Este momento y lugar son cada año fuente de muchos recuerdos y enseñanzas. Recuerdos que nos hacen pensar, conocer, descubrir,...creer en ideales y valores; que nos emocionan y que refuerzan nuestra fe en el ser humano. Son palabras, imágenes, obras y sentimientos que en la Fundación guardamos celosamente como lo más preciado, y que quisiéramos mantener vivos para compartir sin límites.
Nuevamente nos reunimos para entregar nuestros Premios; y son los premiados junto a sus obras nuestra motivación. Por ello es un gran privilegio contar con su compañía para esta celebración tan importante para Asturias y tan valorada fuera de ella.
Sean, pues, bienvenidos a esta tierra, acostumbrada a mantener con voluntad férrea los valores que la han hecho progresar y que, en situaciones críticas, siempre ha sabido conservar la esperanza.
Reciben hoy nuestros premiados honores muy merecidos, por lo que ante todo les damos la enhorabuena; pero también las gracias, porque con su ejemplo nos recuerdan a cada uno que debemos trabajar en nuestras responsabilidades con sentido del deber.
Nosotros, por otro lado, al reconocer en ellos lo mejor de la ciencia, de la cultura, de la solidaridad y del deporte, enriquecemos nuestro acervo cultural y ofrecemos una imagen muy alejada del pesimismo, que tantas veces retarda nuestro futuro.
Damos igualmente las gracias de corazón a nuestros patronos y protectores, a los medios de comunicación y a las personas que con su presencia en este acto contribuyen a su trascendencia y, en fin, a todos cuantos nos apoyan en nuestros objetivos.
Como ya afirmara hace más de 400 años el Inca Garcilaso desde el mágico Perú: «Mundo solo hay uno». Pues la labor de esta Fundación, que se resume en cada entrega de nuestros Premios es, quizá, la mejor muestra de nuestro deseo de abrirnos y unirnos a ese mundo, cuya diversidad es realmente una oportunidad –oportunidad para el reencuentro y la solidaridad, para el entendimiento, para el diálogo y la cooperación– y nunca una dificultad o un obstáculo.
De alguna manera este Teatro se erige así, con orgullo, en faro de conocimiento, sabiduría y tolerancia esta tarde; y nuestro mayor deseo es que todos, especialmente los jóvenes, se dejen guiar por la luz con la que este magnífico grupo de personas irradia excelencia.
Conozcamos ahora un poco más los méritos de nuestros galardonados.
– El Premio de las Artes ha sido otorgado a Michael Haneke. Cineasta, guionista, dramaturgo, una persona, en fin, en la que convergen una aguda sensibilidad artística y la profundidad de su mirada sobre la realidad -y la complejidad- de la naturaleza humana. Por eso quizá, la crítica, además de aplaudirle, le ha calificado como el poeta del desasosiego cinematográfico.
Los adjetivos con los que se ensalza la intensidad ética y artística de su obra se acumulan: su visión es penetrante; sus análisis, implacables; tiene su discurso, coherente; su dominio de la técnica, extraordinario; el ritmo narrativo y la creación del suspense, simplemente magistrales.
Todo ello gracias a un talento innovador que, al representar de manera sugerente el lado más oscuro de la condición humana, ha creado una nueva forma de representar el mundo a través de la gran pantalla, con una hermosura que abruma y con una eficacia inquietante.
Es una forma que nos hace reflexionar; nos conmueve y nos estremece; nos compromete a buscar respuestas; nos lleva a interrogarnos sobre cómo somos, cómo vivimos, qué hacemos día a día con nuestra existencia. En suma, dicho con Godard, el cine de Haneke es 'un pensamiento que forma, una forma que piensa'.
– La socióloga neerlandesa Saskia Sassen ha recibido el Premio de Ciencias Sociales. Especialista en el estudio de los movimientos migratorios y el papel de las grandes ciudades en la economía global, ha acuñado el término de ciudad global: aquella urbe que es, según Sassen, un espacio-frontera.
