C
on mucho gusto he aceptado la invitación para clausurar este acto conmemorativo del XXV Aniversario de la Constitución Española, convocado por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales. Este acto y otro al que tuvieron la amabilidad de invitarme la Unión General de Trabajadores y la Confederación Sindical de Comisiones Obreras me han permitido asociarme a las celebraciones que los agentes económicos y sociales han organizado con motivo de este aniversario con el que celebramos nuestra entrada en la senda de la Libertad y la Democracia, bajo el amparo de la Carta Magna.
Al igual que tuve la ocasión de expresar en Santa Cruz de Tenerife, quiero destacar el sentido de la responsabilidad con el que los representantes empresariales y los sindicatos de trabajadores han desarrollado sus actividades, combinando acertadamente la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios con el diálogo y el entendimiento. De ahí que hoy quiera, en primer lugar, manifestar públicamente mi reconocimiento a la labor de los empresarios durante estos veinticinco años. Es mucho lo que todos debemos a su iniciativa y a su buen hacer.
A lo largo de este acto hemos podido escuchar, de voces autorizadas, lo que ha significado este cuarto de siglo de vigencia de nuestra Constitución para el mundo de la empresa y de la economía; y quiero decir que una conclusión parece evidente y compartida: Han sido veinticinco años de progreso en un marco de libertad y convivencia democrática, que han permitido que España se abra al mundo y registre, al mismo tiempo, grandes avances en materia de cohesión social.
Nuestra Norma Fundamental constituye un instrumento moderno, e integrador, que ampara a todos los ciudadanos y es el eje vertebrador del fructífero marco jurídico, político y territorial de convivencia que gozamos en la España de hoy.
La Constitución, elaborada desde la concordia y sobre el consenso, nos ha proporcionado una estabilidad política, económica y social que ha sido la clave de la profunda modernización y del progreso registrado por España en estos años. Una estabilidad esencial para poder seguir progresando con confianza y afrontar con éxito los retos y oportunidades que nos plantea el futuro de la sociedad española y del mundo interdependiente en el que vivimos.
Las cifras en que se ha concretado este avance son realmente impresionantes, hasta configurar una España que ha pasado a integrarse plenamente en la Unión Europea y a formar parte, por derecho propio, del grupo de países más industrializados y desarrollados del planeta, de una forma que seguramente no se había previsto ni siquiera en los pronósticos más optimistas hace un cuarto de siglo.
Quiero agradecer al Presidente de la Confederación la valoración que ha hecho del papel de la Corona en esta evolución y en la promoción y mantenimiento de un marco de libertad y estabilidad que ha propiciado la inversión, la generación de riqueza y la creación de puestos de trabajo.
Han sido muy numerosas las ocasiones en las que S. M. el Rey, así como otros miembros de mi Familia y yo mismo hemos sido invitados a participar en actos organizados por esta Confederación, o que tenían una relación directa con el mundo empresarial dentro y fuera de España.
Esta presencia significaba tanto un reconocimiento como una exigencia. Por una parte, el reconocimiento hacia el papel protagonista de las empresas españolas en nuestro desarrollo económico y social; por otra, el deseo de subrayar el sentido de la responsabilidad y de la solidaridad social que deben ser inherentes a la actividad empresarial en el mundo de hoy.
Ese ejercicio de responsabilidad se ha llevado a cabo con efectos muy beneficiosos para el conjunto de la ciudadanía y también del propio colectivo empresarial. En estos años ha mejorado la imagen y la consideración social de las empresas y, gracias a ello, se ha ido ampliando su margen de autonomía y actuación. Todo ello es reflejo de una actitud general más abierta hacia las inquietudes sociales, más consciente de la importancia de su función, y más sensible a las demandas de la opinión pública.
A lo largo de este período he podido comprobar con satisfacción en mis visitas al extranjero, el enorme esfuerzo inversor que nuestras empresas han desarrollado en el exterior hasta alcanzar una posición muy destacada, a escala internacional, en sectores estratégicos y de alta tecnología, lo que confiere hoy una dimensión multinacional a nuestras empresas, inexistente hace un cuarto de siglo. Me agrada mucho decirles a este respecto que, para mí, ha sido y será siempre un orgullo participar en la proyección y promoción de nuestras empresas por todo el Mundo, como una parte importante de mi trabajo y compromiso con el futuro de España.
Señoras y Señores.Conforme al espíritu que anima al Estado Social y Democrático de Derecho que sustenta nuestra Carta Magna, nuestro importante desarrollo económico ha ido acompañado de un sustancial avance en materia educativa, en la cobertura sanitaria y en la protección social de los españoles.
Al obligado reconocimiento de todo lo que se ha avanzado, es preciso añadir la necesidad de sostener ese esfuerzo de progreso y bienestar social y de afrontar el planteamiento de nuevos retos y exigencias que las empresas deben asumir desde su compromiso con la sociedad y con España. Los cambios operados en el mundo de la producción y de la competencia internacionales son muchos y muy profundos.
