l acto central del Día de la Fiesta Nacional consistió en un acto de homenaje a la Bandera Nacional, que se celebró en la madrileña Plaza de Cánovas del Castillo, junto con una parada militar, que se desarrolló entre la Plaza del Emperador Carlos V y la Plaza de Colón. Posteriormente, tuvo lugar en el Palacio Real de Madrid la tradicional recepción a una representación de la sociedad española.
Los Reyes, y sus hijas, la Princesa de Asturias Doña Leonor y la Infanta Doña Sofía, llegaron a la Plaza de Cánovas del Castillo escoltados por el escuadrón de Escolta Real, fueron recibidos por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. A continuación, fueron saludados por el ministro de Defensa, Pedro Morenés; el presidente de la Comunidad de Madrid, Jaime Ignacio González; la alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el jefe de Estado Mayor de la Defensa, Fernando García Sánchez; la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y el presidente de la Asamblea de Madrid, José Ignacio Echeverría.
Un batallón de la Guardia Real se encargó de rendir honores. Seguidamente, Don Felipe, vestido con el uniforme del Ejército del Aire en honor al 75 aniversario de su creación, pasó revista a las tropas. Una vez finalizada, Sus Majestades los Reyes fueron saludados a pie de la Tribuna Real por las altas autoridades del Estado, miembros del Gobierno, presidentes de Comunidades Autónomas presentes en el acto y autoridades de Defensa.
Tras el traslado de la Enseña Nacional por tres guardias reales, representantes de cada uno de los Ejércitos y un guardia civil, se procedió al izado de la misma a los acordes del Himno Nacional, que dio paso al acto de homenaje a los que dieron su vida por España. La Unidad de Música de la Guardia Real fue la encargada de interpretar "La muerte no es el final", a cuyos compases se realizaron los movimientos de guiones y portacoronas, seguidamente, y tras finalizar los acordes de “La muerte no es el final”, Su Majestad el Rey se dirigió a la plataforma para realizar la ofrenda de la corona de laurel.
Concluido el toque de Oración, el sobrevuelo de la Patrulla Acrobática "Águila" y una descarga de fusilería por la Escuadrilla "Plus Ultra" de la Guardia Real, dio comienzo el desfile militar, compuesto de unidades aéreas y terrestres.
Finalizados los actos, y tras ser despedidos por el presidente del Gobierno, el ministro de Defensa y el jefe de Estado Mayor de la Defensa, Sus Majestades los Reyes se trasladaron en caravana, escoltados por el Escuadrón de Escolta Real, al Palacio Real de Madrid, donde tuvo lugar la tradicional recepción con motivo del Día de la Fiesta Nacional.
En el Salón del Trono recibieron el saludo del presidente del Gobierno, representantes del Cuerpo Diplomático, el presidente del Congreso, el presidente del Senado, el Presidente del Tribunal Constitucional, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, los miembros del Ejecutivo, los presidentes de Comunidades Autónomas, el jefe de la Oposición, los miembros de la Mesa y Portavoces del Congreso de los Diputados y del Senado, la alcaldesa de Madrid, el presidente del Consejo de Estado, el presidente del Tribunal de Cuentas, la Defensora del Pueblo, y el resto de invitados, pertenecientes a todas las esferas sociales de la vida pública nacional.
Tras los saludos a los representantes de las Instituciones del Estado, Don Felipe y Doña Letizia se dirigieron al Comedor de Gala, donde tuvo lugar la recepción, a la que asistieron alrededor de 1.500 invitados pertenecientes a todas las esferas sociales de la vida pública nacional.
La conmemoración de la Fiesta Nacional tiene como finalidad recordar solemnemente momentos de la historia colectiva que forman parte del patrimonio histórico, cultural y social común, asumido como tal por la gran mayoría de los ciudadanos. Según recoge la Ley 18/1987, de 7 de octubre, que establece el día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre, simboliza la efeméride histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos.