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oder presidir, una vez más, este Acto de entrega de los Premios Nacionales de Diseño, constituye un motivo de especial alegría para mí al cumplirse este año su Décimo- quinta edición. Se trata, sin duda, del principal galardón de cuantos en España se conceden al buen hacer de los profesionales y de las empresas en ese ámbito.El interés institucional hacia el diseño es lógicamente creciente, por la importancia económica, social y cultural que, hoy en día, corresponde y se reconoce a esta actividad.Ello es así, tanto desde la óptica del ejercicio de una profesión tan creativa como rigurosa, por lo que se refiere a los diseñadores; como, desde la visión estratégica y la excelencia en la gestión, por lo que se refiere de las empresas.Dicho interés institucional se justifica, asimismo, desde la perspectiva más amplia de la proyección internacional de la imagen de España y de nuestra presencia comercial en el exterior.Estos diferentes enfoques están hoy magníficamente representados por la empresa y el diseñador galardonados en esta Décimo-quinta edición de los Premios.Por ello, felicito sinceramente a la empresa Nanimarquina y a Don Carlos Rolando. Quiero expresarles mi admiración por sus respectivas trayectorias profesionales, empresariales y artísticas.A Nanimarquina, como pequeña gran empresa, y especialmente a su fundadora, que al apostar decididamente por el diseño y la innovación han conseguido un éxito y prestigio internacionales bien merecidos.Y a Carlos Rolando, maestro gráfico, como creador de todo un estilo visual y de espléndidos programas de identidad para numerosas empresas, marcas, ferias y ciudades españolas.El Acto que hoy nos congrega, nos permite insistir de nuevo en la necesidad de fomentar una cultura social y empresarial que reconozca el verdadero valor y enorme potencial del diseño.La España democrática, dinámica, moderna y creativa de nuestros días, que sustenta nuestra Constitución, precisa una permanente mejora en formación, investigación, desarrollo e innovación, incluyendo por supuesto el diseño, como vías para seguir avanzando por la senda del progreso y del bienestar social.En dicho marco, debemos entender el diseño como factor clave para una más eficiente identificación y promoción internacional de nuestras empresas, así como elemento decisivo para el incremento de su competitividad y productividad. Se trata, en suma, de un instrumento que, si bien se concibe y gestiona con criterios de mercado, humaniza el marco físico y estético de nuestra convivencia, elevando la calidad de vida de nuestros ciudadanos.Los Premios Nacionales de Diseño representan una importante aportación a tales propósitos. Contribuyen a subrayar el reconocimiento social que merecen cuantas personas y empresas nos brindan un ejemplo de excelencia en este ámbito de actividad. Y sirven también de estímulo a una cultura basada en la innovación y el progreso sostenible de nuestra sociedad, tanto en el plano económico como en el humano.Para concluir, deseo reiterar mi felicitación a los premiados y mi reconocimiento a los organizadores de este acto, en particular al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y a la Fundación Barcelona Centro de Diseño, por esta iniciativa, tan oportuna como fecunda, al servicio de la promoción y del desarrollo del diseño en España.Muchas gracias.