Su interés se centra también en la movilidad del trabajo y del capital, y en el efecto que dicha movilidad tiene en las personas y en los países; e insiste Sassen en que las fronteras históricas se han diluido, en beneficio de las creadas dentro de las ciudades globales: fronteras virtuales, construidas con elementos etéreos como los intercambios comerciales y las transacciones financieras.
Comprometida con su tiempo, no teme hablar sobre los problemas graves que la globalización ha causado: el desempleo creciente en algunas zonas y la consiguiente creación de empleo precario en otras, la emigración, el empobrecimiento de la población, las situaciones desesperadas en tantas ciudades, que se hacen inhabitables.
Saskia Sassen nos alerta y nos aconseja sobre cómo se puede mejorar la vida de millones de personas que sufren cada día los efectos de actividades ajenas a ellas, muy lejanas a ellas, aunque se lleven a cabo en su misma ciudad, en su mismo barrio, en esas ciudades convertidas en fronteras; ciudades que tienen, según afirma, un discurso que a veces no escuchamos, pero que sí nos habla.
– La fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz ha sido galardonada con el Premio de Comunicación y Humanidades. El arte de la fotografía tiene en ella no solo a una fotógrafa universal que ha creado una colección asombrosa de retratos de los grandes personajes de nuestro tiempo, sino también a una de las personas que con más intensidad y con más sentido estético ha desarrollado su obra.
El trabajo de nuestra premiada, está unido a los grandes medios de comunicación norteamericanos. Fotografías recordadas por todos y fotografías personales; de personajes mundialmente conocidos y personas de su familia, objetos cotidianos, paisajes de algún lugar indeterminado... Todo, en las fotografías de Leibovitz, se convierte en un espectáculo impactante, en una imagen escultórica, llena de belleza.
En sus retratos, además de captar la esencia del personaje, lo envuelve en una atmósfera muy especial e inconfundible. Y lo logra todo con un estilo que ha hecho escuela, mostrándonos su propia visión de la vida, sus preocupaciones, sus intereses y sus gustos...
Alguien escribió una vez que el cine es un milagro que se ve. Pues la fotografía es también, en la obra de Leibovitz, como un milagro: Instantes atrapados para convertirse en eternas muestras de sensibilidad, de belleza y de amor.
– Los físicos Peter Higgs y François Englert y la Organización Europea para la Investigación Nuclear –el CERN–, han recibido el Premio de Investigación Científica y Técnica. Tenemos que remontarnos a 1964 para comprender la importancia de los trabajos de Higgs y Englert, aunque sus tesis fueron finalmente confirmadas en julio del año pasado.
Peter Higgs, catedrático emérito de Física en Edimburgo y François Englert, que lo es de la Universidad Libre de Bruselas, trabajaban en aquellos años de manera independiente, pero formularon al mismo tiempo la existencia de la partícula subatómica en el origen de la masa de otras partículas, el llamado “bosón de Higgs” o “bosón escalar”.
François Englert por cierto recuerda continuamente, con generosidad y humildad, que llevó a cabo sus trabajos en compañía del fallecido Robert Brout, cuya viuda nos acompaña esta tarde y a la que saludamos con especial afecto. Pues bien, Englert y Higgs describieron entonces el mecanismo de ruptura de simetría en el ámbito de la teoría cuántica de campos, proporcionando un elemento clave para completar el Modelo Estándar de la Física de Partículas.
Son teorías, análisis y datos que, para los profanos, resultan muy difíciles de entender. Pero todos somos conscientes en el fondo de que son fundamentales para el desarrollo y el progreso del conocimiento.
Cuando el CERN probaba el año pasado la existencia del bosón –recreando condiciones similares a las del Big Bang– fuimos testigos de la grandeza e importancia de aquellas teorías, y conscientes de que habíamos accedido al mayor descubrimiento en la historia de la comprensión de la naturaleza. Aquello confirmaba, además, teorías físicas vigentes como la de la Relatividad de Einstein.
Hablamos de ciencia. Pero hablamos también de una organización internacional modélica, el CERN, constituida por 20 estados miembros, entre ellos España, lo que nos llena de orgullo. En sus instalaciones se han llevado a cabo algunas de las investigaciones y descubrimientos más interesantes de los últimos decenios, cuyas consecuencias son de alto valor social, pues su finalidad última es el conocimiento y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de los seres humanos.
