S
ra. Presidenta de la Comunidad de Madrid,
Sr. Ministro de Educación,
Sr. Alcalde de Madrid,
Sr. Presidente de la Fundación Príncipe de Girona,
Sres. Miembros del Patronato,
Autoridades,
Vicepresidentes, Secretario y miembros del Consejo Asesor (particularmente el Dr. Valentín Fuster),
Señoras y Señores,
Muy buenas tardes. Permítanme que, junto a la Princesa -y aunque estamos al final de este acto-, les de a todos nuestra bienvenida más cordial a este Palacio Real de El Pardo.
Lo siguiente que quiero -y debo- hacer es darles las gracias por estar aquí, por mostrar interés en nuestro proyecto. Sé que convocar en Madrid a las siete de la tarde es entrar en franca competencia con todo tipo de ofertas y compromisos. Por eso, personalmente y en nombre de todos en la FPG, les agradezco que hayan aceptado nuestra invitación.
Al Alcalde, a la Presidenta de la Comunidad y al Ministro, les agradecemos muy especialmente sus palabras, brillantes y afectuosas, que tanto nos animan y ayudan. Y no quiero olvidarme de todas las personas y entidades que, discreta y generosamente, han colaborado y nos han ayudado a hacer posible la celebración de este acto.
Hemos escuchado esta tarde, efectivamente, palabras llenas de visión para el futuro de nuestra juventud. En todo momento, pero especialmente en tiempos como los que vivimos, la sociedad precisa de aportaciones científicas y humanísticas que, con el rigor que acompaña a toda reflexión intelectual, inspiren nuestras conductas y nos orienten hacia el camino que debiéramos recorrer. Por eso le agradecemos al Dr. Valentín Fuster su magnífica intervención de esta tarde que, de manera tan clara, tan potente, nos aporta tono y letra a los mensajes que queremos difundir. Su generosidad en tiempo y esfuerzo dedicados a los fines de la Fundación, junto al resto de miembros de nuestro Consejo Asesor, nos llena de orgullo y de responsabilidad.
Hoy es Madrid donde presentamos la Fundación y en un lugar -este Palacio- que simbólicamente es como hacerlo "en casa" y es expresión de nuestro compromiso -de la Princesa y mío- con la Fundación. Antes lo hicimos en Sevilla, Zaragoza y Bilbao, y ya tenemos puesta la mirada en Barcelona.
Con Madrid, compartimos sentimientos que van más allá del afecto; la Princesa y yo recibimos de sus autoridades y de los madrileños su mayor distinción: su cariño y respeto. Son sentimientos recíprocos y derivan de serésta la tierra en la que ambos hemos estudiado y vivido la mayor parte del tiempo, dónde nos casamos y tenemos hoy nuestro hogar y familia.
Pero sobre todo, en Madrid se reflejan y están presentes las caras, voces y costumbres de toda España; y también incorpora cada vez más las de muchos lugares del mundo. Ha sido siempre una tierra hospitalaria y ha estado llena de nobleza. Pero todos hemos visto como en losúltimos decenios no solo ha acentuado su vocación integradora y una mentalidad abierta, sino que también ha demostrado una vitalidad y una iniciativa sobresaliente que le ha permitido ocupar una posición clave, de gran dinamismo, especialmente en nuestro desarrollo económico.
Pues bien, explicarles el por qué y el para qué de esta institución -de la FPG- es la razón de esta convocatoria. Y quizá a estas alturas del acto -no lo sé- hayamos logrado ya nuestro objetivo: que entiendan nuestro planteamiento y, acaso, que lo aplaudan... Pero les pido unos minutos más para, así, conseguir algo más de su comprensión y apoyo.
Trasladarles el espíritu fundacional de este proyecto nacido en el siglo XXI, en Girona, para la España del siglo XXI, requiere situarlo brevemente en el contexto en el que vivimos:
Compartirán conmigo que estos primeros años de nuestro siglo, junto a losúltimos del s.XX, nos han traído cambios de una gran profundidad; probablemente como nunca antes en la historia de la Humanidad. Los avances científicos y tecnológicos nos están llevando aceleradamente de la vieja sociedad industrial a la sociedad del conocimiento. Una sociedad que ha convertido ya en rutina la producción de ciencia mediante la investigación; que la transmite mediante la educación y la formación y la difunde a través de las técnicas de comunicación más modernas. Nos dicen los sociólogos, y es un dato revelador, que al menos la mitad de todo el stock actual de ciencia, del saber, se ha acumulado solo en losúltimos veinte años y las tres cuartas partes en losúltimos treinta o cuarenta años.
Pero la consecuencia más importante de todo ello, de esta evolución -o revolución-, es que al proyectarse sobreámbitos esenciales de nuestra vida, como la economía, la salud, la cultura o la educación, se genera un nuevo modelo social.
