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Palabras de Su Majestad el Rey en la clausura de la VII Conferencia de Embajadores de España

Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Madrid, 10.01.2023

Me alegra especialmente que se retome la práctica que representa esta Conferencia de Embajadores, y tener el placer y el honor de clausurarla. La última se celebró en una situación muy especial, pocos días después de la tormenta Filomena, y todavía bajo la amenaza de la pandemia.

Dos años después algunas de sus consecuencias todavía siguen presentes y han aparecido nuevos retos; pero no podemos olvidar que episodios como aquellos nos confrontaron con realidades nuevas. Superarlas, necesariamente nos ha hecho más resistentes y estar más preparados. Aunque igualmente nos enseñaron que no hay margen para relajarnos en la mejora de nuestra capacidad de reacción como Estado y como sociedad, y junto a nuestros socios y amigos. Y con ese espíritu debemos abordar los desafíos que tenemos por delante.

En 2023 España asumirá por 5ª vez la Presidencia del Consejo de la Unión Europea. Lo hace en un contexto sin precedentes. El mes que viene se cumplirá un año desde el comienzo de la guerra de la Federación Rusa contra Ucrania. Toda una flagrante violación de las normas y principios más básicos del Derecho Internacional y de la Carta de Naciones Unidas.

España, coherente y constante en su defensa del principio de soberanía e integridad territorial de los Estados, ha expresado y materializado su apoyo a Ucrania en todos los ámbitos: político, humanitario, militar y de cara a la futura reconstrucción del país, además de en la lucha contra la impunidad.

Hemos sido también testigos de la extraordinaria solidaridad del pueblo español con las víctimas de la guerra. España acoge ya a unos 160.000 ucranianos que se benefician de los derechos recogidos en la Directiva de Protección Temporal de la Unión Europea, y más de 36.000 menores ucranianos están escolarizados en nuestro país.

Las acciones de Rusia no afectan solo a Ucrania o a Europa, sino que son una amenaza a la paz y a la seguridad internacionales. Las crisis alimentaria y energética son evidencia de ello, afectando de manera desproporcionada a los países más vulnerables.

Por eso, nuestro país ha respondido a ese desafío también desde las organizaciones que comparten esa misma visión y de las que somos miembros y aliados, principalmente la Unión Europea, la OTAN; también desde la ONU.

La reacción europea a la agresión rusa ha mostrado el potencial que tiene la Unión Europea como bloque unido cuando hay que tomar decisiones difíciles, compartir responsabilidades y contribuir a la movilización de medios y recursos para apoyar a Ucrania y al pueblo ucraniano.

Europa experimenta desde hace unos años una progresiva toma de conciencia de que la responsabilidad de la Unión como actor global requiere avanzar en un proyecto de integración europea que abarque el ámbito de la defensa y de la seguridad. El difícil contexto de guerra que vive ahora nuestro Continente está acelerando esa toma de conciencia.

Por su parte, la Alianza ha fortalecido su postura de disuasión y defensa ante el incremento de la percepción de amenaza que supone la invasión rusa de Ucrania. España está haciendo una contribución importante a la defensa colectiva: por lealtad a nuestros aliados, fidelidad a los compromisos y porque, en la base de todo ello, compartimos los mismos valores y principios ante esta guerra en Europa; que también afecta a nuestra propia seguridad.

La relación entre la Unión Europea y la Alianza Atlántica es fundamental para la seguridad y defensa europeas y, para los Estados que -como España- somos miembros de ambas organizaciones; la cooperación entre ellas es una necesidad que llama al uso conjunto de medios políticos y militares y que requieren coordinación efectiva y colaboración fluida. Una Europa fuerte en defensa refuerza a la Alianza y viceversa.

Dentro del contexto trágico que la rodea, nos felicitamos no obstante por la notable revitalización que la relación transatlántica ha experimentado en los últimos tiempos. De ello son prueba tanto la unidad que estamos exhibiendo ante el desafío geopolítico provocado por la agresión rusa en Ucrania, como también la progresiva institucionalización de la arquitectura de cooperación entre la Unión y los EE.UU.

Las relaciones transatlánticas constituyen asimismo uno de los pilares fundamentales de la política exterior de España, y es para mí una satisfacción constatar el buen estado actual tanto de nuestra relación bilateral con los EE.UU. y Canadá, como de nuestra interlocución multilateral.