Aquel espíritu que brillaba en la vida y la mente de Albert Einstein está también detrás del trabajo excelente del CERN. Decía Einstein: «Vivimos en el mundo cuando amamos y solo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida».
– El español Antonio Muñoz Molina, ha sido reconocido con el Premio de las Letras. Posee un lenguaje poderoso, preciso y una visión cervantina melancólica. También destaca por su sentido especial del ritmo narrativo. Leer a Muñoz es una experiencia inolvidable, pues traslada a su prosa, con realismo y fuerza, su convicción de que la literatura puede mejorar la vida de los seres humanos; de que la literatura nos salva de muchas mezquindades y nos ayuda a enfrentarnos con ánimo a lo cotidiano, con sus anhelos y con sus enigmas; de que la literatura nos alivia y nos recompensa, nos abriga y nos protege.
"...Los hombres y mujeres de España han hecho frente con gran coraje a la adversidad, y han mostrado una capacidad de sacrificio fuera de toda duda. Son muchos, son millones los españoles que cada día batallan para salir adelante con honestidad, con esfuerzo, con valentía y con humildad; ellos son los que realmente hacen de España una gran Nación que vale la pena vivir, que vale la pena querer, y por la que merece la pena luchar..."
Lo dejó escrito su admirado Primo Levi: «viviendo y luego escribiendo y meditando he aprendido muchas cosas sobre los hombres y el mundo», decía. Y esa forma de aprendizaje sale a cada paso en los libros de Muñoz Molina, -en cada frase, con cada personaje, con la estela de pasión por la literatura que recorre sus páginas.
Como afirma otro grande de las letras, el poeta portugués Miguel Torga: «dar sin pedir es el único don de los dioses al alcance de los humanos». A esa tarea se ha dedicado Antonio Muñoz Molina con generosidad y, creo, sin remedio: a entregarnos toda la grandeza de su querida Sierra Mágina, todo el amor por el género humano y la solidaridad con los más castigados; también todo el sentimiento de gratitud por los sacrificios de nuestros abuelos y la rabia por los fracasos. Muy humano todo, pero mágico al mismo tiempo.
– El Premio de Cooperación Internacional ha recaído en la Sociedad Max Planck, de Alemania; que cuenta con una red de 80 institutos de investigación científica y disfruta de una reputación extraordinaria. En ella trabajan e investigan, y lo han hecho a lo largo de su historia, decenas de Premios Nobel. También lo hacen con brillantez algunos jóvenes científicos españoles y nuestro querido Juan Cirac, que fue premiado aquí hace unos años y que nos acompaña.
Su actividad, al igual que sucede con otras instituciones de gran ciencia -como el CERN- mira siempre al futuro, esencia de la investigación científica, manteniéndose fiel a una tradición con la que ha logrado un enorme respeto mundial.
Los investigadores de la Max Planck saben que forman parte de una institución admirada que cuenta con instalaciones y equipamientos de primer nivel y, lo que es más importante, con una gran autonomía. Extremadamente eficiente, es además selectiva, rigurosa, exigente, flexible y vanguardista. Estas son, sin ninguna duda, las claves de la excelencia y del éxito de su trayectoria científica; una mina de conocimiento y progreso.
– José María Olazábal ha sido galardonado con el Premio de los Deportes. Recordamos esta tarde con especial emoción, como sabemos que hace él, a Severiano Ballesteros. Ballesteros fue compañero, amigo y maestro de Olazábal; quién, tras conocer el fallo del jurado, declaró lo orgulloso que se siente de unirse esta tarde a la nómina de premiados, precisamente por estar en ella también su admirado y querido Seve en el año 1989.
Los triunfos deportivos de Olazábal en los campos de golf más importantes del mundo tuvieron un momento culminante en la Ryder Cup del 2012. Entonces capitaneó el equipo europeo con una capacidad extraordinaria de liderazgo y motivación. Esos triunfos son consecuencia de mucho esfuerzo e ilusión; y también –sabemos- de mucho sufrimiento, superado con un espíritu de sacrificio y una fuerza de voluntad que forman parte del conjunto de cualidades humanas que todos reconocemos en él.