Sobre la economía, pues el conocimiento -es decir, la ciencia- es ya el factor de producción principal y sobreél descansa más de la mitad del PIB de los países de la OCDE. Hoy en día el valor añadido se crea por la productividad y la innovación, y ambas son aplicaciones del conocimiento al trabajo. De manera que, en la superación de la crisis económica no podemos perder de vista esta perspectiva, que exige -sin duda- de las economías y de sus modelos de crecimiento un gran esfuerzo de adaptación a esta nueva realidad.
En segundo lugar, la biotecnología y la medicina -y de ello nos podría hablar mucho el Dr. Fuster- nos anticipa avances muy significativos sobre el aumento de la esperanza de vida, con el consiguiente impacto sobre la salud y los sistemas de protección.
Por otra parte, las innovaciones tecnológicas afectan casi diariamente a nuestra vida cotidiana y a nuestro trabajo; alteran sus formas y posibilidades de tal manera que llegan a influir en nuestra manera de pensar y de relacionarnos. Impregnan nuestra cultura e incluso la condicionan.
Por ultimo, la producción y la posterior gestión de los avances técnicos requieren de los ciudadanos -y especialmente de la juventud- una educación nueva, especializada y permanente.
Pero, el análisis que estoy haciendo del nuevo modelo social quedaría incompleto si no hiciera un breve apunte al entorno internacional que es -y será- cada vez más relevante para el bienestar de los ciudadanos:
Llevamos ya años asistiendo a la construcción de un nuevo orden internacional cuyo centro de gravedad, político y económico, se esta desplazando del Atlántico al Pacífico, hacia Asia, debido a su crecimiento demográfico y a un formidable desarrollo económico. Este hecho nos sitúa a los europeos y al proceso de construcción de Europa en un punto de inflexión vital. Han dicho algunos -no sin melancolía- que la historia del mundo ya no se escribe en Europa. Otros muchos habrán dicho aliviados, que por fin. De cualquier forma, es un momento especialmente delicado, sobre el que recae además la gran losa de la crisis económica, que estoy convencido sabremos superar.
Volver atrás claramente no es la solución; luego, sí lo debe ser buscar más Europa, profundizar en su integración y, consecuentemente, potenciar la proyección de su capacidad y cohesión junto aléxito histórico de sus logros; para -al menos- seguir siendo dueños de nuestro destino. En paralelo, y aunque han nacido otros nuevos actores en la política internacional, los Estados siguen siendo protagonistas de las relaciones internacionales; de ahí la necesidad de actuar unidos, de cuidar y preservar el prestigio y el valor de la imagen de cada país, de cada nación.
Señoras y Señores,
En este nuevo escenario en el que nos encontramos, con un nuevo orden internacional en formación y ante un nuevo modelo que ha institucionalizado la innovación como el motor más importante del desarrollo social, no cabe la indiferencia, el conformismo, la pasividad o el temor. Son tiempos de responsabilidad, de sentido del deber. Solo cabe, por parte de todos, una actitud comprometida y una participación activa en beneficio del interés general.
Es la hora de que, más allá de nuestras responsabilidades individuales, y como una exigencia de nuestros deberes cívicos como ciudadanos, contribuyamos con lo mejor de nosotros mismos y nos impliquemos con determinación y con nuestro mejor saber y entender, en la mejora de nuestro destino en común.
Las personas que formamos parte de la Fundación compartimos estas convicciones y por ello, hace un año y medio, decidimos unirnos para crear un proyecto muy concreto en sus dimensiones pero centrado en lo que es más sensible y valioso para el futuro de España: la juventud; su educación, su preparación y acceso al mercado de trabajo, sus riesgos de exclusión y sus valores.
Es una iniciativa que nace en Girona, en Cataluña, inspirada en los mejores valores de esa gran tierra y que se proyecta sobre el resto de España y del mundo. Que cataliza con espíritu constructivo y voluntad integradora, las opiniones, sentimientos y sensibilidades que nos definen y enriquecen. Un proyecto que aspira, con ambición sana -y justificada por la nobleza de sus fines-, a ser una referencia para el impulso y el progreso de la juventud.
Y no puede extrañar que lleve como nombre el título histórico -que ostento con orgullo- del Heredero de la antigua Corona de Aragón, un símbolo de la Historia de España que entronca nuestro pasado con el espíritu innovador que caracteriza los comienzos de este siglo. Estas son las señas de identidad de este proyecto, la FPG, hoy ya una realidad con cuyos fines me identifico y me siento plenamente comprometido.