España tiene el orgullo de presentarse ante la comunidad internacional como un país con tres almas: europea, mediterránea e iberoamericana. Estas tres almas han inspirado nuestra historia forjando nuestra identidad como país, dirigen nuestro presente y deben permanecer como las coordenadas que guiarán nuestra acción exterior en el futuro.

En concreto, la profundidad de los vínculos políticos, económicos, sociales, culturales y humanos que nos unen con América Latina y el Caribe, así como el pasado común que compartimos, nos permite y obliga a prestar una atención singular a la región.

Los objetivos y prioridades de la diplomacia española hacia América Latina y el Caribe se han centrado en ayudar al fortalecimiento de las instituciones, promover los derechos humanos, abogar por una resolución política de las crisis, la apuesta por un crecimiento económico inclusivo y sostenible, la lucha contra el cambio climático y la deforestación, la igualdad de género y la continuación de nuestra política de solidaridad con la región.

España está convencida de que es mutuamente beneficioso profundizar en la relación ya existente entre la Unión Europea y América Latina y Caribe. La Presidencia española del Consejo de la Unión Europea debe servirnos para afianzar estos lazos, para defender a nivel internacional estos intereses que compartimos y estos valores con los que estamos comprometidos. Por ello, se celebrará en julio una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea y de la CELAC que permita volver a mostrar la importancia que la Asociación Birregional tiene para la política exterior de la Unión y reforzar así la confianza mutua ante los enormes retos de la agenda global y aproximar tanto nuestras visiones y diagnósticos, como las políticas y estrategias para ser más eficaces.

"...España tiene el orgullo de presentarse ante la comunidad internacional como un país con tres almas: europea, mediterránea e iberoamericana. Estas tres almas han inspirado nuestra historia forjando nuestra identidad como país, dirigen nuestro presente y deben permanecer como las coordenadas que guiarán nuestra acción exterior en el futuro..."

El español es lengua común de buen número de países de la región de América Latina y el Caribe y, en este sentido, no puedo sino celebrar que la promoción del español en el mundo se haya reforzado en el último año como eje estratégico de la política exterior de España. Y deseo subrayar la importancia del esfuerzo de coordinación del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en esta materia.

Permítanme una mención especial al Instituto Cervantes. El Instituto ha logrado, en sus ya más de treinta años de vida, convertirse en el principal referente en materia de promoción y enseñanza de nuestra lengua en todo el mundo, así como en la difusión de las culturas hispánicas, con el espíritu de cohesión y hermandad con los países hispanoamericanos que siempre lo ha caracterizado.

Nuestras relaciones con los países del Mediterráneo y el Mundo Árabe son singulares, por nuestra geografía y nuestra historia, y deben ser prioritarias. La complejidad y las dificultades son grandes en la región, vienen de lejos y requieren la atención constante de la comunidad internacional. Además, tenemos vínculos muy profundos, así como necesidades y oportunidades compartidas que nos interpelan.

En esta región, quizá más que en ninguna otra fuera de la Unión, están las bases de nuestra propia seguridad y de nuestra prosperidad. Por eso es muy importante la atención que hemos recabado de nuestros socios y aliados hacia esta Vecindad o Flanco Sur, en el que España tiene tanto que decir, que hacer y que aportar.

Con Marruecos hemos iniciado una nueva etapa que debe permitirnos avanzar sobre pilares más fuertes y sólidos. Y con todos nuestros vecinos magrebíes -Argelia, Mauritania, Túnez y esperamos también con Libia- queremos tener esas mismas relaciones, basadas en unos mismos principios de respeto mutuo y de respeto de nuestras respectivas esferas de soberanía, de cumplimiento de los acuerdos y de genuina cooperación.

No podemos olvidar que el Magreb es parte de África, un continente vasto y plural, con infinidad de necesidades y lleno de posibilidades de cooperar y de asociarnos a los respectivos programas de desarrollo de las naciones que la integran. Es un continente de oportunidad y de futuro, que requiere tejer relaciones de confianza duradera y de interés genuino en un progreso compartido.