Es, pues, Olazábal un modelo de deportista total al que hoy felicitamos por sus trofeos y, sobretodo, por la entrega, por la constancia y por la fortaleza demostradas. Gracias maestro, y no solo por serlo del golf.
– La Organización Nacional de Ciegos Españoles, la ONCE, ha recibido el Premio de la Concordia. La alegría de los españoles por este reconocimiento es muy grande, porque la ONCE cuenta en nuestro país no solo con una larga historia de eficacia y trabajo bien hecho, sino también con el respeto y el cariño de la sociedad.
A ellos les gusta traducir todo su esfuerzo con una sola palabra: ilusión. La que impulsa a esta organización pionera y única en el mundo a ser modelo de inclusión social para decenas de países. De ella han surgido iniciativas y fórmulas para la integración de las personas con discapacidad en más de 25 estados de América, África y la Unión Europea.
Pensemos que –por poner solo algún ejemplo de tantos posibles– gracias a la ONCE, gracias a sus proyectos educativos en Iberoamérica, muchos miles de niños con discapacidad visual están hoy escolarizados.
Es esta una mínima parte del trabajo y de los objetivos cumplidos por la ONCE y sus fundaciones. Una labor excepcional, sólidamente construida a lo largo de 75 años, con mucho esfuerzo, con cariño y siempre con ilusión.
Señoras y señores,
A finales de julio pasado, un barrio de Santiago de Compostela, Angrois, nos dio a todos los españoles una lección de coraje y solidaridad, de gran humanidad. Nada más producirse aquel terrible accidente ferroviario, sus vecinos bajaron de inmediato a las vías del tren para salvar vidas; para ayudar a los heridos y colaborar con los servicios de emergencia; para consolar a los familiares.
La Princesa y yo, días después, escuchamos con gran emoción su relato: con el corazón en un puño nos detallaban su difícil experiencia y nos reconocían humildemente tan solo haber cumplido con su deber, como seres humanos y como ciudadanos. Estoy convencido de que cualquier pueblo o ciudad de España hubiera actuado como Angrois en circunstancias igualmente trágicas –y ejemplos no faltan. Pero ello no resta en nada el gran mérito y el valor ejemplar de su acción.
He comenzado esta parte final de mi intervención con el ejemplo de este pequeño pueblo gallego como una referencia, como un estimulo, para hacer frente al pesimismo, la frustración o la desconfianza que afectan a muchos españoles. No es difícil, y lo digo con humildad, comprender y respetar esos sentimientos y las razones de cada uno que los motivan. Sin embargo, no podemos permanecer indiferentes o inmóviles; debemos reaccionar.
Pues bien, hoy es un día en el que me gustaría animar a que todos ayudemos a superar –y sé que no es fácil- ese estado de ánimo. Necesitamos los esfuerzos y la colaboración de todos...; pero lo que de verdad necesitamos es recuperar la ilusión y la confianza que fundamenta cualquier éxito, individual o colectivo, como tantos que hemos logrado en las últimas décadas de nuestra historia.
El año pasado, al final de mi intervención, señale que necesitábamos promover una conciencia colectiva que valorara lo mucho que tenemos de positivo, que reconociera nuestras capacidades y fortalezas y que potenciara nuestra autoestima. Sin duda, España cuenta con grandes activos materiales para afrontar nuestras dificultades. Pero muchas veces nos olvidamos de que el activo más sólido –el activo de mayor valor con el que contamos– es precisamente nuestra gente, la sociedad española en su conjunto. Así lo está demostrando con su comportamiento durante todos estos años tan difíciles.
Los hombres y mujeres de España han hecho frente con gran coraje a la adversidad, y han mostrado una capacidad de sacrificio fuera de toda duda. Son muchos, son millones los españoles que cada día batallan para salir adelante con honestidad, con esfuerzo, con valentía y con humildad; ellos son los que realmente hacen de España una gran Nación que vale la pena vivir, que vale la pena querer, y por la que merece la pena luchar. Así la sociedad española está dando, una vez más, un ejemplo de madurez, de responsabilidad y de conciencia cívica que es justo reconocer y necesario valorar en muy alto grado.
