M
uchas gracias por su afectuosa acogida y amables palabras en la celebración del Vigésimo Quinto aniversario de ?Diálogo?.
Una Asociación en la que me cabe la alegría de ostentar la Presidencia de honor, conjuntamente con mi buen y gran amigo el Presidente de la República Francesa, Señor Nicolas Sarkozy, a quién agradezco enormemente su intensa colaboración y amplia solidaridad, que tan bien refleja su afectuoso mensaje de esta noche.
Celebramos veinticinco años de activa y valiosa contribución de ?Diálogo? a la creciente amistad y cooperación entre Francia y España, que merecen mi felicitación y sincera gratitud a su Presidente y a cuantos la integran.
A través de diversas actividades y conferencias de carácter económico, social y cultural, de ayudas a la formación y de premios, ?Diálogo? ha ayudado al mejor conocimiento mutuo y a la aproximación de nuestras dos sociedades, contando con la dedicación de muchos políticos, empresarios, intelectuales y científicos.
Personalidades que, desde ?Diálogo?, han logrado sensibilizar a numerosos franceses y españoles sobre lo mucho que nos liga, y sobre el potencial de posibilidades que encierra el mayor entendimiento hispano-francés.
Veinticinco años de afanes y aciertos que, a la vista de la extraordinaria evolución de nuestras relaciones, son la historia de un éxito. ¡Gracias por todo ello!
Su quehacer ha permitido, en efecto, alentar la radical transformación vivida en este último cuarto de siglo por la relación entre dos grandes países vecinos, que hoy más que nunca se sienten orgullosos de ser amigos, aliados y socios en la Unión Europea.
?Díálogo? nació, con especial visión de futuro, precisamente pocos años antes del ingreso de España en las Comunidades Europeas.
De algunas suspicacias, malentendidos y falsos temores iniciales por ambas partes, basados en tópicos y en mucho desconocimiento recíproco, pasamos -en pocos años- a una esperanzadora realidad de comprensión y sintonía.
Ello explica la complementariedad, armonía, e incluso complicidad, que distingue la relación hispano-francesa. Una relación hoy impregnada, además, de sincera solidaridad.
Este cúmulo de características domina el entendimiento entre nuestras autoridades e instituciones, en el plano bilateral y europeo, así como entre nuestras sociedades civiles.
Entendimiento que abarca desde el comercio, la industria, la distribución, las finanzas y la innovación tecnológica, hasta la concertación en grandes cuestiones internacionales o regionales, sin olvidar nuestra ejemplar colaboración en la lucha contra el terrorismo.
Esta noche quiero destacar la inteligente dedicación de nuestros respectivos empresarios, muchos de ellos aquí representados, autores o impulsores de la muy ancha y profunda malla de cooperación empresarial hispano-francesa en casi todos los sectores.
Así, Francia y España son hoy dos socios económicos de primerísimo orden, no sólo en términos comerciales y de mutua inversión, sino también en objetivos y proyectos de alcance global y estratégico.
Dos países que crecen en un marco de confianza, de saludable interdependencia y beneficio mutuo, por lo que hoy es más cierto que nunca, que nada de lo que favorece o afecta a Francia o España deja de tener un reflejo inmediato en el otro.
Por ello, estoy convencido de que podemos y debemos hacer más. Siempre he sido un arduo defensor de la promoción de nuestras relaciones bilaterales, por el bien de nuestros dos países y del conjunto de Europa.
Saben, por ello, que cuentan con mi apoyo en su valiosa tarea, que les animo a proseguir -al menos otros veinticinco años- y por la que les reitero mi reconocimiento y gratitud.
Concluyo expresando, junto con la Reina, los mejores deseos de nuevos éxitos a ?Diálogo? en su labor a favor de la profunda y valiosa amistad hispano-francesa.
Muchas gracias.