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oy, día Nueve de Mayo, nos reunimos para celebrar el Día de Europa, y es para mí una alegría renovada estar con todos ustedes en esta festividad de todos. Siento una especial satisfacción, ya que por tercer año consecutivo, presidir el acto de entrega de estos Premios de Periodismo nos permite compartir algunas reflexiones sobre un proyecto común de libertad, prosperidad y solidaridad que, como pocos, preconizó Salvador de Madariaga.
Hace pocos días se celebró en Madrid un ciclo dedicado a este gran español. Tomando expresiones que allí se emplearon, este "Quijote europeo" escribió para ser leído más allá de España. Fue un erudito y un filósofo, que meditó sobre el destino de los demás países europeos y sobre el alma de un Continente. Pero no fue sólo un teórico. Madariaga fue quizás el primer europeo sentimental del siglo XX , y en su Europa confraternizaban Rabelais, Miguel Angel, Shakespeare, Cervantes o Bach como chispas procedentes de un fuego común.
Gallego de nacimiento, viajero asiduo y apasionado, trabajó en muchas ciudades europeas. En cualquiera de ellas se sintió en casa: para él eran visiones variadas de un paisaje único. Nuestras naciones - decía - "a pesar de sus vigorosas diferencias, tienen ese aire de familia que le hace a uno decir: esto es Europa; un aire de familia que absorbe y resuelve matices y acentos nacionales en una unidad neta y clara".
Vivimos los europeos un momento interesante en el que se están dilucidando importantes cuestiones para el futuro. Son asuntos que no podríamos seguir sin periodistas libres que nos informasen sobre ellos, y los desmenuzasen en toda su complejidad. La prensa es un lazo de inmediatez que une al ciudadano con la administración y la política. En momentos especiales, como en el actual envite europeo, necesitamos periodistas preparados que, como creadores o mensajeros, den prueba de veracidad e inteligencia.
Los que seguimos con detenimiento la información y la opinión, sabemos que tenemos una deuda especial con los tres periodistas que honramos esta tarde. Los tres son estupendos ejemplos de claridad, de responsabilidad democrática y de empecinamiento europeo:
Cuando buscábamos una fórmula condensadora, ahí estaba Xavier Vidal-Folch en "El País".
Cuando necesitábamos una orientación cálida, Ignacio Martínez nos informaba desde Canal Sur.
A todas horas, desde Catalunya Radio, teníamos las palabras incansables de Teresa Turiera-Puigbò.
A los tres, mi más cordial enhorabuena.
Muchas de las cosas por las que luchó Madariaga se han cumplido. Pero la unidad europea es ambiciosa, y seguimos teniendo una difícil y sutil responsabilidad: la de hacer que se convierta en "nuestra" Europa. Para esa tarea, contamos con los hombres y mujeres que dan contenido a la prensa escrita, la radio y la televisión. Necesitamos sus palabras, y les animo a seguir informándonos, con seriedad y con ilusión.
Muchas gracias.