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Palabras de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias en el almuerzo con los alcaldes de la Comunidad de Madrid

Madrid(Castillo de Manzanares el Real), 07.06.2001

C

reo sinceramente que para mi es motivo suficiente y legítimo celebrar que tenga esta ocasión de reunirme hoy con los Alcaldes de los ciento setenta y nueve municipios de la Comunidad de Madrid con motivo de mi visita oficial, y saludar a través de ellos a los Ayuntamientos que presiden y a todos sus habitantes.

El programa de mi visita necesariamente limitado a estos 4 días no va a permitirme expresarlo personalmente a todos, como me hubiera gustado, pero les adelanto desde aquí mi deseo de hacerlo poco a poco, en distintas circunstancias u ocasiones.

En este saludo incluyo por supuesto a todas las comarcas madrileñas: la Sierra Norte, la Cuenca Alta del Manzanares, el Guadarrama, el Sur de la Comunidad, la capital y el área metropolitana, las cuencas del Alberche, el Tajo, el Tajuña, el Henares y el Jarama.

En algunas ocasiones el escenario de un encuentro tiene un profundo significado. Este es el caso del Castillo de Manzanares el Real, que alude en primer lugar a una antigua relación con Castilla, unida al recuerdo de sus buenas letras, de la que podéis sentiros orgullosos, y que es, sobre todo, símbolo de vuestra Autonomía, que nació de los trabajos que entre estos muros tuvieron lugar, entre 1981 y la aprobación de Estatuto en 1983, y que ha dado tan largos y pródigos frutos en estos dieciocho años de vida.

El protagonismo colectivo de la Autonomía madrileña se ha consolidado sobre el patrimonio rico y diverso de sus pueblos y ciudades. El peso indudable de la Villa de Madrid no ha sido obstáculo para que los demás municipios, sin mengua de su relación y colaboración con la capital, hayan hecho valer su capacidad y su dinamismo en el desarrollo de la región. Desde Aranjuez a Somosierra, desde el embalse de Estremera al de San Juan, en la Comunidad de Madrid se dibuja un paisaje de múltiples matices, diferentes orígenes y enormes posibilidades. La singularidad de cada uno de los horizontes madrileños es uno de los grandes recursos de una Comunidad que quiere ser muy moderna sin convertirse por ello en uniforme.

Madrid tiene mil rostros, muchos ni siquiera oriundos de aquí pero a todos atañe un afán común: el de mantener la propia identidad, pero creando un espacio habitable con las calidades y servicios que demanda nuestro tiempo, y manteniendo la cooperación necesaria para acceder a menor costo a determinadas prestaciones.

Esta es vuestra tarea, extremadamente compleja, pues en nuestra Comunidad coexisten muy diversas vocaciones y dedicaciones. Desde la específicamente agraria y ganadera, que compensa su menor incidencia en la economía regional con una elevada calidad de sus productos, a la de los municipios históricos, centrados en la conservación y disponibilidad de su patrimonio artístico. Desde las residenciales, en las que es preciso organizar el crecimiento y la convivencia entre antiguos y nuevos habitantes, a la de los grandes Ayuntamientos, mayores que muchas capitales españolas.

En unos casos se trata de promover un urbanismo inteligente, que sea al tiempo respetuoso con el paisaje y justo con vuestras expectativas de crecimiento. Otros deben resolver una serie de retos como el acceso a la vivienda, especialmente acuciante para los jóvenes, el transporte, siempre complejo en las grandes ciudades, el respaldo al pequeño comercio, que trata de modernizarse, o la dotación de infraestructuras en las áreas de expansión urbana.

En este proceso tiene un papel esencial la relación entre el Gobierno regional, como responsable de la ordenación territorial, y los Ayuntamientos, como colaboradores efectivos de la misma. Precisamente en esta colaboración está la clave del desarrollo de muchas pequeñas localidades, que están descubriendo el inmenso potencial del turismo rural, y el acierto de preservar el medio natural con la atención que merece un patrimonio cargado de riquezas de toda clase.

Otras necesidades y expectativas están siendo también valerosa y eficazmente afrontados por las Corporaciones locales y la Administración regional. Me refiero a los grandes ejes que determinan la organización territorial de Madrid, como el área metropolitana o el Corredor del Henares, y que forman parte de lo más prometedor del desarrollo de la Comunidad. También a la posibilidad de coordinar y aprovechar unos ingentes recursos materiales y humanos en torno a la iniciativa de Metrosur, una de las de mayor trascendencia en su género en Europa.

Pemitidme que os felicite por ello, y que a la vez anime a todas las instituciones a insistir en el objetivo del reequilibrio territorial, para contar con todas las zonas de la Comunidad, como, ya ha demostrado, por ejemplo, la decisión de emplazar un gran Parque Temático en San Martín de la Vega.

Mejorar Madrid es un honroso empeño, que me consta asumís con ilusión. Contribuir al desarrollo humano de la Comunidad es una misión que corresponde no sólo a las instituciones regionales, sino también a los Ayuntamientos. Os invito a realizarla, y os avanzo mi apoyo para conseguirla.

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