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Palabras de Su Majestad el Rey en la inauguración del “Foro parlamentario sobre el futuro del Mediterráneo”

Palacio de Congresos. Granada, 03.04.2025

Aunque no es la primera vez que lo escuchan esta mañana, permítanme que también yo les dé la bienvenida a España, aquí en la querida ciudad de Granada, y a este Foro de la Asamblea Parlamentaria de la UpM dedicado al futuro de nuestro mar y de los países que compartimos su cuenca. Un encuentro que empezó a concebirse (como nos ha explicado la presidenta Armengol) ya durante la presidencia marroquí, y que la presidencia sucesiva, la española, ha incluido en su programa de trabajo.

Esta ciudad es un lugar ideal para hablar del futuro que queremos compartir. Su arte y su historia nos invitan, más allá del goce sensorial, a una reflexión de carácter ético: qué lejos podemos llegar los pueblos de ambas orillas cuando el contacto y la convivencia se tornan en conocimiento y aprendizaje.

Señoras y señores,
El mundo vive días convulsos, y el extremo oriental de la cuenca Mediterránea vuelve a estar, por desgracia, en el epicentro de la tensión, el conflicto y la tragedia. Las imágenes de sufrimiento y desolación nos hacen muy difícil hablar de esperanza y de futuro. Pero nuestros pueblos necesitan, ahora más que nunca, palabras capaces de alumbrar políticas de progreso, políticas que alcancen a todos. Y esas palabras han de ser las de todos ustedes: la voz de todos los pueblos del Mediterráneo, encarnada en sus parlamentos.

Me gustaría contribuir a sus reflexiones con unos cuantos comentarios acerca de los Grupos que vertebrarán los trabajos de este Foro.

El lema de la Presidencia española es “la situación migratoria del Mediterráneo desde un enfoque integral”. La movilidad es, como sabemos, un fenómeno inherente a los pueblos, a las civilizaciones, al ser humano. Durante miles de años, las migraciones han moldeado nuestro modo de ser, nos han hecho más cercanos o iguales, e incluso más fuertes y abiertos al cambio.

Ese consenso en torno al sentido y la importancia del fenómeno migratorio nos obliga a luchar contra sus lados más oscuros: las redes que operan al margen de los cauces legales, las mafias que trafican con personas y cuyas víctimas primeras son los propios migrantes: sus expectativas de futuro, su integración, sus derechos, su dignidad. Debemos seguir trabajando por una migración ordenada, segura y regular y tratar de dar respuesta, entre todos, a los desafíos –de seguridad, climáticos y socio-económicos- que a menudo subyacen a la decisión de abandonar la propia tierra.

Señoras y señores, entre esas causas profundas están, como antes decía, la inseguridad y la violencia. Son muchas las regiones afectadas, muchos los conflictos, abiertos y latentes; y algunos, quedan, por completo, al margen del foco mediático. Quiero referirme aquí, en concreto, a la situación en Oriente Próximo.

Con una desazón enorme hemos visto la interrupción de las negociaciones sobre Gaza y el regreso de los bombardeos e incursiones de combate que a diario causan más muertos y heridos, más desplazamientos y más destrucción. Todo, además, en un tiempo geopolítico que plantea enormes incertidumbres.

No nos dejemos ganar por el desánimo o el fatalismo. Sigamos clamando por el retorno al alto el fuego, la reanudación de las negociaciones, el regreso de los rehenes a sus casas y la entrada urgente de ayuda humanitaria que alivie la situación desesperada de cientos de miles de personas.

Y una vez lograda la tregua, sigamos contribuyendo, con nuestra acción diplomática, a una paz justa y duradera, sobre la base de la solución de los dos estados; una paz que permita afrontar cuanto antes los trabajos de reconstrucción.

"...es un tiempo de fortalecer estructuras y buscar más sinergias, más eficacia, una visión compartida y un enfoque aún más estratégico. (...) Reforcemos, entre todos, el partenariado Mediterráneo..."

