Es una ocasión muy especial para la Reina y para mí participar en este acto. Por eso nos alegra mucho poder unirnos a esta celebración de los primeros 75 años del Consejo Superior de Investigaciones Científicas; institución que ─recordemos─ hunde sus raíces en otra anterior, la Junta de Ampliación de Estudios, creada a principios del siglo pasado durante el reinado de Alfonso XIII.
Pero sobre todo, nos alegra saber ─nos anima y nos llena de orgullo─ que hoy el CSIC es el tercer organismo europeo de Investigación y Desarrollo y el 7º del mundo. En él trabajan miles de hombres y mujeres, y es el mayor lugar de encuentro de científicos españoles, que pertenecen tanto a universidades, a otros centros de investigación o a la I+D del sector privado.
Y todo ello ─esa gran labor y el prestigio logrado─ ha sido posible gracias al esfuerzo y al trabajo, a la vocación y perseverancia, de muchas personas de todas las escalas y funciones de este organismo. A todos ellos, rendimos hoy nuestro homenaje de gratitud y de felicitación en este aniversario.
Frente a percepciones o estereotipos erróneos y negativos, está la realidad de que España se encuentra entre los diez primeros puestos del mundo en producción científica. Esto hay que saberlo, y decirlo mucho y bien alto. Pues ese logro tan positivo tiene mucho que ver con la existencia y la actividad del CSIC.
Y a partir de esa realidad, quiero resaltar una de sus características que, al margen de las científicas, considero como más importantes: me refiero a su implantación en todo el territorio nacional. Sus resultados son posibles gracias a la suma de todos; son un bien desde el punto de vista del aprovechamiento común de los recursos, con frecuencia costosos y siempre escasos, y son un bien por la eficacia que supone disponer de un entramado interdisciplinario de centros cuya suma supone un verdadero salto cualitativo.
El CSIC ha sido pionero y ha marcado el camino en la integración de diversas disciplinas y enfoques emergentes en el contexto de la ciencia española. Ha sido ─y continúa siendo─ un elemento vertebrador, esencial e irreemplazable, de la investigación científica y técnica española a través de sus colaboraciones con universidades, otros organismos de I+D+i públicos y privados, organizaciones locales y regionales, y gobiernos autonómicos.
Señoras y señores,
Tengo la suerte y el privilegio de conocer el Consejo desde hace muchos años y siempre he sido testigo del aprecio y el reconocimiento que, en todos los ámbitos, suscita esta institución por la importancia de su labor en el avance de la ciencia española y en el progreso de nuestra sociedad.
Pero es realmente mi propia experiencia personal la que me impulsa a dejar mayor constancia de la grandeza de lo que hace este organismo. No son pocas las horas que he pasado en esta casa dialogando con sus equipos directivos e investigadores, conociendo de primera mano la realidad del Consejo, sus proyectos, sus éxitos y sus preocupaciones. He visitado también varios de sus centros e institutos y he comprobado el espíritu y la intensidad con los que se trabaja, algo que vemos replicado en las instalaciones singulares que gestiona o en las que tiene una activa participación.
Y en cada una de estas ocasiones, en las que he tenido la oportunidad de conversar con sus científicos, —es cierto—, me han hablado también de los problemas, de la limitaciones de recursos y de frustraciones, del difícil futuro de nuestros jóvenes y excelentes doctores que quisieran ─sin encontrar la oportunidad─ desarrollar su profesión y crecer científicamente aportando a la ciencia desde su país, España, que tanto invirtió en ellos ─además─ como esperanza de futuro.
Pero lo más valioso que me han transmitido siempre es su vocación; la pasión por descubrir, por divulgar; la voluntad de participar activamente en la resolución de problemas sociales o de ayudar a mejorar el tejido productivo de nuestro país y la presencia del CSIC y sus científicos más allá de nuestras fronteras.
"...En este 75º aniversario del CSIC, quiero, en definitiva, animar a los poderes públicos y a las empresas a que impulsen un nuevo desarrollo de la ciencia española en interés de todos y cada uno de nosotros, por el bien común de nuestra sociedad. En esta tarea no podemos improvisar, pero tampoco conformarnos. Una sociedad bien informada sobre el carácter estratégico de la ciencia y de su aportación esencial al progreso común, apoyará siempre con mayor facilidad a la ciencia, a su desarrollo..."
