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ermítanme que comience por decirles que la Princesa y yo estamos muy agradecidos por las palabras amables y el afectuoso recibimiento que nos han ofrecido. Nuestro agradecimiento se dirige, no sólo al Presidente del Senado que nos brinda la hospitalidad de su sede, en este histórico Salón de Sesiones, y al Presidente de la?Federación Iberoamericana de Ombudsman? que dirige esta organización, sino también al Defensor del Pueblo español cuya afectuosa invitación nos permite a la Princesa y a mí el placer de acompañarles en la sesión solemne de este XIV Congreso.
Damos la más calurosa bienvenida a España a todos los integrantes de la F.I.O. venidos de otros países, así como a los observadores y demás participantes. Este foro internacional congrega a los representantes de instituciones muy valiosas -incluidos los comisionados parlamentarios de las Comunidades Autónomas- que dedican su mejor saber y esfuerzo profesional a defender los derechos y libertades fundamentales, también desde la atención a la actividad que las Administraciones Públicas desarrollan.
La capital importancia que tiene la defensa y promoción de los derechos y libertades del ser humano subraya el hondo calado de los asuntos que ocupan a los Defensores del Pueblo y el especial interés de las reuniones que hoy comienzan.
Hace poco más de dos años pude compartir con muchos de los aquí presentes la solemne ceremonia conmemorativa de los 25 primeros años de actividad del Defensor del Pueblo en España, cuya labor encomiable siempre he seguido con admiración e interés, tanto con visitas a esta institución como estudiante de Derecho como, más tarde, de una manera oficial.
Como dije entonces, con el Defensor del Pueblo el Estado de Derecho establece y perfecciona nuevos mecanismos al servicio de los derechos fundamentales y libertades públicas, haciendo gala de su capacidad de adaptación a una realidad social compleja y en profunda transformación.
Una realidad social que, a escala internacional, cuenta afortunadamente con el peso y la fuerza de la Declaración Universal de los Derechos Humanos cuyo 60 Aniversario celebramos el año pasado. Entre sus más solemnes y necesarias afirmaciones, dicha Declaración proclama que?Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otraíndole?.
Por ello, toda la Declaración de 1948 -desde su Preámbulo hasta la salvaguarda final-, es fuente de libertad, igualdad y justicia para todos los hombres y mujeres, así como de legitimidad para los sistemas políticos y los ordenamientos jurídicos a escala internacional.
Por otro lado, la existencia de instituciones, dedicadas a garantizar y promover la fuerza de los derechos humanos y su eficacia universal es, al mismo tiempo, signo inequívoco de la salud democrática de los Estados, y una exigencia de la convivencia armónica y de la paz social.
En cada país el Defensor del Pueblo coopera desde elámbito de sus competencias para lograr esos altos objetivos en beneficio de todos, mediante dos excelentes cualidades que contribuyen a definirle como institución eficaz: su independencia y su compromiso.
Su independencia respecto a los poderes públicos refuerza la autoridad de sus resoluciones y recomendaciones, al tiempo que genera confianza entre los miembros de la sociedad a la que sirve. Igualmente, su compromiso permanente con la democracia, la libertad, la igualdad y justicia, su proximidad a las necesidades e inquietudes de los ciudadanos, - especialmente de quienes tienen más dificultades para hacer oír su voz- favorecen el progreso y desarrollo de los Estados democráticos.
Con su servicio imprescindible y no siempre fácil, atendiendo anualmente en España a miles de personas, el Defensor del Pueblo coopera activamente en la custodia de los derechos y libertades fundamentales en losámbitos tan variados de la vida en sociedad. Es más, puede decirse con toda propiedad que esa custodia y estímulo de los derechos y libertades fundamentales afianzan, al servicio del ser humano, la fuerza de la Ley y concurren a repudiar a cuantos buscan conculcarla.
Sobre estas bases, el diálogo, la cooperación y el intercambio de experiencias que suscitarán quienes integran este XIV Congreso de la F.I.O., y cuantos asisten o han contribuido a organizarlo, buscarán fortalecer la institución del Ombudsman en nuestros países.
En consecuencia, este encuentro alienta la plena e indivisible aplicación de los Derechos Humanos, sin excepciones y en todo su alcance, individual y colectivo, jurídico y político, económico y social. Además el Congreso de la FIO afianza la cultura democrática y fomenta la solidaridad en nuestras sociedades.
Para seguir avanzando en sus tareas, la F.I.O cuenta no sólo con una trayectoria de notable consolidación funcional y organizativa, sino también con la riqueza de lenguas, principios y valores compartidos por los países iberoamericanos que se suman a las culturas de alcance universal y proyección creciente que, entre todos, hemos sabido favorecer. El término Iberoamérica que define esta Federación refleja ese entendimiento y colaboración que nuestros Defensores del Pueblo saben ofrecerse mutuamente, para asegurar el mejor ejercicio de su función.
Un ejemplo de la solidaridad en esteámbito dentro del espacio iberoamericano nos la ofrece la cooperación acordada en 2002 entre la Universidad de Alcalá y la F.I.O.
Por todo ello, quiero expresar el respaldo de la Corona a este Congreso, que apoya y anima a los Defensores del Pueblo iberoamericanos a cooperar cada día más estrechamente en el desarrollo de su labor diaria. Una labor que todos estamos llamados a respaldar, pues favorecer la institución del Defensor del Pueblo es favorecer la vitalidad de los Derechos Humanos y, con ellos, la plenitud de la vida en democracia y libertad de todos nuestros ciudadanos.
Con este espíritu, les deseamos muchoéxito en los trabajos del Décimo Cuarto Congreso de la Federación Iberoamericana del Ombudsman.
Muchas gracias.