n las palabras que dirigió a la representación de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil, Su Majestad el Rey puso de relieve que el pueblo español "se siente orgulloso de vosotros y agradece el trabajo que nuestros hombres y mujeres estáis realizando al servicio de todos, al servicio de nuestra paz y seguridad". Don Felipe expresó el deseo de que "este año nos traiga esa paz por la que vosotros veláis en silencio, con un recuerdo y saludo especial para tantos compañeros que se encuentran desplegados lejos de sus hogares y con la añoranza de la Patria. Deseo que hago extensivo a vuestras familias que, sin escatimar esfuerzos y con sus sacrificios y aliento, hacen posible vuestros éxitos profesionales".
"El primer y más fundamental deber del militar −como bien sabemos todos los que lo hemos jurado ante nuestra Bandera− es la disposición permanente para defender a España; y arriesgar la vida para proporcionar seguridad y protección a los demás es inherente a la esencia de la profesión militar. Pero siempre la pena nos alcanza profundamente cuando –como también ha ocurrido este año– mueren compañeros de armas en el cumplimiento de su misión; tanto en operaciones fuera de nuestras fronteras, como en el cumplimiento de su quehacer diario. Su entrega noble, generosa –y a veces heroica– deberá ser siempre valorada y recordada con honra, con gratitud y con emoción. A sus familias, hoy de manera especial, les dedicamos todo nuestro cariño", manifestó Su Majestad el Rey.
Asimismo, Don Felipe elogió la labor realizada y señaló la necesidad de seguir apostando por el proceso de modernización, "porque no podemos dejarnos rebasar por los nuevos escenarios y los desafíos actuales, cada vez más cambiantes e imprevisibles. De esta manera conseguiremos que nuestras Fuerzas Armadas y la Guardia Civil sigan siendo, además, una herramienta de singular trascendencia en la acción exterior del Estado.
En este sentido, recordó que "España se ha consolidado como una referencia en el seno de la Alianza Atlántica y reflejo de ello es que militares españoles han estado, en 2016, al frente de la Fuerza Conjunta de Muy Alta Disponibilidad y del Mando del componente terrestre de la Fuerza de Respuesta Aliada, han mandado una de las agrupaciones marítimas de reacción inmediata de la OTAN en el norte de Europa y han liderado en el primer cuatrimestre la misión de Policía Aérea en el Báltico. Y todo esto ha sido posible gracias a la transformación llevada a cabo durante los últimos años, que responde a la necesidad de contar con unas Fuerzas Armadas capaces de asumir la gran variedad de funciones encomendadas. Así podremos hacer frente a los riesgos y amenazas a los que estamos expuestos, y a la que probablemente sea la mayor amenaza a la seguridad global en la actualidad, el terrorismo".
Su Majestad el Rey recordó que "el terrorismo ataca sin escrúpulo alguno en cualquier lugar, y son muchas las naciones cuyas sociedades sufren con frecuencia su vileza y ensañamiento. En todas ellas pensamos y a todas ellas acompañamos en su dolor. Además, está en el centro de las preocupaciones de seguridad de los españoles y de nuestros socios y aliados".
"Por ello, no debemos escatimar esfuerzos por aumentar nuestra capacidad de prevención y de respuesta ante esta lacra que pone en peligro a nuestra sociedad, desprecia nuestros valores democráticos y es un enemigo de la Humanidad. Tenemos la obligación de hacer cuanto esté en nuestras manos por defender los derechos y garantías individuales de nuestros conciudadanos, así como de contribuir al esfuerzo internacional de lucha contra esta amenaza global común", exhortó Don Felipe.
La celebración de la Pascua Militar constituye un solemne acto castrense con el que se inicia el año militar. En dicho acto se realiza un balance de las vicisitudes del año anterior y se marcan las líneas de acción que se desarrollarán en el siguiente. Además, se imponen condecoraciones militares a aquellos civiles y miembros de las Fuerzas Armadas que se han hecho acreedores de ellas durante el año vencido.
El origen de la Pascua Militar se remonta al reinado de Carlos III, cuando, el 6 de enero de 1782, se recuperó la localidad menorquina de Mahón, que se hallaba en poder de los ingleses. Como expresión de júbilo, Carlos III ordenó a los virreyes, capitanes generales, gobernadores y comandantes militares que, en la fiesta de la Epifanía, reuniesen a las guarniciones y notificasen en su nombre a jefes y oficiales de los ejércitos su felicitación.
A su llegada a la Plaza de la Armería del Palacio Real de Madrid, Sus Majestades los Reyes fueron recibidos por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal; el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido; el jefe de Estado Mayor de la Defensa, almirante general Fernando García Sánchez, y el jefe del Cuarto Militar de la Casa de Su Majestad el Rey, vicealmirante Juan Ruiz Casas.
Tras los honores de ordenanza, la interpretación del Himno Nacional y una salva de 21 cañonazos, Don Felipe pasó revista a la formación de la Guardia Real. A su término, Sus Majestades los Reyes abandonaron la Plaza de la Armería para dirigirse a la Saleta de Gasparini, donde recibieron el saludo de las Comisiones del Órgano Central de la Defensa y el Estado Mayor de la Defensa, las Reales y Militares Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo, el Ejército de Tierra, la Armada, el Ejército del Aire, la Guardia Civil y la Real Hermandad de Veteranos.
Una vez finalizados los saludos, Don Felipe y Doña Letizia, las autoridades asistentes y los miembros de las comisiones accedieron al Salón del Trono y ocuparon sus lugares. La ceremonia comenzó con la imposición de condecoraciones por parte de Su Majestad el Rey a distintos miembros de las Comisiones Militares.
Tuvieron lugar seguidamente las intervenciones de la ministra de Defensa y de Su Majestad el Rey. Un encuentro de Don Felipe y Doña Letizia con las autoridades asistentes y los miembros de las Comisiones Militares en el Salón de Columnas puso fin al acto.