos. Todas las lenguas de Iberoamérica son, en suma, parte de nuestra riqueza colectiva porque reflejan nuestra identidad, nuestra cultura, nuestros vínculos y nuestra manera de sentir, pensar y estar en el mundo.
"...el mundo digital supone una oportunidad extraordinaria para poner a disposición de todos los ciudadanos el inmenso legado cultural iberoamericano y para impulsar la presencia de nuestras culturas en todo el mundo. Pero debemos hacerlo juntos y a tiempo, evitando la llamada brecha digital y situándonos en posiciones de vanguardia ante los nuevos desafíos..."
En cuanto a la educación, es obvio que se trata de un factor esencial para mejorar la vida y el desarrollo personal y profesional de los jóvenes y de todos los ciudadanos, fomentando un pensamiento libre e independiente e incrementando sus capacidades creativas. De este modo —fomentando una educación mejor— conseguimos sociedades más capaces, más prósperas y comunicativas.
Por su lado, las industrias culturales han permitido, en líneas generales, el acceso y la difusión del pensamiento, la ciencia y la creación durante la historia reciente de la Humanidad. Han desempeñado un papel fundamental en la difusión del saber, en la creación de opinión y, naturalmente, en el desarrollo de nuestros pueblos. Las industrias creativas y culturales, entendidas en sentido amplio, tienen cada vez un impacto mayor en nuestras economías nacionales creando empleo y fomentando el bienestar.
Necesitamos un tejido industrial sólido que, promoviendo el intercambio, haga llegar la fuerza de nuestra unidad y diversidad cultural a todos los ciudadanos y a todos los países. En este sentido podemos mencionar, por ejemplo, la Feria Internacional del Libro de Miami, en los EEUU, que ha tenido lugar hace pocos días, dedicada al libro en español. Se trata de una buena muestra de lo que estamos diciendo, de la importancia de las industrias culturales para promover nuestra cultura compartida impulsando al mismo tiempo el crecimiento de nuestras economías.
Ligar emprendimiento con Cultura, como hacen los Premios que nos han convocado, no es sólo una excelente idea porque estimula el progreso de las sociedades desde uno de nuestros pilares más sólidos, el cultural; sino que hoy es ya absolutamente necesario. Debemos hacerlo de manera inteligente, sabiendo cómo generar potencia industrial, creativa y tecnológica que sea capaz de competir, de entusiasmar al mercado, y de trascender las fronteras culturales transmitiendo nuestras obras, ideas, valores y sentimientos con calidad, con responsabilidad y con respeto.
Hoy sabemos bien que el conocimiento, la capacidad de innovar y el uso intensivo de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información son factores claves para generar crecimiento y bienestar. Por eso, el mundo digital —que centra los trabajos de este Congreso en su más amplia aplicación cultural— supone una oportunidad extraordinaria para poner a disposición de todos los ciudadanos el inmenso legado cultural iberoamericano y para impulsar la presencia de nuestras culturas en todo el mundo. Pero debemos hacerlo juntos y a tiempo, evitando la llamada brecha digital y situándonos en posiciones de vanguardia ante los nuevos desafíos.
Me alegra subrayar, en este sentido, el hecho de que los Premios “Emprende con Cultura” promuevan, con un claro acento digital, el emprendimiento en las industrias culturales y creativas iberoamericanas, distinguiendo el valor de las ideas y los proyectos más innovadores, sociales y emprendedores.
Nuestros países deben diseñar respuestas adecuadas al reto que implica el mundo digital, consiguiendo reducir las barreras existentes. Se trata de un desafío que, por su calado, recuerda a la propia irrupción de la imprenta en el siglo XV. En cierto modo pasamos por un momento crucial en Iberoamérica porque de la acción que llevemos a cabo juntos —gobiernos, sociedad civil y sector cultural—, dependerá el grado en el que nuestra Comunidad se consolide como un gran espacio cultural en el mundo de hoy, contribuyendo al bienestar de nuestros pueblos y sociedades.
Señoras y señores,
Durante estos días Zaragoza acoge a creadores, autores, emprendedores, gestores, responsables de políticas públicas, así como a fundaciones, académicos, periodistas y miembros de la sociedad civil que, con sus aportaciones, dan muestra de la pujanza cultural de la Comunidad Iberoamericana. Necesitamos emprendedores como ellos —como vosotros—, porque no sólo creáis cultura, sino que también generáis riqueza, puestos de trabajo y un valor añadido para nuestras sociedades. Gracias por vuestra labor.
Y termino ya. Felicidades nuevamente a los premiados y gracias a todos los que habéis contribuido a la celebración de este Congreso. Los resultados de vuestros trabajos nos servirán de estímulo y de refuerzo para afrontar los nuevos retos de la digitalización de la cultura que están presentes en todos los procesos actuales de la cadena cultural y creativa.
Muchas gracias.