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or varias razones celebro compartir con vosotros, en la que fue su primera sede, el ciento cincuenta aniversario de la apertura de la Escuela Especial de Ingenieros de Montes.
Desde entonces, esta Institución ha cumplido con creces el objetivo para el que se creó, y que fue el de formar técnicos que, aunando los principios básicos de las ciencias forestales con los específicos de la ingeniería civil, llevasen a cabo la gestión de los montes de la nación.
En 1840 Agustín de Pascual y otros insignes naturalistas son becados por la Casa Real para cursar estudios de Dasonomía en la Academia de Tharandt, en Sajonia. Las enseñanzas recibidas constituirán el núcleo básico de una concepción técnica del aprovechamiento del bosque con profundas raices naturalistas.
Siglo y medio después, el elevado número de profesionales que han salido de estas aulas, la capacidad y experiencia acumuladas en su dilatada trayectoria, y el prestigio de su profesorado en foros e iniciativas internacionales, son pruebas fehacientes del esfuerzo e ilusión con que habéis desarrollado vuestra vocación y recorrido su camino.
En esta trayectoria tiene un lugar destacado la integración de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes en la Universidad Politécnica de Madrid, y la creación de otras en varias Comunidades Autónomas.
Al crecimiento estructural se une el avance en profundidad de las enseñanzas e investigaciones que se realizan en vuestros centros, y del que son buena muestra los programas comunitarios de intercambio a los que acuden profesores y alumnos de diversos países, sentando las bases de un diálogo fecundo en las áreas del conocimiento y las realizaciones prácticas que os conciernen.
"Saber es hacer", es el lema que guía vuestra actividad, siempre atenta a los cambios necesarios y a la evolución progresiva de los modelos por los que discurre.
La conservación y la protección de nuestro patrimonio forestal son empresas que os honran especialmente, por su valor económico y sus efectos sociales en una población que durante largo tiempo ha sido mayoritariamente rural.
A los tradicionales objetivos de creación de una cubierta vegetal por la protección del suelo y, en su caso, con fines productivos, se añaden hoy los del uso social del monte.
La sociedad del bienestar y las circunstancias específicas de la vida moderna, sobre todo en las grandes ciudades, han revalorizado el disfrute de la naturaleza, y con él una serie de actividades que, como el senderismo, se agrupan bajo el denominador común de ecoturismo.
Por otra parte, la importancia que nuestra mentalidad colectiva da a los recursos naturales como premisa de una mejor calidad de vida produce una más amplia visión de la repoblación forestal, no sólo como factor de un asentamiento más equilibrado de la población en el campo, sino también como regulador de la estabilidad térmica y ambiental.
Entramos así en una nueva dimensión de la utilización del monte y de sus beneficios, que integra demandas muy variadas y exige fórmulas innovadoras de gestión y protección, capaces de satisfacer necesidades cada vez más amplias y complejas, sin desatender las derivadas del concepto clásico de la masa forestal como fuente de bienes y servicios.
Las enseñanzas que imparte esta Escuela, y el bagaje científico que proporciona, son la semilla de la que ha de germinar una gestión más actualizada y mejor coordinada de nuestros bosques, así como la promoción de un concepto del monte como patrimonio común que nos corresponde mantener y acrecentar.
Esta es vuestra tarea y la lección principal de este aniversario. Os animo a desarrollarla con la convicción, que nunca os ha faltado, de contribuir al progreso de nuestra patria, en un empeño que los españoles valoramos y os agradecemos.