L
a protección del medio ambiente ocupa un lugar cada vez mayor en la mentalidad colectiva de nuestro tiempo, y nos invita, por tanto, a analizar, siquiera brevemente, su contenido y fundamento.
Se trata de un tema que me atrae especialmente, por su trascendencia presente y sobre todo futura, y porque pertenezco a una generación a la que corresponde sentar las bases y extraer las conclusiones que esta cuestión nos exige y reclama.
Proteger el medio ambiente es una responsabilidad que debemos asumir valientemente, por su indudable contenido y repercusiones de carácter social; por su impacto en el bienestar futuro de la Humanidad.
Este objetivo se identifica, en definitiva, con la conservación de los recursos naturales que compartimos y tenemos la obligación de salvaguardar, ya que en él se cifra la viabilidad de un desarrollo equilibrado y sostenido, y en particular el de los países y grupos humanos cuyo principal activo y sustento son estos bienes.
Creo que la forma más atractiva y estimulante de enfocar este asunto es desde la perspectiva de la solidaridad, que propone un compromiso positivo y una tarea a compartir por todas las partes implicadas en este proceso.
Las iniciativas en favor del medio ambiente tienen también un carácter innovador, pues se dirigen en definitiva a una mejor calidad de vida. Es éste un concepto que está modificando profundamente nuestros hábitos y comportamientos colectivos, y cuya eficacia puede medirse en campos tan decisivos para nuestra convivencia como los sistemas de salud o la organización del trabajo, el transporte, el ocio...
La defensa del medio ambiente debe abordarse desde una doble perspectiva individual y social, pero con un carácter global. Los ciudadanos, mediante una evolución inteligente de sus conductas como consumidores. Las organizaciones e instituciones con objetivos medioambientales, con una constante actualización de sus programas y actividades. Los medios de comunicación, contribuyendo al más amplio conocimiento y difusión de estos valores y metas. Los gobiernos nacionales y las agencias intergubernamentales o transnacionales, promoviendo y desarrollando las legislaciones y políticas de prevención y corrección que sean necesarias.
Los sectores industriales y empresariales tienen una evidente influencia para impulsar una mentalidad colectiva ambientalmente adecuada, tanto en la producción de bienes o servicios como en su presentación a los clientes.
Vemos con satisfacción que el progreso científico y tecnológico va orientándose hacia fórmulas que respaldan una mentalidad abierta a la incorporación del factor medioambiental al proceso productivo y la gestión empresarial, y que ello se realice con el necesario rigor y transparencia que los ciudadanos, consumidores y razón última del progreso, demandan.
Son cada vez más numerosas las industrias que incluso por propia decisión, y yendo más allá de las estrictas exigencias legales, aplican los avances más significativos en materia de tecnologías limpias, diseño ecológico de productos, minimización y reciclaje de residuos, mejora de sistemas de gestión ambiental y respeto al entorno natural.
Quienes reciben los Premios que hoy tengo la satisfacción de entregar han logrado en estas áreas un nivel de excelencia que sin duda merece nuestro reconocimiento. Muy sinceramente les felicito por estos galardones que han merecido por la firmeza de sus convicciones cívicas, y por haber acertado a materializarlas, conforme a su específica vocación empresarial, en resultados positivos para su rentabilidad y competitividad.
Felicito también a la Fundación Entorno por esta iniciativa, y por su propósito de facilitar a las empresas cuya dimensión y disponibilidad de recursos es reducida, las fórmulas y herramientas necesarias para incorporarse con éxito a la aplicación de los principios que en este acto se proclaman y proponen.
Quiero también destacar la colaboración que han prestado a estas recompensas el Ministerio de Industria y Energía y la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, que dan con ello prueba de su interés en la preservación de nuestro patrimonio natural y en nuestro desarrollo equilibrado.
A todos expreso mi reconocimiento, animándolos a continuar esta tarea, a la que también convoco a todas las empresas españolas, cuyo protagonismo en la salvaguarda de nuestro entorno es indispensable para nuestro desarrollo económico y social.