Buenos días y sean todos muy bienvenidos a La Zarzuela. Me alegra recibir nuevamente aquí esta celebración con la que he estado tan vinculado a lo largo de muchas de sus 22 ediciones. Y es que cualquier actividad o iniciativa que atienda especialmente a nuestra relación, la de España y la Corona, con América Latina, con Iberoamérica, merece el máximo apoyo y nos estimula en nuestra convicción y trabajo continuo para reforzar nuestros vínculos históricos. Pero sobre todo para proyectarlos hacia el futuro; un futuro en el que deseamos caminar más unidos para aprovechar mejor sus oportunidades.
El Premio Bartolomé de las Casas, además de poner de relieve la defensa del entendimiento y la concordia con los pueblos indígenas de América y la protección de sus derechos y valores, nos invita a reflexionar, en un sentido más amplio, sobre los Derechos Humanos universales y sobre la riqueza y la diversidad de la identidad y la cultura iberoamericanas.
Efectivamente, la figura de Las Casas, que ha ido creciendo a lo largo del tiempo, estimuló hace medio milenio una seria reflexión y un debate intenso sobre el sentido de la conquista y la colonización, sobre la llamada guerra justa y sobre la identidad de los habitantes originarios del continente americano. Este ejercicio intelectual, político y jurídico —ejercicio también lleno de valores y de altura académica impulsado desde el más profundo universalismo hispánico— sentó las bases de lo que, con los siglos, serían el Derecho Internacional y los Derechos Humanos.
"...Es cierto que no podemos juzgar plenamente, con los ojos y parámetros de nuestro tiempo, las acciones y pensamientos de los hombres que vivieron cientos de años antes de nosotros. Pero es un hecho que, con sus aciertos y sus errores, el nombre de Bartolomé de las Casas puede simbolizar hoy entre nosotros la tolerancia, la sensibilización de las conciencias, la llamada a una ética universal. Justamente los valores que representa este premio aplicados a la relación con los pueblos indígenas de nuestra querida América..."
Es cierto que no podemos juzgar plenamente, con los ojos y parámetros de nuestro tiempo, las acciones y pensamientos de los hombres que vivieron cientos de años antes de nosotros. Pero es un hecho que, con sus aciertos y sus errores, el nombre de Bartolomé de las Casas puede simbolizar hoy entre nosotros la tolerancia, la sensibilización de las conciencias, la llamada a una ética universal. Justamente los valores que representa este premio aplicados a la relación con los pueblos indígenas de nuestra querida América.
La Comunidad Iberoamericana de Naciones, que se enriquece en su identidad y su diversidad con la aportación de los pueblos indoamericanos, es una realidad, un espacio y un concepto integradores. Este galardón, o el propio Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, fueron precisamente iniciativas nacidas en el contexto de la cooperación entre los países iberoamericanos.
El Programa Indígena de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo o el propio Premio Bartolomé de las Casas son, asimismo, expresión de la cooperación que España sigue desarrollando en Iberoamérica en todos los órdenes, económico, social, político y cultural.
Señoras y señores,
En esta vigesimosegunda edición ha sido la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas —la CLACPI— la institución que ha recibido este galardón “por su reconocimiento en la defensa y promoción de los derechos de las poblaciones indígenas utilizando la herramienta de la comunicación”. Enhorabuena de corazón a todos los que forman parte de esta entidad por su valiosa labor que, sin duda, contribuye a actualizar cada día lo mejor del pensamiento y de la acción de Bartolomé de las Casas.
Muchas gracias.