En la Fundación queremos, por supuesto, que nuestros jóvenes tengan la mejor formación técnica, la más sólida, para vivir y trabajar en la sociedad del conocimiento. Pero además aspiramos a que tengan una formación integral, que les permita adaptarse a un mundo en constante evolución y con nuevas reglas de juego.
Y para ello, en primer lugar, si estamos ante un mundo nuevo, es necesaria también una nueva mentalidad. Es preciso fomentar en los jóvenes el sentido emprendedor, despertar su creatividad y capacidad de iniciativa, estimular una actitud positiva y abierta, alentar su espíritu de superación. Necesitamos emprendedores culturales y sociales; emprendedores -obviamente- en el mundo de la empresa, pero también en el de la investigación y en el académico. El espíritu emprendedor, en todos losámbitos mencionados, debe estar en la raíz de la educación de los jóvenes y conformar gran parte de su actitud ante la vida.
Y eso requiere también incidir en los entornos, de cualquier naturaleza, en los que se desenvuelven los jóvenes, como escuchamos en el Foro IMPULSA, porque pueden ser -y son, de hecho- determinantes para que florezcan esas nuevas mentalidades, esas ideas, ese nuevo espíritu que buscamos fomentar.
Pero debemos, igualmente, recuperar para los jóvenes los valores permanentes sobre los que siempre se ha sustentado eléxito de cualquier proyecto: la integridad, el mérito y la búsqueda de la excelencia, el esfuerzo y la capacidad de sacrificio, el aprecio por el trabajo bien hecho y la generosidad; y, por supuesto, la solidaridad -tan presente en los fines de la Fundación-, no solo por ser un eje vertebrador fundamental de nuestra convivencia, sino también porque la altura de un país debe poder medirse por el bienestar y la dignidad de sus miembros más débiles.
Queremos ayudar a la juventud, así pues, a definir y construir su propio futuro. Pero no basta con ofrecerles ilusiones y esperanzas -que también son necesarias- sino realidades tangibles. Por ello, esa legítima aspiración solo puede tener respuesta en un marco más amplio. Decía Ortega, en los difíciles tiempos del siglo pasado -y cito literalmente-, que "la solución de España es Europa, europeicemos España, abandonemos el ensimismamiento y miremos hacia afuera y no hacia adentro. Y así, mirando al futuro y no al pasado, y hacia afuera y no hacia dentro, hemos dado pasos de gigantes."
Los españoles seguimos su consejo hace ya más de 30 años y encontramos el camino de la convivencia en paz y libertad. Y empezamos a construir una democracia que, con aciertos y errores -como en toda obra humana-, ha dado lugar al periodo más estable y fructífero de nuestra Historia. Ahora estamos viviendo nuevos tiempos; tiempos de crisis que afectan muy duramente a toda la sociedad y especialmente a los jóvenes al condicionar, cuando no a frustrar, su proyecto vital.
El pasado mes de julio en Girona, durante la celebración de nuestro 1er Foro IMPULSA, dije que no tenía ninguna duda de la capacidad que tenemos los españoles para afrontar y superar los desafíos a los que nos enfrentamos en estos momentos, si somos capaces de avanzar propuestas y conformar objetivos comunes nuevos, sobre bases sólidas y firmes.
Y en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, hace dos meses, señalé que los tiempos de crisis nos obligan también a todos a redefinir proyectos y modos de vida; que es en los momentos difíciles cuando los pueblos deben expresar más claramente la altura de sus ideales, su lucidez y su grandeza deánimo; que son tiempos de renovar comportamientos y cambiar actitudes; que hemos de generar otra vez ilusión y confianza en proyectos que nos integren y cohesionen cada día más, haciendo más profunda y sólida nuestra convivencia democrática.
En la FPG decidimos trabajar desde el comienzo, con energía, espíritu renovador y una gran ilusión, para aportar nuestro grano de arena en el logro de esos grandes propósitos colectivos. Y, haciendo caso al consejo de Ortega, seguiremos caminando en esa dirección, sin detenernos, siempre hacia adelante, con la mirada puesta en el horizonte, sumando esfuerzos y aunando voluntades.
Ya termino. No ha sido una casualidad que la mayor parte de ustedes, de vosotros, seáis -seamos- hijos de la generación de españoles que hizo la Transición. Por ello quiero, en mis palabras finales, transmitiros que en vuestras manos -en nuestras manos- está recoger ese testigo de valentía y responsabilidad para que todos juntos, otra vez, podamos situar a España en el lugar que deseamos y le corresponde.
Hoy no os pido sólo vuestra complicidad para nuestra Fundación, sus proyectos y el espíritu que le anima; también os la pido -aquí y ahora- para la España del s.XXI en la que vivimos y por la que nos toca luchar. Contad vosotros con mi compromiso para ello, porque yo estoy seguro de contar con el vuestro.
Muchas gracias.