A
gradezco al Presidente de Telefónica su amable invitación para inaugurar los imponentes edificios de su nueva sede en Madrid, así como su atento recibimiento y las muy afectuosas palabras que ha querido dedicarnos.
Una sede que destaca en la arquitectura de vanguardia, como obra de gran porte y singular belleza, con un diseño funcional, novedoso e inteligente.
Su original y atractiva fachada de ?doble piel?, su alto valor añadido funcional y tecnológico, la convierten en modelo de integración unitaria de un gran espacio abierto, caracterizado por una alta eficiencia energética.
Se trata en suma de una sede a la altura del peso, prestigio y capacidad innovadora, de una gran empresa multinacional española como Telefónica.
Una empresa veterana, convertida en las últimas décadas en ejemplo de crecimiento, proyección internacional y potencial tecnológico en un sector, como el de las telecomunicaciones, de muy intensa y compleja competencia a nivel mundial.
De ahí, el legítimo orgullo con el que Telefónica celebra la inauguración de estos magníficos edificios, un acto al que nos sumamos con la expresión de nuestra más efusiva felicitación.
La reciente historia de Telefónica resulta indisociable de la misma evolución de nuestro progreso económico y social.
A lo largo de las tres últimas décadas, todos juntos hemos sabido conjugar esfuerzos que han contribuido a la profunda modernización, al intenso crecimiento económico y a la indudable mejora del bienestar social de España en un marco de estabilidad, democracia y convivencia, sin precedentes en nuestra Historia.
Es evidente el papel clave que en esa conjunción de anhelos, ilusiones e intereses han desempeñado y desempeñan nuestras empresas, favoreciendo además la presencia de nuestro país a escala internacional.
Entre ellas, Telefónica ocupa un lugar preeminente, no sólo por dimensión y trayectoria, sino como ejemplo y estímulo a los esfuerzos en I+D+i, así como a la apuesta exterior que la globalización impone a nuestro tejido productivo.
Este año se cumplen poco más de ocho décadas del nacimiento de una empresa que, en 1927 apenas disponía de ciento treinta mil abonados, y cuya primera línea con los Estados Unidos fue inaugurada - como acaba de recordarse - hace ahora ochenta años, por mi abuelo el Rey Alfonso XIII mediante una conversación con el Presidente Calvin Coolidge.
En esos primeros años, Telefónica se instaló en el emblemático edificio de la Gran Vía en Madrid, acorde con sus ambiciones y pensando en el siglo XX.
Hoy, casi ochenta años después, inauguramos este Distrito C, una nueva e imponente sede pensada para el siglo XXI, capaz de acoger a más de doce mil empleados y con todos los avances y servicios que demanda una compañía puntera en el mundo de las telecomunicaciones.
En este cambiante y decisivo sector, Telefónica es hoy un operador líder a nivel europeo y el cuarto a escala mundial, con doscientos cincuenta mil empleados y una sólida implantación en veinticinco países.
Una empresa europea, a la vez que iberoamericana, con una creciente presencia en los mercados emergentes como Asia ? Pacífico.
En la trayectoria de esta compañía, destaca la labor de los Presidentes, directivos, profesionales, ingenieros, técnicos, personal administrativo y de servicios, con los que Telefónica cuenta y ha podido contar a lo largo de su vida.
Todos ellos integran un valioso capital humano, el mejor activo y la mayor garantía de éxito de las compañías que apuestan por superar con eficacia los delicados retos del presente y del porvenir.
La Reina se une a mí para reiterar al conjunto de la gran familia de Telefónica nuestra felicitación más afectuosa en este día, junto a nuestros mejores deseos de éxito para el futuro.
Nuestra enhorabuena más cordial asimismo a quienes, con tanto esfuerzo como acierto, han concebido y desarrollado este magnífico proyecto.
Declaro inaugurado este Distrito C, Ciudad de la Comunicación, de Madrid.
Muchas gracias.