V
engo con mucho gusto a esta muy querida y gran ciudad de Barcelona para presidir un año más este Acto emotivo y solemne, al que la Corona atribuye un especial significado y relevancia.
Muchas gracias a las autoridades presentes y a todos los asistentes por tan amable acogida. Gracias también al Presidente del Consejo General del Poder Judicial por sus sentidas palabras.
La entrega de los Despachos que os acreditan como Jueces es, sin duda, un día de especial alegría y orgullo que me agrada compartir con todos vosotros, los alumnos de la Cincuenta y Nueve Promoción de la Escuela Judicial y con vuestras familias.
Es también, como decía antes, un Acto especialmente relevante para el conjunto de nuestra sociedad.
En efecto, España cuenta desde hoy con un nuevo grupo de valiosos servidores del Estado dispuestos a aplicar sus amplios conocimientos, profesionalidad y sentido de la responsabilidad, a la noble labor de administrar Justicia.
Felicito de corazón a todos y cada uno de los nuevos Jueces que culminan así un periodo de honda y sacrificada formación.
A partir de este momento, iniciáis una preciosa andadura, con el compromiso de dedicar lo mejor de vosotros mismos a hacer realidad vuestra vocación como Jueces.
A cada uno de vosotros incumbe desde ahora aplicar el gran bagaje de conocimientos que habéis acumulado, así como la serenidad y rectitud que inspiran la labor judicial.
Una labor sugestiva y gratificante, para la que os habéis estado preparando mediante un proceso largo, intenso y no siempre libre de obstáculos, cuya terminación hoy celebramos.
Junto a vuestro esfuerzo personal quiero, asimismo, agradecer el gran apoyo de vuestras familias, así como la espléndida labor de la Escuela Judicial en Barcelona para convertiros en buenos jueces. De ahí, mi gratitud a su Director, profesores y a todo su personal.
Como nuevos jueces no perdáis nunca la ilusión con que emprendéis vuestra tarea, conscientes de que con vuestra abnegada entrega diaria contribuiréis al sostenimiento y desarrollo del Estado de Derecho, a la paz social y a la convivencia.
Una gran tarea que contribuye eficazmente a hacer de la Justicia y de la igualdad ante la Ley, unas realidades palpables para todos.
Es bien sabido que la buena Administración de la Justicia es un factor determinante del grado de prosperidad de un país, así como un elemento clave de la confianza ciudadana en sus instituciones.
Por ello, quiero aprovechar este Acto para subrayar la contribución de nuestros Jueces y Magistrados a la realización de los principios y preceptos que consagra nuestra Constitución, entre los que la Justicia se erige como uno de sus valores esenciales.
Destaca asimismo la alta calidad técnica de los integrantes de la Carrera Judicial, su vocación de servicio a los ciudadanos, y su respeto a los valores de independencia e imparcialidad inherentes a la condición de Juez.
Soy consciente de la extrema dificultad que entraña el ejercicio de vuestra función, así como de la exigencia de aprendizaje permanente que implica.
Y es que la tarea de juzgar requiere el máximo de prudencia, pero también gran pericia y preparación técnica, así como un acendrado sentido de Justicia, desde la rectitud de conciencia y el respeto a la Ley, como norte de vuestras decisiones.
En efecto, la Constitución, que debe serviros de guía rectora de vuestras actuaciones, ordena que actuéis sometidosúnicamente al imperio de la Ley.
Sólo así conseguiréis ser expresión de la Ley, hacerla realidad y garantizar la tutela efectiva de los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos.
Os reitero mi más cordial enhorabuena, al tiempo que os deseo muchoséxitos en vuestra tarea, desde la que sabréis sumar vuestro esfuerzo al de cuantos trabajamos para construir una España cada día mejor.
Que vuestra importante labor al servicio de la sociedad, desde el respeto a la Justicia y al Derecho, sea un ejemplo para todos.
En esa tarea podéis contar con mi pleno reconocimiento y todo el respaldo de la Corona.
Muchas gracias.