It is an enormous pleasure to join you at this event in the Cantabrian city of Santander: this land, this city and these people embody a proud heritage, quality of life, initiative and enterprise, deep-rooted tradition and openness to the world.
Owing to my own personal experiences, I have more than just a few good reasons to appreciate the true value of this Forum and, more importantly, of the longstanding relationship between the United States and Spain. I am one of those fortunate Spaniards who have had the opportunity to broaden their academic horizons in that ‘haven of freedom’ that US universities have always represented and –we can agree− should continue to do so. Therefore, for me, this event is something of a reunion, a place and a time to re-unite.
In this room, I see many people and can identify many institutions that have all, in their own different ways, contributed to the growth and well-being of both our societies; and that through the Fundación Consejo España-EEUU and its counterpart, the US–Spain Council, they have added even more value in that commendable task. I would like to thank you for your work, which has been invaluable to our two countries, both in their public and private domains, and to thousands of citizens in their careers and personal lives.
This year the Forum celebrates its first 30 years. What better time than now to look back on all that we have achieved, but also ‒just as you are doing here in Santander‒ to discuss our present and the prospects for our future in areas such as energy efficiency, sustainable transport and AI, as you have outlined for this weekend’s agenda.
Speaking of anniversaries: today is 4th of July. So, happy Independence Day and best wishes to all our friends from the US. A day of celebration indeed for you, but also a celebration for the universal history of democracy.
In fact, next year will mark the 250th anniversary of “The unanimous Declaration of the 13 united States of America”, The Declaration of Independence, which indeed was the founding act for the United States of America. This will be a magnificent opportunity to reflect upon the history, but more importantly, to appreciate the timeless principles and values that inspired it, and to renew our shared commitment, for the very sake of freedom and democracy, to continue living by so many of them we share.
It will also be a time to proudly remember and recognize −allow me− the invaluable role that the Kingdom of Spain played during the American Revolutionary War in order to reach such a remembered and successful milestone, which would turn to be so crucial to the fate of the modern world.
Many things draw us close. First and foremost, those values and that particular history; but also the heritage of three centuries that Spain left in such a vast territory of North America; or the growing vitality of the Spanish language, with 60 million Spanish speakers in the US today, coming from very diverse national origins, including your very own southern states. In that regard I have to highlight the immense contribution that the Hispanic community makes to American society, all of which are well known to Sen. Ben Ray Luján and the rest of the delegation from the US Congress who have joined us here today.
We also serve together, side by side, as members of the North Atlantic Alliance (NATO) and by our 70yr+ bilateral cooperation on security and defense —especially with regard to the Morón and Rota bases. Not to mention in detail the immense volume of investment and business between our two countries: the US is the largest non-EU investor in Spain, and over 800 Spanish companies operate on US soil, creating more than 85.000 direct jobs.
In fact, the leadership in strategic sectors that a good number of our companies often demonstrate, together with their firm commitment to the digital and green transitions, hold great potential for the future.
Señoras y señores,
Los españoles también hemos tenido un importante aniversario en fechas recientes: el pasado 12 de junio celebramos con un acto solemne los 40 años la firma del Acta de Adhesión a la entonces llamada Comunidad Económica Europea.
"...La interdependencia es la razón última por la que estamos aquí, en esta región y esta ciudad que miran al Atlántico, en este foro en que la sociedad civil celebra nuestra alianza...."
Pasadas 4 décadas, ese camino de regreso a Europa se ha trocado en una ruta hacia el futuro, porque hoy en día España lidera –sin pretender aleccionar a nadie− cada vez más procesos que tienen que ver con el crecimiento, la innovación, las libertades, los derechos, la ciudadanía. Hoy somos nosotros, por convicción y por entusiasmo, una de las fuerzas motrices de la Europa unida.
Así que, en estos días de aniversarios, en España, en Europa y en Estados Unidos, quiero hablarles de una anécdota que, de algún modo, los enlaza a todos: tuvo lugar tal día como hoy, pero hace ni más ni menos que 73 años.