Que España disponga de una entidad que puede acudir y coordinar solidariamente una aportación importante en cualquier desafío científico o tecnológico en cualquier punto de nuestra geografía supone un beneficio de incalculable valor que debemos tener muy presente.
Señoras y señores,
El prestigio y la aceptación de la ciencia son hechos universales. Hoy día la sociedad tiene ampliamente asumido y reconoce que gracias a la ciencia y a la tecnología habrá más oportunidades para las generaciones futuras; que la ciencia y la tecnología harán nuestras vidas más saludables y gratas; que los beneficios de la ciencia son mayores que los perjuicios que en un momento dado pudiera acarrear accidentalmente;que el progreso científico y tecnológico permitirá a la humanidad remediar enfermedades hasta entonces incurables, minimizar, corregir o prevenir nuestros impactos perniciosos sobre el entorno natural, sobre el medio ambiente;y, en suma, que la aplicación de ese progreso permite nuevos adelantos que antes nos hubiera sido difícil siquiera imaginar.
Por tanto, aún en los inicios del siglo XXI, el servicio a nuestra sociedad exige no bajar la guardia en los asuntos de ciencia, en el desarrollo de las nuevas tecnologías, el fomento de la innovación y en el impulso de la iniciativa emprendedora. A superar el desempleo, que es la primera preocupación de los españoles, contribuirán también ─sin ninguna duda─ tanto el crecimiento de la ciencia, como la innovación continua en todas las áreas de actividad ─incluso también en la gestión y organización.
En este contexto, dirijo la mirada de modo particular a los jóvenes científicos. No podemos permitirnos el lujo de prepararlos para que salgan al extranjero sin retorno posible. Es cierto que en una civilización mundializada, hiper-conectada, es bueno fomentar la vertiente internacional de las relaciones científicas, pero de ningún modo lo es que ésta deba ser consecuencia de una tasa de paro inaceptable; que perjudica tanto a nuestros jóvenes, porque en demasiados casos no ven salida en su patria; y que perjudica a nuestra sociedad entera, por quedar desasistida ─mermada─ de muchos de sus mejores activos.
Por todas estas razones es preciso que los diferentes actores implicados apuesten conjuntamente por hacer todo lo posible para favorecer el incremento de la ciencia española.
Sé que el CSIC ha debido afrontar también dificultades por la crisis económica, que demanda una estructura de gestión más moderna y que, como toda la ciencia española, precisa de un empuje renovado. En la actualidad se trata de articular los procedimientos adecuados para no caer en un lapso generacional que nos devolvería a un retraso difícil de remontar e incompatible con las necesidades de un Estado moderno.
La posición de esta institución es muy sólida en el mundo científico nacional e internacional, y muy bien recibida también por la sociedad, pero hay que seguir trabajando ─con realismo, pero también con ambición y confianza─ para siempre mejorar y perfeccionar en todo lo posible nuestra posición, nuestros logros y nuestra contribución al conocimiento y avance científico mundial.
Señoras y señores,
En este 75º aniversario del CSIC, quiero, en definitiva, animar a los poderes públicos y a las empresas a que impulsen un nuevo desarrollo de la ciencia española en interés de todos y cada uno de nosotros, por el bien común de nuestra sociedad. En esta tarea no podemos improvisar, pero tampoco conformarnos. Una sociedad bien informada sobre el carácter estratégico de la ciencia y de su aportación esencial al progreso común, apoyará siempre con mayor facilidad a la ciencia, a su desarrollo.
Termino ya mis palabras; y junto a la Reina deseo a esta institución emblemática que es el CSIC, a todos los que la vivís y trabajáis, el mejor futuro; que lo será para el progreso de la ciencia española, europea y universal y el mayor bienestar de los españoles.
Estamos con vosotros, estamos con el CSIC y estamos – estaremos siempre con la ciencia.
Muchas gracias.