Muy buenas noches y ante todo muchas gracias por la invitación a esta cena de despedida y que pone fin a las reuniones que han celebrado en Madrid bajo la Presidencia del Tribunal Supremo de España. Espero que sus trabajos hayan resultadoútiles y fructíferos y, también, que su estancia entre nosotros haya sido agradable y les haya permitido disfrutar de la ciudad y su entorno.
Para mí es un verdadero honor y un placer compartir con todos ustedes esta celebración, y una alegría hacerlo en el día de Europa, 61 años después de la famosa declaración Schuman. Y lo es por la dignidad de las instituciones que presiden o representan y por las altas responsabilidades que ejercen sobre los ciudadanos de los Estados miembros de la Unión. Pero también es un privilegio poder aproximarme a los temas objeto de sus debates y reflexiones que son de gran valor e importancia para el presente y futuro de todos nosotros, ciudadanos europeos.
No olvidemos que la capacidad de esta Asociación, en la que están las más altas jurisdicciones administrativas de los Estados miembros de la Unión, de detectar problemas y de aportar soluciones para mejorar el funcionamiento de la jurisdicción administrativa, sin duda contribuye al bienestar de la sociedad.
Por ello quiero aprovechar esta oportunidad para rendir tributo al papel primordial que los Tribunales de Justicia en general han desempeñado y desempeñan en la obra de la construcción europea.
"...El papel de los Tribunales nacionales no viene siendo menor en el proyecto de integración europea pues, ya sea mediante la aplicación directa de las normas europeas, o bien mediante la consulta al Tribunal de Luxemburgo por medio de las cuestiones prejudiciales, contribuyen a la interpretación uniforme y a una protección semejante a los ciudadanos de la Unión en todo su territorio. ..."
Me refiero, en primer lugar, al Tribunal de Justicia de la UE que, ya desde los primeros momentos, creó una doctrina que afirmaba la primacía del Derecho, entonces comunitario, sobre los Derechos nacionales y el efecto directo de las normas propias de las instituciones europeas cuando reconocían derechos subjetivos a los ciudadanos. Dicho Tribunal controla, además, la validez de las normas de las instituciones europeas, en una función similar a la que desarrollan las jurisdicciones contenciosas nacionales que ustedes representan.
Por otro lado, el papel de los Tribunales nacionales no viene siendo menor en el proyecto de integración europea pues, ya sea mediante la aplicación directa de las normas europeas, o bien mediante la consulta al Tribunal de Luxemburgo por medio de las cuestiones prejudiciales, contribuyen a la interpretación uniforme y a una protección semejante a los ciudadanos de la Unión en todo su territorio.
En particular, a partir de las tradiciones comunes a los Estados miembros se elaboró una doctrina específica para la protección de los derechos fundamentales no recogidos expresamente en los Tratados constitutivos. Esa fórmula original, tras las sucesivas reformas de los Tratados, se ha visto consagrada en la Carta Europea de Derechos Fundamentales de reciente entrada en vigor que -como ya saben- será objeto de un próximo coloquio, según lo acordado por la Asociación.
De la trascendencia de su labor es buena prueba la garantía de la aplicación uniforme del Derecho como función tradicionalmente reservada a los Tribunales Supremos, que velan así por la seguridad jurídica y por la igualdad en la aplicación de la Ley. Para ello cuentan con unos principios comunes a los Estados democráticos, hoy además felizmente recogidos en el Preámbulo del Tratado de la Unión Europea, como son la libertad, la democracia, así como el respeto a los derechos humanos, a las libertades fundamentales y al Estado de Derecho.
En este marco, quiero expresarles mi reconocimiento y gratitud por el trabajo llevado a cabo estos días por esta Asociación, en su esfuerzo constante por proporcionar ideas y elementos de reflexión que contribuyan a resolver los problemas más importantes a los que se enfrentan los Tribunales en nuestros diferentes países. Muchos de esos problemas son comunes o coincidentes, como por ejemplo el incremento en el número de asuntos sometidos a decisión y la necesidad de darles respuesta en un plazo razonable.
En esta sede del Tribunal Supremo español, a cuyo Presidente deseo agradecer una vez más sus palabras y su bienvenida siempre tan afectuosas, permítanme expresarles de nuevo mi profundo respeto y admiración por su tarea esencial en favor de los ciudadanos europeos y animarles a que se mantengan ilusionados en la dedicación a su trabajo. Estoy absolutamente convencido de que la colaboración entre las instituciones que ustedes representan seguirá aportando grandes beneficios a la mejor Administración de Justicia en el conjunto de la UE y en cada uno de sus Estados Miembros.
Muchas gracias.