Solamente unas palabras, antes de iniciar esta sesión, para expresar mi pesar y mi dolor por la muerte del General Gutiérrez Mellado. Si bien ya he manifestado mi opinión sobre su figura y lo que supuso para España y para esta Fundación, en el documento elaborado en su homenaje, no quiero dejar de hacer una pequeña reflexión ante los que fueron sus amigos y leales compañeros de trabajo en esta Institución.
El General Gutiérrez Mellado era, ante todo, un ser entrañable. Dotado de gran carácter y energía moral, sabía ser siempre cercano y familiar. Su compromiso permanente con la solidaridad, dirigida principalmente en estos últimos años hacia la juventud, le llevó en unas muy adversas condiciones meteorológicas de una mañana de diciembre a cumplir su último servicio a la sociedad.
Si mucho ha sido el pesar que nos ha producido su muerte, grande es también el legado que nos deja. Su ejemplo y su dedicación permanente a los más desfavorecidos por la lacra de la droga, nos servirá de guía de conducta para alcanzar con ilusión el objetivo que nos hemos marcado, y en el que el General creía fervientemente.
Al evocar su recuerdo, en esta primera sesión que celebramos sin su presencia, les animo a todos a redoblar sus esfuerzos para conseguir lo que el General tanto deseaba: una sociedad sin drogas.
Muchas gracias.