La Globalización, la Sociedad del Conocimiento, la Revolución tecnológica o la Nueva Economía, obligan a una actitud permanente de atención a los cambios y a un replanteamiento en las formas de crear riqueza y empleo, siempre innovando y asumiendo riesgos calculados que permitan la exploración de nuevas ideas. Y es que España espera de sus empresas una mayor capacidad de innovación, que se concrete en una apuesta decidida por la Investigación y el Desarrollo; espera, asimismo, una mayor competitividad internacional, asegurando la presencia de nuestros productos en nuevos mercados; confía en que los empresarios incorporen plenamente los principios de la responsabilidad social corporativa y confía también en la integración laboral de los colectivos más desfavorecidos y en una mayor proyección del mundo de la empresa en ámbitos de interés general: la educación, el arte, la cultura y el medio ambiente.
Para acometer todos estos desafíos, disponemos, en primer lugar, de un valioso marco constitucional y legal que dio en su momento un espaldarazo definitivo a la actividad empresarial a través del reconocimiento de la libertad de empresa en una economía de mercado.
En segundo lugar, disponemos también de un método de relación entre interlocutores económicos y sociales basado en el diálogo y el acuerdo que tantos frutos ha rendido en este cuarto de siglo.
En tercer lugar, disponemos de la confianza de la Sociedad española en su tejido empresarial, que ha ganado día a día en credibilidad y estima social gracias a la profunda modernización y profesionalización de nuestras empresas, asimilándolas a las del entorno europeo e internacional en el que operan.
Por último, la sociedad española cuenta con un creciente número de jóvenes empresarios que con buena formación, gran energía, y sabiéndose depositarios de esa confianza están dispuestos a dar todo de sí mismos para superar con éxito esos desafíos.
No quiero terminar mi intervención en este acto sin referirme a la importancia de futuro que tiene nuestra Constitución para mi generación y las más jóvenes de la España de hoy.
A partir de 1975 hemos sido testigos y partícipes del sentimiento de ilusión colectiva que ha inspirado el nacimiento y el desarrollo de nuestra Norma Fundamental. Hemos vivido momentos históricos, conscientes de las decisiones trascendentales que han permitido labrar nuestro presente y sentar las bases para seguir avanzando hacia un futuro mejor.
Hemos podido desarrollar nuestras vidas en democracia, en libertad, sin temores, odios o divisiones, como ciudadanos plenamente homologados a los del resto de la Europa a la que pertenecemos, y en condiciones de creciente progreso económico, social, educativo y cultural.
Hoy, esas jóvenes generaciones de españoles han empezado a asumir importantes responsabilidades en todos los ámbitos de nuestra sociedad: desde la política o la Administración, hasta las empresas o la Universidad.
De ahí que tengamos contraída una especial responsabilidad con el futuro de España en este vigésimo quinto aniversario de la Constitución. Una responsabilidad que se traduce en la necesidad de reafirmar nuestro compromiso de preservar y fomentar el espíritu integrador, conciliador, de convivencia y de estabilidad que garantiza nuestra Norma Fundamental.
Ello supone, en primer lugar, proyectar hacia el futuro la obra de quienes han hecho posible 25 años de convivencia en libertad, honrando así la deuda de gratitud contraída con ellos.
En segundo lugar, reconocer, valorar y asumir que el sacrificio y el esfuerzo, como se ha demostrado a lo largo de estos 25 años, están en la base de todo progreso colectivo.
Y en tercer término, evitar toda indiferencia, abandono y despreocupación por la vida pública. Y, en su lugar, reafirmar nuestro compromiso con los valores y principios que sustentan nuestra convivencia desde hace tantos años.
En definitiva, como ha dicho S.M. el Rey ante las Cortes Generales, "una convivencia que hemos de fomentar desde la escuela, el hogar y el trabajo, estimulándola día a día en la vida pública. Todo ello, contando con la indispensable ayuda y el ejemplo de nuestras fuerzas políticas y de nuestros agentes económicos y sociales".
Por mi parte y como Heredero de la Corona, reitero mi compromiso de total entrega al servicio de España y de los españoles con profunda lealtad a nuestra Constitución y a sus valores y principios. Un compromiso con una sociedad libre, respetuosa con las opiniones ajenas, tolerante y solidaria que basa su convivencia y progreso en los valores democráticos y en los principios del Estado de Derecho. Una sociedad de amplia y enriquecedora diversidad, unida y cohesionada.
Y concluyo mi intervención animándoles a proseguir con redoblada ilusión ese esfuerzo solidario con el que los empresarios han contribuido a convertir a España en una nación abierta, próspera y moderna. En ese empeño siempre podrán contar, como hasta ahora, con el apoyo y aliento de la Corona.
Muchas gracias.