C
omo Príncipes de Asturias y de Viana, volver a Navarra siempre nos llena de alegría, que se multiplica en las grandes ocasiones, como esta celebración, cuando un pueblo admira y reconoce a los que considera que personifican el ejemplo de sus valores culturales y humanos.
La entrega de estos Premios proyecta a toda España la solidez de las raíces milenarias de esta tierra, de las que fluye, como sin sentirlo, el genio vivo, creador y abierto de los navarros y, entre ellos, de tantos hombres y mujeres de la cultura, cuyos sobresalientes méritos queremos distinguir todos los años.
Felicitamos con especial admiración y afecto a Don Agustín González Acilu, por la suma de rigor y delicadeza, investigación y empeño, anhelo y plenitud que su talento ha sabido volcar en partituras, en beneficio de la música, que es como decir, en favor del Arte.
Al mismo tiempo, esta ceremonia nos brinda la oportunidad de reconocer aún más de cerca y con todos vosotros, las ilusiones, las iniciativas y los proyectos generados en esta dinámica Comunidad Foral. El entorno que nos acoge sintetiza de alguna manera todo ello. Aquí, en la Sierra de Errando, defendidas por el monte Arangoiti y cobijadas en esta Abadía de San Salvador de Leyre, se encuentran las tumbas de los primeros Reyes de Navarra.
Entre estos riscos del pre-Pirineo resuenan las palabras, realistas y llenas de respeto que, en el Siglo IX, Eulogio de Córdoba escribió sobre Leyre, sus gentes y sus libros. Más tarde, cuantos pasaban junto a estas mismas piedras supieron que otros navarros, quizá formados entre ellas, habían logrado, en defensa de la libertad de todos, romper aquellas fuertes cadenas que hoy definen las armas de la Comunidad Foral y aportan su significado propio al escudo de la Nación.
Se presiente desde aquí el esplendor de la selva de Iráti, mientras esta arquitectura, noble y recia, refleja la identidad navarra, esencial en la forja del pasado, presente y porvenir de España. Navarra nos enriquece especialmente con su gente emprendedora, que fomenta con decisión y esfuerzo la iniciativa y la innovación, para superar retos y dificultades en su progreso diario hacia el más alto nivel cultural, el mayor bienestar social y el crecimiento más sostenible.
Por eso, la cultura se percibe en estos Premios como expresión creativa que enriquece a la persona, a la comunidad. En consecuencia se armoniza con los afanes que permiten avanzar a la sociedad para ser cada día más humana y estar más volcada en un compromiso solidario, especialmente con quienes más lo necesitan.
En esa atmósfera, la sensibilidad musical de los navarros aporta, a España y al mundo, magníficos compositores e intérpretes, corales y orquestas, que han recibido unánimes reconocimientos. Baste recordar el centenario del fallecimiento de Pablo Sarasate que celebramos en 2008.
Este año 2009, el premio Príncipe de Viana de la Cultura ha distinguido la impecable trayectoria creadora del maestro Don Agustín González Acilu. Su obra sintetiza la creatividad y consistencia de los compositores españoles en lasúltimas seis décadas. Miembro destacado del grupo de nuevos compositores surgido en los años 50, tras el yermo periodo de la guerra y la posguerra, Don Agustín fue protagonista del impulso decisivo para la definitiva articulación de la música española contemporánea con las estéticas compositivas del resto de Europa.
Su música contiene una fuerte exploración de nuevas realidades sonoras cuya arquitectura se fundamenta en un planteamiento ideológico, estético y técnico, realizado con rigor y honestidad. Las partituras de nuestro Premiado traen a la memoria las palabras de Albéniz, cuando calificaba la música de?aritmética de los sonidos, como laóptica es la geometría de la luz?.
Es admirador de Juan Sebastián Bach y ha seguido su ejemplo de búsqueda permanente de equilibrio entre ciencia y humanismo hasta alcanzar unos criterios compositivos personales, una manera propia de componer que hace que su obra se distinga plenamente de la de cualquier otro autor.
Siempre fiel a sus principios, su talante investigador y experimental le mantiene al margen de modas y tendencias particulares. Cada uno de sus trabajos es producto de un largo proceso de estudio, guarda una relación dinámica con los demás y supone una ampliación de técnicas y medios respecto al precedente. Nunca se detiene en ninguna de sus creaciones, sino que las depura más y más.
Para el Profesor González Acilu, la música es una conjunción de arquitectura y memoria.?Componemos sobre la memoria?ha dichoél mismo- como el pintor compone sobre el lienzo. Mi pensar musical se desarrolla de una composición a otra como los eslabones de una misma cadena?.
Por todo ello, Don Agustín ha alcanzado un lugar propio y bien definido en el panorama de la composición española y un renombre singular como músico culto, infatigable lector y excelente maestro. De manera que el Premio Príncipe de Viana que acabamos de entregarle se suma, a otras muchas distinciones bien merecidas, tanto nacionales como internacionales.
Pero me permito adivinar enél y en su familia una sensación especial?muyíntima- al recibiréste; pues es su tierra, su gente, la que hoy le honra, le aprecia y le agradece su espléndida labor como compositor y profesor, con el deseo de que pase a integrar el Patrimonio común e intemporal de los navarros y, así también, el de todos los españoles.
En nombre de la Princesa y en el mío reitero al Maestro González Acilu nuestra más cordial enhorabuena por este galardón. Y si me permite añadir un punto más, Profesor, desearíamos también que este Premio fuera un nuevo estímulo para que continúe muchos años más con su desbordante actividad creadora en favor de la música.
Gracias al Señor Presidente del Gobierno de Navarra, a todas las Autoridades que nos acompañan, y a cuantos han cooperado en la excelente organización de este Premio, que resalta las mejores aportaciones de los creadores navarros a la cultura, como la herramienta más preciosa para el avance sereno y sólido de la Humanidad.
Confío en que el Premio Príncipe de Viana continúe fomentando en Navarra y en el resto de España el aprecio por las mejores creaciones del espíritu humano, así como el afán por conocer aún mejor nuestro inmenso Patrimonio común, que enriquece la civilización europea, y estrecha nuestros lazos con tantos pueblos y países en todo el mundo.
¡Enhorabuena y muchas gracias!