En 1962, Jean Monnet, uno de los padres de Europa y un profundo conocedor de la experiencia federal estadounidense, persuadió al presidente Kennedy de la importancia de cuidar y potenciar la relación entre ambos espacios. Y este, en su discurso del 4 de julio de ese año en Filadelfia, expresó su apertura a una “declaración de interdependencia”: un explícito y emocionado reconocimiento de los valores que nos unen y una afirmación de la voluntad de plasmarlos −en un futuro que no llegó a acontecer− en la creación de una gran comunidad euro-atlántica.
Notarán la enorme semejanza entre los términos “independencia” e “interdependencia”, con la que Kennedy jugaba en ese discurso: la distancia entre ambas es de tan solo una sílaba. Yo quisiera incidir en que esa proximidad, esa cuasi identidad, no es solo de forma sino también de significado.
Porque la auténtica independencia de los estados no se determina por la autosuficiencia. Los países independientes son aquellos que, consciente y voluntariamente, se alían con otros, con los que aúnan fuerzas y se afirman en una dependencia mutuamente enriquecedora, cimentada en la sintonía en tantos aspectos ideológicos, éticos y morales: aspectos que nos trascienden y nos explican, que son la esencia de nuestro ser y estar en el mundo.
Desde ese punto de vista, la razón última por la que EEUU y España −por sí misma y como parte de Europa− somos, a la vez, interdependientes e independientes, es que somos democracias. Y no por una coyuntura política, sino por una historia que ha costado mucho esfuerzo construir. Tantos gestos heroicos, tantas vidas, tanto ha costado al Estado de Derecho prevalecer, en ese mundo hobbesiano que fue durante siglos la historia de la humanidad.
La interdependencia es, por tanto, la razón última por la que estamos aquí, en esta región y esta ciudad que miran al Atlántico, en este foro en que la sociedad civil celebra nuestra alianza. Y es eso lo que debemos defender y desarrollar, no solo en estos días de encuentro, sino más allá: nuestra interdependencia querida, buscada, trabajada, proyectada hacia el futuro.
Porque el vínculo transatlántico no se debe limitar a una visión compartida de la geopolítica global, que puede sufrir altibajos en determinadas coyunturas políticas en una u otra orilla. Es, también ─lo he dicho en muchas ocasiones últimamente: en Coímbra, en Yuste, en Brujas, en Aquisgrán─ algo muy profundo; algo que hacemos entre todos, de manera tan rutinaria como inconsciente: cada vez que viajamos, nos embarcamos en un proyecto, iniciamos una conversación o compartimos una idea en el marco de ese espacio euro-atlántico, lo estamos afianzando, lo estamos alimentando.
Señores y señoras,
Concluiré con otra anécdota sobre Jean Monnet: al final de su fecunda carrera, el viejo funcionario francés, curtido en mil batallas diplomáticas, contemplaba la gran obra que había ayudado a construir, la Europa unida, y se cuenta que pronunció una frase tan críptica como hermosa: “si hubiera que volver a hacerla, empezaría por la cultura”.
En la alianza entre nuestros dos países, en ese marco euro-atlántico al que me he referido, lo que más importa, lo que más debe importar, es eso mismo: la cultura. Esa cultura de relación que convierte el diálogo en algo natural e irrenunciable, casi instintivo, que va más allá de la coyuntura o las circunstancias.
Y esa cultura depende, de manera muy relevante, de cada uno de nosotros, de cada uno de los que participáis de este encuentro y ayudáis, con vuestra labor diaria, a hacer cada día más fuerte y sólida nuestra larga amistad.
Os animo a cuidarla, a preservarla y cultivarla…. Seguro que tendremos muchos más años y décadas para reunirnos en el Foro España/EEUU, a este o al otro lado del Atlántico, y seguir haciendo lo que estamos haciendo esta misma noche: celebrarla.
Muchas gracias.