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a ringrazio sinceramente Alcalde per il suo benvenuto e per la generosa ospitalitá che mi dimostra con questa colazione. Ciò mi permette di avvicinarmi alla ricca realtà del momento presente di una cittá come Roma, viva e moderna, che va avanti portando con sé l?immenso bagaglio del?arte e della storia. E ahora en la mia lingua
En este mi primer viaje oficial a Italia, el?Soggiorno Romano? me llena de especial emoción y provoca en mí un doble sentimiento. Vuelvo a la capital de un país cercano y amigo, al que miramos desde España con especial cariño y admiración, con quien compartimos los valores que han forjado la civilización occidental y en particular la cuenca mediterránea, que vio nacer la cultura latina que los produjo. Y vuelvo también a una ciudad que evoca en mí hondas resonancias familiares, puesto que aquí nació mi padre, el Rey Don Juan Carlos.
Todos somos peregrinos en Roma. Venimos a doctorarnos en ese arte que no se aprende en ningún libro. El de la Historia que no pasa, sino que sigue viviendo en la realidad de hoy.
De toda la ciudad, es probablemente aquí, sobre el Capitolio y en el espacio arquitectónico de Michelangelo Buonarroti, donde se hace evidente el milagro de la Roma Eterna.
Hace unos minutos, señor Alcalde, he tenido la oportunidad de admirar desde el balcón de su despacho uno de los panoramas más impresionantes que la historia y el tiempo nos han legado, y que han sido el asombro de emperadores, viajeros, pintores y poetas.
Pero basta descender por el otro lado de la colina y uno se encuentra con la acogedora y bulliciosa Roma moderna. La Roma capital de un Estado influyente, de una democracia enormemente viva y de una de las economías más avanzadas del mundo, cuyo dinamismo y capacidad inagotable de inventiva hacen del modelo italiano un ejemplo a seguir y obligado punto de referencia para la economía española.
Dirigir los destinos de esta urbe que es a la vez un orbe, con sus más de tres millones de habitantes, que acoge todos los años a incontables turistas y es la meta de millares de peregrinos, no es tarea fácil. Compaginar estas condiciones con las exigencias de un museo vivo, y con las de una gran metrópoli, constituye un reto cotidiano todavía más difícil de cumplir.
Y esto es, señor Alcalde, lo que usted está logrando y por lo que quiero expresarle, junto con mi agradecimiento por su calurosa acogida, mi más sincera felicitación.
Brindo por su éxito y por la Bella y Eterna Roma.
Muchas gracias.