Q
uiero, muy en primer lugar, agradecer en nombre de la Princesa y en el mío las atentas palabras que habéis querido dirigirnos.
Dirigimos nuestra gratitud, asimismo, a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cuya tradicional y generosa hospitalidad nos acoge una vez más. Siempre es un placer venir a esta Casa.
Aprovecho esta oportunidad para destacar nuestro permanente respaldo a esta querida Institución, cuya actividad promueve, con las demás Reales Academias, la más alta expresión de la creatividad y la cultura en España.
Pero, en particular y puesto que es la institución que nos convoca, agradecemos a la Asociación de Editores de Madrid, su amable invitación para presidir este acto en el que entregamos el ?Premio Antonio de Sancha?. Debemos reconocer en la Asociación su valiosa labor al servicio de la cultura, a través de una actividad editorial que agrupa a más de trescientas empresas, que facturan más del 40% del conjunto del sector en España.
Este galardón de particular relieve, con el nombre de aquel gran impresor, encuadernador y editor de nuestro siglo XVIII -al que se ha llamado ?reinventor de lecturas y hacedor de libros?- distingue cada año una figura sobresaliente en la promoción y defensa de los valores culturales, así como en el fomento de la lectura.
España y los españoles valoran especialmente Premios como éste, que alientan la creación literaria en español, fortalecen la unidad de nuestra lengua, aglutinan a la comunidad hispanohablante y contribuyen a estimular la expansión de un público lector.
Ámbitos, todos ellos, en los que destacó la intensa actividad desarrollada por una personalidad de tanto alcance y valía como la de D. Jesús de Polanco, tan merecidamente galardonado con este Premio.
El Jurado ha decidido por unanimidad la concesión de esta prestigiosa distinción por ?su trayectoria empresarial y por su compromiso con el desarrollo de la edición y la presencia del libro en los países iberoamericanos?. Es, como se ha señalado, la primera vez que el Premio Antonio de Sancha se concede a un editor.
Y Jesús de Polanco fue, sin duda, un apasionado y gran editor, un editor de libros y de periódicos, un hombre de gran visión sobre el valor y el potencial de futuro de la cultura en español, comprometido desde el mundo de los libros con el creciente entendimiento de la comunidad de habla española.
Fundador de la ?Editorial Santillana? en 1960, con su probada inteligencia, incansable actividad y constantes idas y venidas a América, hizo de ella uno de los grupos editoriales con mayor presencia y actividad en España y en el conjunto de Iberoamérica; toda vez que publica, asimismo, en portugués, tanto en Portugal como en Brasil.
Un grupo cuya actividad literaria y educativa llegó así a alcanzar todo el ancho horizonte de la escritura en español. Diversificó sus intereses editoriales y dio un gran impulso a las ediciones generales, cuyo catálogo es un compendio de algunos de los nombres más señeros de la literatura hispanoamericana.
Más tarde, desde ?El País?, del que fuera Consejero Delegado y Presidente ejecutivo, no sólo alcanzó el liderazgo de la prensa diaria de información general en nuestro idioma, sino que desarrolló su dinámico e importante grupo de comunicación.
Pero acaso el mayor éxito de Jesús de Polanco fuera el ejercicio de su capacidad para crear y dirigir equipos y confiar en ellos. Volcó su intenso trabajo, como jefe de un importante grupo de empresas, en compactar y promover la labor profesional de hombres y mujeres de talento, que coincidían en criterios, motivaciones y objetivos primordiales.
Entre ellos, la contribución al desarrollo de nuestra democracia y a la modernización de España, desde el rejuvenecimiento de la actividad editorial y de nuestros medios de comunicación. Permítanme que aluda asimismo a su apoyo a la Corona, convencido de su aportación a la estabilidad y convivencia democrática de los españoles.
Jesús de Polanco, no sólo fue un gran empresario, sino un hombre que buscó la excelencia profesional con un permanente espíritu de superación que subraya el valor de su legado. Dedicado, tenaz y sobrio, de sus lealtades permanentes siempre podía esperarse una opinión razonada y sincera.
En suma, la Princesa y yo tenemos la especial satisfacción de entregar hoy a su hija Isabel, Consejera Delegada del Grupo Santillana este bien ganado galardón, concedido a su querido padre, con nuestra más efusiva y cariñosa felicitación y con la esperanza de que el grupo empresarial que él fundara, siga contribuyendo con su mejor esfuerzo, junto a tantos otros grupos editoriales españoles, al progreso y el bienestar de España.
Muchas gracias.