No estamos, por otra parte en la España que entristeció a Unamuno; en la que –como dijo– “vive cada cual solo entre los demás”. La solidaridad está muy presente. Muchísimos españoles están dedicando una parte importante de su tiempo a ayudar a los demás; y son también muchos los jóvenes voluntarios que han hecho del compromiso social su bandera.
Todas las instituciones sociales, públicas y privadas, se están volcando con los que más sufren y más necesitan. Y dentro de las familias, los más mayores están dando un gran ejemplo de generosidad, al compartir con los más jóvenes los esfuerzos de una vida llena de sacrificios.
Tampoco, afortunadamente, vivimos en una sociedad en la que esté instalado un pesimismo insuperable, como en otras épocas de nuestra historia. En la sociedad civil se debaten los asuntos públicos; se crean instituciones y foros con voluntad de aportar –con espíritu constructivo– ideas y propuestas... No es una sociedad indiferente frente a la gestión de los intereses generales, frente a nuestro futuro. Tenemos una sociedad con vitalidad, con pulso.
Creo firmemente, además, que entre nosotros están muy presentes los sentimientos fraternales generados a lo largo de muchos siglos de convivencia; de compartir profundos vínculos familiares e históricos, tantas emociones sufridas o disfrutadas colectivamente, juntos. Sentimientos, en fin, de respeto, de estima y afecto –de amistad–, que nos han dado forma y que debemos preservar y alimentar siempre, y en todo momento, por encima de las tensiones, de las discrepancias y los desencuentros.
La sociedad española está firmemente instalada en la democracia y la libertad, rechaza la violencia y la intolerancia y ha sido capaz de integrar en su seno a personas de diferentes religiones, lenguas y costumbres; muchos de las cuales sienten hoy el orgullo de haber alcanzado el sueño de ser ciudadanos españoles. Somos una sociedad fiel a nuestra vocación europea, orgullosa de nuestra dimensión iberoamericana, consciente de nuestro lugar y responsabilidad en el mundo.. y estamos abiertos a él.
Vivimos también con un profundo deseo de avanzar y de adaptarnos a las exigencias de los tiempos. La sociedad exige una reflexión rigurosa para nunca más volver a caer en errores y excesos inadmisibles, con la firme aspiración de construir un futuro basado en el rigor, la seriedad, el esfuerzo y la honradez. Un futuro solidario, y con principios éticos firmes, en el que la integridad inspire nuestra vida colectiva y la gestión de nuestros recursos.
Tenemos, así pues, señoras y señores, muchas razones para sobreponernos a la adversidad. Contamos para ello con la entereza y la voluntad de superación de la sociedad española como la mejor garantía para nuestro futuro. Contamos con las aspiraciones e ilusiones de nuestros ciudadanos como la mayor esperanza para España.
Una Nación que han construido millones y millones de ciudadanos a lo largo de los siglos y que hoy, todos juntos, en un proyecto compartido, tenemos la responsabilidad de continuar, en una tarea siempre inacabada. Una Nación que nunca ha claudicado frente a la adversidad ni ha renunciado a ningún sueño. Una Nación cuya historia es fundamental para entender y explicar la historia de la Humanidad.
Señoras y señores,
Concluye ahora esta ceremonia llena de recuerdos y emociones. Hoy es un día que refuerza nuestra unión y compromiso con los valores que siempre han hecho progresar a la humanidad y con los mejores sentimientos que definen a los seres humanos.
La obra de nuestros premiados y el ejemplo de grandeza y dignidad de los ciudadanos de un pequeño pueblo de Galicia, -un gran pueblo ejemplar de España-, nos reconfortan y nos animan. Nos dan confianza; nos invitan al optimismo y a la esperanza; nos hacen ver que hacer las cosas bien es el camino para hacer un mundo y una España mejor.
Muchas gracias.