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Palabras de Su Majestad la Reina en el acto de entrega de los Premios Rey Jaime I

Valencia, 18.09.1996

Es para mí un honor y un motivo de especial satisfacción presidir el acto de entrega de los Premios "Rey Jaime I".

He seguido con interés la trayectoria de estos galardones desde sus comienzos, y me alegra comprobar que su propósito fundacional, la promoción y reconocimiento de la investigación científica española, se ha cumplido con creces, convirtiéndose en una tradición plenamente consolidada.

Con mi presencia hoy aquí quiero, en primer lugar, expresar mi aliento y apoyo al generoso esfuerzo de la Generalitat Valenciana, la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados, que con tanto entusiasmo dirige el Profesor Grisolía, y las entidades que concurren a la financiación de estos Premios, felicitándoles por el éxito que tan merecidamente han conseguido.

Gracias a iniciativas como ésta la investigación no es ya en España una asignatura pendiente, sino una prometedora realidad, en la que la inteligencia e imaginación de nuestros compatriotas y su admirable capacidad de trabajo han conseguido situarse en primera línea del campo científico mundial.

Decía con razón Severo Ochoa, gran maestro de la Biología Molecular, que uno de los aspectos más importantes para el desarrollo de la ciencia, y tal vez el más deficiente en nuestro país, era el de crearle un ambiente apropiado.

Quizá el mérito mayor de estos Premios que hoy entregamos sea, precisamente, la dedicación y constancia con que han contribuido a hacer de la capacidad y excelencia profesional una costumbre, cuyos efectos se multiplican y diversifican a lo largo del tiempo, en una onda expansiva que es fuente de nuevas iniciativas y sienta las bases de incalculables beneficios futuros.

Estas distinciones se basan en un sólido compromiso y una apuesta por dotar a nuestro país de un nivel de desarrollo científico y tecnológico, que promueva eficazmente nuestras importantes posibilidades en este ámbito.

Proyectarlas al más alto nivel en el concierto mundial, en el que se sustancian ahora mismo las cuestiones y respuestas esenciales de una nueva civilización nos exige el deber de aportar lo mejor de nosotros mismos.

En este plano de cooperación quiero destacar como  especial acierto la atención que en estos Premios se viene dedicando a la calidad de sus jurados, patente en la relación de las destacadas personalidades que los constituyen, y que en este acto de 1996 incluye nada menos que a diez galardonados con el Premio Nobel.
Hoy día es evidente, a través de las revistas especializadas y los medios de comunicación, que la investigación no es sólo el resultado de una solitaria reflexión, sino también de una atenta exploración del mundo que nos rodea.

Sus ecos no se limitan al área, ya de por sí muy importante, del mundo académico y profesional, sino que forman parte de nuestra vida y pasan a convertirse en un patrimonio común del que todos participamos.

Fieles a esta vinculación social, habéis extendido desde hace tiempo el ámbito de vuestras recompensas a campos tan interesantes como el de la economía y, más recientemente, al medio ambiente. La creación del Museo "Premio Rey Jaime I", que tan generosa aceptación ha tenido entre los niños y los jóvenes es una clara muestra de esta vocación científica.

A todos dirijo mi felicitación personal. Al Doctor Ginés Pérez Morata, que tan decisivamente ha contribuido, desde el Centro de Biología Molecular "Severo Ochoa" de la Universidad Autónoma de Madrid, al prestigio de que actualmente goza la genética española del desarrollo.

Al Doctor Juan Velarde Fuertes, analista y eminente profesor de economía española, cuyos aspectos esenciales y manifestaciones más actuales ha sabido difundir en un admirable trabajo.

A la Profesora Mercedes Ruiz Moreno, ejemplo de investigación y pedagogía, en la Fundación Jiménez Díaz y la Universidad Autónoma de Madrid, en el campo de la Pediatría y muy especialmente en los de la Gastroenterología, Nutrición y Hepatología.

Y también al Doctor José Luis Rubio Delgado, cuya dedicación al estudio de los procesos de desertificación le ha capacitado para luchar contra la misma a nivel español, europeo y mundial.

Gracias a todos. Muchas gracias a  los que nos dais, como promotores, patrocinadores, jurados y premiados, esta lección de valor insuperable para nuestro perfeccionamiento y el progreso de España, en el que todos  hemos de sentirnos comprometidos.

Queda abierta la convocatoria de los Premios Rey Jaime I de 1997.

Se levanta la sesión.

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