España viene haciendo un esfuerzo por incrementar el número de Embajadas y también han aumentado los contactos a distintos niveles. La inauguración por SM la Reina, en diciembre de 2021, del centro del Instituto Cervantes de Dakar, simboliza bien los vínculos personales y culturales que enriquecen nuestras relaciones.
El próximo mes de febrero, S.M. la Reina y yo viajaremos a Angola: será nuestra 1ª visita de Estado a un país de África Subsahariana y la esperamos, por ello, con especial ilusión.

En toda esta región, desde el Atlántico hasta el Indico debemos seguir haciendo valer nuestra interlocución única, nuestro rico acervo de relaciones bilaterales y nuestra capacidad de acción multilateral, promoviendo nuestros valores e intereses, al tiempo que procuramos ser mejores en la búsqueda del bien común.

Nos encontramos en una época de grandes cambios geoestratégicos y ante la configuración de un nuevo orden internacional, en el que el peso de China en el mundo adquiere un papel central.

Al mismo tiempo, aspectos como la lucha contra el cambio climático y protección de la naturaleza, la gestión de pandemias o el interés común en detener y prevenir guerras, nos empujan a trabajar con todos nuestros socios y amigos asiáticos; pero también para la consolidación de un entorno económico y comercial estable que permita, no solo crecimientos sostenidos y un mayor avance científico y del conocimiento, sino una mayor cooperación en la mejora general de los indicadores sociales a nivel mundial.

Y es que nuestro bienestar económico y de seguridad en Europa están cada vez más interrelacionados con el conjunto de los países de la región del Indo Pacífico. Y Europa aspira a jugar un papel político en la región acorde con su peso económico. Es una región clave, y lo será cada vez más.

Quisiera también hacer una referencia a la cooperación como vector central de nuestra acción exterior. Ello implica un compromiso redoblado por parte de un país como España, solidario en sus valores, con una vocación de responsabilidad hacia el resto de la comunidad internacional y con capacidad para ayudar a otros países con un menor nivel de desarrollo. El 2022 ha sido un año en el que hemos podido comprobar que el trabajo de la Cooperación Española sobre el terreno es más necesario que nunca.

La Cooperación Española está plenamente comprometida con un multilateralismo fuerte, reformado y revitalizado, basado en normas, y lo consideramos una herramienta esencial para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Debemos pues valorar y agradecer el trabajo de nuestros cooperantes, que de alguna manera también son “embajadores de España”.

En este difícil contexto, España cuenta con un Servicio Exterior prestigioso y eficaz, del que la Carrera Diplomática es piedra angular. Magníficos profesionales a los que os corresponde defender las posiciones de nuestro país, negociar muchas veces en entornos complejos.

Conozco los esfuerzos de modernización que el Ministerio está promoviendo para poder responder con eficacia a los retos actuales y también para atender adecuadamente las necesidades de la ciudadanía en el exterior, en línea con las demandas de la sociedad española y los valores que defiende.

Celebro, por tanto, que esta Conferencia de Embajadores haya podido reunirse de nuevo, permitiendo así el tratamiento de cuestiones de tanta trascendencia y una visión cohesionada de cómo abordarlas en la mejor defensa de nuestros intereses y ante al reto añadido que supone la Presidencia de la Unión Europea.

Nuestra Presidencia tendrá lugar en el final del ciclo institucional europeo antes de las elecciones del Parlamento Europeo de 2024 y ofrecerá a España la oportunidad de mostrar lo que es: un miembro de la Unión Europea ya veterano, una sociedad dinámica, plural, tolerante y un país profundamente europeísta tanto por convicción como porque en la Unión Europea ve reflejados sus valores democráticos y aspiraciones de progreso.

Será así un ejercicio de todos, Administraciones Publicas y sociedad. Y vosotros asumiréis un papel, naturalmente, de especial responsabilidad. La diplomacia española servirá como un canal de comunicación y diálogo tanto con nuestros socios europeos como con el resto de la comunidad internacional. No me cabe duda que daréis lo mejor de vosotros mismos para asegurar el éxito de esta tarea.

Quiero, por último, reiteraros el apoyo de la Corona en vuestra honrosa labor al servicio de España y desearos, junto a vuestras familias, todo lo mejor para este año que acabamos de iniciar.

Muchas gracias.

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