A
l presidir una vez más la conmemoración del Día Mundial de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, venimos a expresaros nuestro afecto hacia vuestra Institución, y hacer nuestros sus afanes de alcanzar un mundo cada vez más justo, próspero y en paz.
Cruz Roja es una realidad que el paso del tiempo no ha desvaído, sino reforzado. Ha sabido estar en todo momento a la altura de cada tiempo y sus requerimientos, y empeñarse en la búsqueda de las fórmulas más adecuadas para encauzarlos y resolverlos.
Así lo manifiesta en el lema de este año: "Fuerza de la Humanidad", es decir, movilización de toda la sociedad en torno a un compromiso, que debe readaptar su actividad y estrategia a la evolución de los acontecimientos internacionales y las relaciones humanas para ser plenamente efectivo.
Cruz Roja nos propone a estos efectos unas claves concretas, ajustadas a la realidad, no meramente teóricas, sino avaladas por su experiencia.
Primero, la de la solidaridad entendida como una responsabilidad y que es producto de una ética, pues se legitima por un principio tan actual y compartido como el de la defensa de la dignidad y los derechos fundamentales de las personas, a cuya transgresión no podemos ni queremos resignarnos.
En segundo lugar, la de no contentarse con socorrer pronta y eficazmente a las víctimas de los conflictos, sino emprender la tarea, igualmente prioritaria, de cooperar activamente en los procesos de prevención, rehabilitación y desarrollo.
En tercer término, la especial preocupación por el empleo, del que depende no sólo la economía personal y familiar, sino también, y quizá sobre todo, el reconocimiento social y el respeto a la propia identidad. Aún hay entre nosotros grupos que, por razones de enfermedad, carencias económicas o prejuicios, se ven marginados del avance social. A este respecto creo es de justicia subrayar la prioridad que Cruz Roja dedica a los inmigrantes en el plano de la asistencia global y la integración cultural.
Finalmente, merece especial mención la actividad de Cruz Roja en el ámbito de la cooperación internacional, donde canaliza parte importante de la ayuda española, tanto de las administraciones como del conjunto de la sociedad, a los afectados por las tragedias naturales y sus secuelas en África, Asia, los Balcanes, y nuestra próxima y querida Iberoamérica.
Las distinciones que acabamos de entregar testimonian los intereses y preocupaciones de vuestra Institución mediante ejemplos de vocación y de gestión ejemplar.
Entre ellos destacan quienes han dedicado lo mejor de su vida y sus capacidades a las tareas de Cruz Roja en todos sus ámbitos, como el señor Cornelio Sommaruga, Presidente del Comité Internacional de 1987 a 1999.
También figuran los Comités, Asociaciones y Entidades que han llevado a cabo iniciativas y proyectos bien pensados y mejor realizados, algunos tan cercanos en nuestra memoria como los proporcionados a los inmigrantes en la zona de El Ejido.
Y no pueden faltar los jóvenes que han entregado generosamente su vida en acto de servicio, durante el pasado año y éste en el que estamos.
A todos, y a cada uno en singular, expreso junto con la Reina mi más cordial felicitación y reconocimiento, y a los que nos han dejado y no están ya entre nosotros nuestro emocionado recuerdo.