E
s un altísimo honor y emociona poder presidir, junto a la Princesa, esta ceremonia tradicional con la que la Universidad en España abre todos los años su Curso Académico. Me alegra especialmente volver a hacerlo, después de algunos años, y sentirme así nuevamente tan cerca de una institución y una comunidad -la universitaria- por la que siempre he tenido una especial consideración y aprecio; máxime cuando este curso 2009-2010 lo abrimos desde la Universidad de Salamanca, la más antigua existente entre todas las hispanas, que no está lejos de celebrar el 800 Aniversario de su fundación por el Rey Alfonso IX en 1218.
Permitidme que también exprese nuestra alegría por regresar con este motivo a Castilla y León y a la maravillosa ciudad de Salamanca. Gracias por vuestro permanente cariño y por el recibimiento tan cordial que nos habéis ofrecido hoy autoridades, profesores, investigadores, estudiantes, y personal de administración y servicios. A todos, nuestro afecto más sincero.
Ciertamente reunir en este extraordinario Paraninfo a las Universidades españolas para celebrar su común apertura es un hecho de gran significado, pues si bien es la más antigua, es al tiempo ejemplo vivo de la perenne juventud que caracteriza a la Universidad, aún siendo una institución milenaria.
Con gran orgullo de su pasado, la Universidad de Salamanca mira esperanzada y con decisión al futuro, y se mantiene siempre abierta al mundo. Así, ha sabido proyectar la luz de su sabiduría y de sus conocimientos al resto del Orbe sintetizando lo mejor de la tradición y modernidad de la Universidad española; es y ha sido siempre un verdadero modelo de valores y proyección universales, tan propio de su mismo origen, concepto y sentido.
Conforme a su especial irradiación histórica y su reconocida vocación americana, esta Universidad, fue acreedora en 1986 del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación, junto a la Universidad de Coimbra, y casi veinte años más tarde, albergó las reuniones de laúltima Cumbre Iberoamericana celebrada en nuestro país, en la que -como hito especial- se puso en marcha la Secretaría General Iberoamericana. Por su gran labor a lo largo de tantos años, de tantos siglos, cuenta lógicamente con el reconocimiento más profundo de la comunidad académica y científica nacional e internacional, y merece la permanente gratitud de los españoles.
Al inicio de este Curso, quiero que mis palabras estén cargadas de un mensaje muy especial de apoyo y estímulo ante la responsabilidad y las nuevas tareas y metas que la Universidad española se propone abordar.
Un mensaje que dirijo, pues, a todas nuestras Universidades con las que todos compartimos la ilusión y el empeño de lograr la mayor extensión del conocimiento y la investigación, y por seguir avanzando -desde la afirmación de nuestros valores y principios democráticos- en la senda del progreso cultural, social y económico de España y del mundo. En la mejora de la Educación todos tenemos contraída una enorme responsabilidad que debemos asumir aportando juntos lo mejor de nuestros esfuerzos y capacidades, otorgando el máximo apoyo al conjunto de nuestra comunidad educativa.
Desde sus orígenes, la Universidad desempeña un papel clave en los procesos de desarrollo humano, explorando y elaborando en cada momento estrategias novedosas y decisivas para conseguir sociedades más dinámicas y avanzadas, más cultas y más cohesionadas.
Del saber que se genera y se transmite en la Universidad no sólo se benefician los estudiantes, sino toda la sociedad, que puede así disponer de los mejores y más competentes profesionales. De manera que las Universidades nos proporcionan muchas de las herramientas que nos permiten comprender el mundo, mejorar nuestras sociedades y resolver los desafíos o problemas a los que nos enfrentamos en nuestra vida y trabajo, como personas y como profesionales que transitamos en el nuevo entorno global.
Por eso mismo, el logro de mayores niveles de bienestar difícilmente sería concebible sin la Universidad. En cualquier circunstancia, pero más aún en una coyuntura de grave crisis económica como la actual, en la que la recuperación del empleo y del crecimiento está cada vez más condicionada por la mejora de la formación y de la I+D+i.
Para mantener e impulsar el Estado del Bienestar nuestras sociedades necesitan basar su desarrollo y competitividad en la generación de recursos altamente cualificados. Por eso la educación; la formación de profesionales competentes, responsables y rigurosos; la investigación científica; y la transferencia de sus resultados a la sociedad -todo ello misión y competencia en gran parte de la Universidad- son factores esenciales para el desarrollo y la prosperidad de la sociedad española y del resto de la Europa a la que pertenecemos.
Para ello es preciso que la Universidad se mantenga en comunicación estrecha y permanente con la realidad social en su más amplio sentido, a la que se debe y a la que sirve. Se trata de que el conocimiento generado en elámbito universitario pueda ser aprovechado de la forma más rápida y eficaz posible en beneficio de todos.
Ante este marco tan globalizado y cada vez más competitivo que define nuestro mundo, se acordó crear el Espacio Europeo de Educación Superior basado en la importancia y el potencial que el saber y la cultura tienen para el proceso de construcción europea.
Se trataba de impulsar, junto a una apuesta por la calidad, la fluidez en la comunicación del conocimiento, la movilidad de los miembros de las comunidades universitarias nacionales y crear niveles suficientes de compatibilidad. Todo ello para aprovechar mejor el potencial académico y científico que encierra el conjunto de Europa.
La articulación de ese Espacio lleva consigo un esfuerzo de adecuación de las capacidades y de los recursos a los fines establecidos, así como mucho trabajo y empeño por parte de cada uno de los actores involucrados, desde la común convicción de que de la educación depende el mejor futuro de España.
Como antes señalé, la Universidad de Salamanca comienza ya a preparar su VIII Centenario. Lo hace consciente del peso de su trayectoria histórica y académica, de la importancia de sus aportaciones al saber científico y humanístico -entre las que me permito destacar la creación del Derecho de Gentes-, así como de la excelencia de sus profesores, muchos de ellos de talla e influencia universales.
Unas virtudes que han afirmado la proyección universalista de esta Universidad desde una específica vocación hacia Iberoamérica en donde, esta Universidad es de hecho un referente de excelencia e innovación. Algo -la Innovación- que precisamente, junto con el Conocimiento serán los ejes temáticos de la XIXª Cumbre Iberoamericana que tendrá lugar próximamente en Estoril.
Finalmente, al declarar oficialmente inaugurado el Curso Académico Universitario 2009-2010, reitero mi mensaje de apoyo a la Universidad española que, con toda seguridad, alcanzará conéxito nuevas metas contribuyendo a la construcción de una España mejor en un espacio europeo cada vez más cercano, más fructífero y más moderno. En este empeño contaréis siempre con mi confianza y respaldo, así como con el permanente reconocimiento de la Corona.
Muchas gracias.