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n año más, la Princesa y yo acudimos a la cita con los directores de los centros que el Instituto Cervantes tiene abiertos en todo el mundo. Los hemos acompañado con anterioridad en Córdoba, en Soria, en Comillas, en Alcázar de San Juan, en Alcalá de Henares? y cada uno de esos encuentros ha sido una ocasión para dar a conocer en nuestra patria la tarea que el Cervantes, verdadera academia universal de excelencia del español, viene realizando. A sus profesores se les ha calificado muchas veces de?misioneros? de nuestra lengua por la entrega y la pasión con que trabajan en circunstancias no siempre fáciles. En todo caso, su labor constituye el más hermoso y provechoso homenaje al idioma, y son por ello acreedores de nuestra gratitud. Al saludar al pleno de directores, os pido que transmitáis a todos vuestros compañeros y colaboradores este sentimiento sincero.
Llegamos hoy a Salamanca, la ciudad que recibió de labios de Miguel de Cervantes el halagador calificativo de "enhechizadora" de cuantos la visitan, y nos acoge esta universidad que se apresta a celebrar el octavo centenario de su fundación. En suámbito, y en particular en este recinto del viejo Estudio, resuenan en la memoria voces señeras cuyo mensaje sigue teniendo vigencia de apremio.
Se ha mencionado al Maestro Antonio de Nebrija que aquí escribió y publicó la primera Gramática sobre el castellano fijando las normas de corrección y que en ella incluyó la primera "Gramática de español para extranjeros". Buscaba que las gentes, comoél decía, "de peregrinas lenguas" pudieran entender, hablar y escribir la nuestra, pero también que con ella entraran en relación con nuestra cultura.
La ley fundacional del Instituto Cervantes señala como objetivo el estudio y la difusión del español y de la cultura, no solo de España, con su variedad de lenguas, sino también de los pueblos hispánicos. Más de seis mil quinientas actividades culturales han mostrado el pasado año esa riqueza varia y común en el conjunto de centros en el extranjero. Pero es más importante todavía el hecho de que la enseñanza del idioma se preocupe de facilitar a los alumnos una competencia comunicativa intercultural. Para ello mantiene el Instituto Cervantes una línea de investigación pedagógica que comparte con las universidades y que abre con generosidad a sus centros asociados, a las academias de idiomas y a cuantos pueda serútil. De ese modo, ampliando el sueño de Nebrija, se consolida como agente privilegiado de una política de comunicación internacional.
El "derecho de comunicación" que en estas aulas defendió Francisco de Vitoria, a la par que reivindicaba para los indios los títulos de propiedad originarios, abría los caminos de América. No logró Miguel de Cervantes ir allí, como pretendía, con algún cargo administrativo, pero lo logró don Quijote que, gracias a un librero de Alcalá, apenas publicado el libro, pasó el mar océano y, en una aventura pareja a la de los conquistadores, llena de mil peripecias, llegó enseguida a los lugares más apartados. Sin perder su condición de manchego, se hizo ciudadano americano y convirtió aquellas tierras, según feliz expresión del llorado Carlos Fuentes, en "territorio de la Mancha", una patria común del español.
El Instituto Cervantes, que en sus primeros veinte años se extendió ampliamente por Europa, el norte deÁfrica y Oriente Medio, se propone ahora reafirmar su condición iberoamericana y extenderse por los Estados Unidos, Brasil y los países emergentes de Asia, dos de las regiones claves del mundo actual, en las que tantos desafíos se nos abren. Todos somos conscientes de las dificultades económicas actuales, de que hemos de optimizar con el máximo rigor la utilización de los recursos; pero estamos seguros también de que la sociedad civil apoyará al Instituto para afianzar el sueño compartido de que el español se consolide como una de las dos grandes lenguas de comunicación internacional del mundo moderno.
Esa ayuda de la sociedad civil será más abundante y productiva si el Instituto Cervantes se convierte en el escaparate de la realidad global de España, en la plataforma en la que el mundo hispánico se muestre tal como es, y los centros constituyan el trampolín en el exterior no sólo de nuestra literatura y nuestro cine, del arte y del pensamiento, sino también del deporte, de las empresas, de la gastronomía y de la moda. De hecho, así se hace ya, pero ahora la sociedad española necesita más que nunca al Instituto Cervantes en la imprescindible labor de proyección internacional.
En ese proyecto resultará fundamental la unión con los países hispanohablantes, especialmente con las universidades, de las que fue matriz primera esta universidad salmantina. La estrecha unión del Instituto con la universidad, que es una alianza natural y provechosa para todos, servirá para reforzar la excelencia a cuyo reconocimiento debemos aspirar. Todavía en elúltimo cuarto del siglo XVI tenía Fray Luis de León que explicar en su tratado De los nombres de Cristo que el romance castellano era una lengua riquísima y apta para tratar de todas las ciencias. Respetando la libertad y los usos de la comunidad científica que a lo largo de la historia ha ido eligiendo siempre una "lingua franca" de comunicación, debemos esforzarnos en dar cauce en español a los trabajos de investigación, recordando que, según decía Miguel de Unamuno, "la lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo".
La Princesa y yo agradecemos el afecto que el Presidente de la Comunidad, el Alcalde de la ciudad y el Rector de esta gloriosa institución nos han dispensado, y queremos expresar al Instituto Cervantes, con el que vamos a compartir una sesión de trabajo, el apoyo de la Corona para que siga alcanzando nuevas metas.
Un eminente alumno de esta Universidad, don Luis de Góngora, escribió en uno de sus poemas este hermoso verso: "No espero en mi verdad lo que no creo". Por eso os damos una vez más las gracias, directores y profesores del Instituto Cervantes, por creer con pasión en vuestro trabajo, por convertirlo en vuestra verdad.
Muchas gracias.