on Felipe presidió en Casa América la celebración del XXX aniversario de las Cumbres Iberoamericanas de Presidentes y de Jefes de Estado y de Gobierno, que se desarrolló en forma de diálogo con los Presidentes, y su principal objetivo ha sido poner en valor los logros de las Cumbres en estos años, el compromiso de los países con el proyecto iberoamericano, la importancia de Iberoamérica para amplios sectores sociales, así como abordar los retos futuros. Se trató de un acto semipresencial con invitados del ámbito de la diplomacia, la cultura, la economía, los medios y la educación, entre los que se encontraban el presidente del Gobierno Pedro Sánchez; el presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa; el secretario general Iberoamericano “Ad Interim”, Marcos Pinta; la vicepresidenta de la República Dominicana, Raquel Peña; y el ministro de Relaciones Exteriores de la República Portuguesa, Augusto Santos Silva.
Durante su intervención, Su Majestad el Rey destacó de la celebración de los 30 años de las Cumbres Iberoamericanas que es “una buena oportunidad para dar a conocer mejor lo realizado juntos durante tres décadas”. Y también “lo es para analizar los retos que nos apremian y que nos exigen encontrar soluciones en los próximos años; para escuchar las demandas de nuestras sociedades a las que tendremos que dar respuesta; y, sobre todo, para reflexionar sobre el futuro de nuestra Comunidad Iberoamericana con el objeto de continuar impulsando su construcción”.
Don Felipe subrayó que “debemos, ante todo, aprovechar esta celebración para manifestar nuestro orgullo de ser iberoamericanos y nuestro compromiso de avanzar juntos cada vez más, compartiendo el camino, hacia un futuro que de tantas maneras será común. Con ello estaremos dando cumplimiento a lo que acordamos en la Declaración de Guadalajara al expresar nuestra voluntad de contribuir unidos a un futuro común de paz, mayor bienestar e igualdad social”.
Previamente a la intervención del Rey, tuvieron lugar los paneles “Logros del Sistema de Cumbres en los últimos 30 años” moderado por el exsecretario general Iberoamericano, Enrique V. Iglesias y “Desafíos de la Comunidad Iberoamericana de Naciones” moderado por la exsecretaria general Iberoamericana, Rebeca Grynspan.
Las Cumbres Iberoamericanas comenzaron por primera vez en 1991, en Guadalajara (México). Fue el comienzo de un proceso de concertación que hoy, treinta años después, se ha consolidado como un espacio singular para el diálogo de políticas y una plataforma activa de cooperación avanzada basada en unos vínculos socioculturales, únicos, que definen lo iberoamericano como una comunidad de identidad y valores diferenciados de las sociedades y los países que la integran.
Hoy, el sistema iberoamericano constituye una realidad dinámica que, como otros espacios internacionales de articulación política, social y cultural, trata de ser un espacio para que los Estados miembros puedan responder colectivamente a los retos que plantea una realidad internacional sensiblemente distintos a los existentes en el momento de su creación. Para España, en particular, la dimensión iberoamericana es un componente clave de su política exterior y de cooperación, y también un espacio de cercanía y afectos, donde existen un entramado de relaciones económicas, sociales y culturales con mayor densidad y dinamismo.
Al calor de las Cumbres Iberoamericanas, se ha venido promoviendo un espacio multilateral de cooperación, caracterizado por la horizontalidad de una relación entre socios iguales, que no responde a la tradicional visión Norte-Sur y va más allá́ de los instrumentos tradicionales. Un tipo de cooperación avanzada que se basa en el desarrollo de capacidades, en el intercambio de prácticas y experiencias y el conocimiento mutuo; que aprecia la movilidad del talento y la formación; y que promueve la generación e intercambio de conocimiento especializado para resolver los complejos problemas de sostenibilidad asociados a la triple transición social, productiva y ambiental que ya demandaba una globalización en crisis, pero que la pandemia de la COVID-19 ha hecho aún más perentoria.
Iberoamérica cuenta con una institucionalidad asentada y con instrumentos consolidados de cooperación multilateral, bilateral, Sur-Sur y triangular y no gubernamental que contribuyen al dinamismo de un sistema que, treinta años después, sigue siendo una necesidad para la construcción y consolidación de la comunidad iberoamericana.