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ermitidme que mis primeras palabras sean de dolor, de repulsa y de condena ante el cobarde asesinato del Coronel médico D. Antonio Muñoz Cariñanos por la banda terrorista ETA.
Quiero enviar un recuerdo muy afectuoso a toda su familia y, muy especialmente, para sus hijos.
Una vez más, reitero nuestra firme convicción de que los principios y valores democráticos en los que creemos nunca se verán quebrantados por la brutal violencia terrorista. Damos la bienvenida a todos los que, como representantes de la familia olímpica española, habéis participado desde vuestras distintas responsabilidades en los Juegos Olímpicos de Sydney y estáis hoy aquí con nosotros.
Mi saludo va dirigido especialmente a los deportistas, a los que no pude acompañar en Sydney, como hubiera sido mi deseo. Durante unos días os habéis convertido en el centro de atención de todo el país, y os habéis hecho depositarios de la confianza y la ilusión de los millones de españoles que hemos seguido apasionadamente la evolución y el progreso de vuestro diálogo competitivo con los mejores atletas del mundo.
Todos somos conscientes, y vosotros más que ninguno, de que el éxito y la victoria se construyen día a día, con inteligencia, con trabajo, con planificación y con sacrificio, y todos sabemos, igualmente, que todo ese esfuerzo colectivo, desarrollado durante un ciclo olímpico completo, ha de rendir sus frutos en el breve lapso de tiempo en el que transcurren los juegos.
De ahí que, en ocasiones, la alta competición pueda resultar muy ingrata y no recompense debidamente, con la obtención de los esperados galardones, la ardua dedicación que en ella se ha invertido.
Por ello deseo felicitar calurosamente a todos los que os habéis distinguido alcanzando un merecido reconocimiento.
Agradezco también a las instituciones del Estado implicadas en los Juegos, al Comité Olímpico Español, a las asociaciones deportivas y, muy especialmente, a los patrocinadores del programa ADO, su labor de apoyo al deporte olímpico.
Quiero rendir tributo a aquellos que, a pesar de su entrega y dedicación, por los diferentes avatares de la competición deportiva, no han visto recompensado el esfuerzo realizado durante estos últimos años.
El deportista es el auténtico protagonista del acto que hoy nos ocupa. Deseo expresar públicamente nuestra admiración, aprecio social y agradecimiento a quienes, con su esfuerzo y dedicación, muestran el prestigio y pujanza del deporte español.
Reconocemos hoy la consideración que la sociedad española concede al Deporte como elemento esencial en la formación del ciudadano.
El deportista quiere obtener lo mejor de sí mismo, en limpia competencia con los otros y respetando las leyes que rigen su esfuerzo y dedicación; aprende a colaborar y busca el bien común, alcanzando metas que pudieran parecer imposibles.
Queremos recompensar por esta búsqueda de la excelencia a quienes llevan con orgullo el nombre de España por todos los ámbitos deportivos del mundo.
Han finalizado los Juegos y sin duda ha llegado el momento de hacer balance, de analizar nuestros resultados, de enorgullecernos de nuestros éxitos y de aprender de nuestros errores.
Por ello, animo a las instituciones y a todos los ámbitos con competencias en el deporte, para que, desde la reflexión y el diálogo, establezcan unas bases sólidas en las que los deportistas españoles puedan encontrar unas condiciones óptimas para el logro de sus metas.
Quiero, finalmente, recordar que mañana se inician los Juegos Paralímpicos Sydney 2000, enviando un saludo muy afectuoso a los participantes españoles en este acontecimiento.
A todos les deseo el éxito que merecen su especial dedicación y espíritu de superación, mediante los que manifiestan su vinculación personal con los ideales y valores que inspiran el movimiento olímpico y refuerzan su vigencia universal.