En clave de estabilidad regional, es preciso también que trabajemos por afianzar el alto el fuego alcanzado el pasado mes de noviembre en Líbano y por una transición política pacífica e inclusiva en Siria; un proceso que respete la soberanía, la unidad y la integridad territorial del país.

Señoras y señores,
El impacto grave y acelerado de las crisis climáticas es un desafío inaplazable en una región de más de 500 millones de personas con un problema cada vez más acuciante de estrés hídrico. Sabemos de las dificultades que atraviesa la agenda del medio ambiente, en un marco de inquietante erosión del multilateralismo.

Pero sabemos también las consecuencias de no afrontar con absoluta seriedad los riesgos climáticos en nuestra economía, en nuestra sociedad, en nuestro modo de vida ─y los países mediterráneos con mucha frecuencia lo vivimos o padecemos en primera persona─. Así que debemos seguir cooperando para hacer de la nuestra una región cada vez más resiliente y también neutra en términos de emisiones de CO2.

Y al hablar de futuro, resulta obligado referirse a los jóvenes; a sus expectativas en relación con el acceso a la educación superior, al mercado de trabajo, a la vivienda y a la financiación para el emprendimiento. Cooperemos, en particular, en la creación de empleo juvenil de calidad, la formación profesional, el acceso a la tecnología y la igualdad de oportunidades. Demos a los jóvenes, a sus proyectos e iniciativas, ese impulso que necesitan para participar de la construcción de una sociedad futura, de una sociedad mejor.

Desafíos de enorme importancia son, también, la erradicación de la violencia de género, la lucha por la igualdad y por el lugar que le corresponde a la mujer. España, como saben, lleva años apostando con firmeza por la igualdad, fruto de un sentir amplio y arraigado de la sociedad española que es hoy un signo distintivo también de nuestra política exterior.

La igualdad es un proceso siempre en marcha, un aprendizaje constante que debemos abordar desde una perspectiva integral, que abarque la educación, el empleo, la sanidad, la economía, el mundo de la empresa, las administraciones públicas.

Quiero destacar el papel de la UpM en todos los ámbitos a los que me he referido, y en tantos otros. A partir de su fundación en 2008, la UpM se ha ido consolidando como el mejor catalizador para el diálogo y la cooperación; el puente más sólido hacia un futuro posible de paz, estabilidad y bienestar compartido.

Este 2025, año en que se cumple el trigésimo aniversario de la Declaración de Barcelona y el vigésimo de la Fundación Anna Lindth, se presenta como un punto de inflexión: un momento propicio para, con la perspectiva del camino ya andado, renovar nuestro impulso con más fuerza aún.

Dos procesos importantes coinciden en el tiempo: el proceso de reforma de la UpM iniciado en 2023 y un ambicioso ejercicio de refuerzo de las políticas mediterráneas en el seno de la UE; un ejercicio que deberá culminar en ese nuevo Pacto por el Mediterráneo, que tanta expectación suscita y del que nos acaba de hablar la Comisaria Šuica.

Es un tiempo de fortalecer estructuras y buscar más sinergias, más eficacia, una visión compartida y un enfoque aún más estratégico. Aprovechemos el momento y estemos a la altura de lo que nos demanda: reforcemos, entre todos, el partenariado Mediterráneo.
Señoras y señores, queridos amigos,

Permítanme que termine donde comencé, es decir: en Granada. En esta ciudad hay un palacio del siglo XVI, conocido como “la Casa de los Tiros”, en cuyo dintel hay escrito un lema que dice así: “El corazón mande”. Y eso es lo que les deseo a ustedes, tanto en estos días de encuentro como más allá, en el día a día de su labor parlamentaria: que el espíritu de concordia prevalezca siempre, que guíe las deliberaciones y las decisiones políticas, y oriente el diálogo y la cooperación entre todos los pueblos del Mediterráneo.​


 

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