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Palabras de S.M. la Reina en la entrega de la Ayuda Humanitaria en el Campo de Ngara

Ngara, 28.04.1998

S

eñora Ministra,Señor Alto Comisionado Adjunto de Naciones Unidas para los Refugiados,Señor Presidente del Comité Ejecutivo del Alto Comisionado,

Aprovechando este acto de entrega de ayuda humanitaria por parte de España, quiero, ante todo, iniciar estas breves palabras expresando mi admiración hacia la importante y esencial labor de apoyo a los refugiados que desarrolla el ACNUR y las organizaciones y personal humanitario en todo el mundo. A todos ellos dirijo hoy mi reconocimiento.

La inestabilidad que azota la Región de los Grandes Lagos ha afectado a los sectores más desfavorecidos y vulnerables de la población. Pienso muy especialmente en las familias destrozadas, las madres separadas de sus hijos, los niños que han perdido a todos sus familiares y que difícilmente podrán superar el trauma del conflicto. Sus miradas tristes deben ser un aldabonazo en nuestras conciencias. El mundo no les puede volver la espalda.

La tragedia del refugiado es la de todo el género humano. En los albores del nuevo siglo, no hemos sabido superar los conflictos regionales y sus dramáticas consecuencias para la población civil. Nos enfrentamos al reto del retorno de los desplazados a sus países de origen y sobre todo a su reintegración en la sociedad, donde puedan recobrar toda su dignidad humana.

Hoy, en este campo de refugiados deseo rendir un sentido homenaje a todos los cooperantes que dedican lo mejor de sus vidas al servicio de los necesitados. En especial, queremos recordar a aquellos que han perdido su vida en esta bella Región de los Grandes Lagos. Su entrega y dedicación es un ejemplo a seguir para todos nosotros.

No quiero terminar estas palabras, sin agradecer muy especialmente en nombre de todos los españoles al Gobierno tanzano la generosidad y solidaridad que han demostrado al acoger de manera desinteresada y altruísta a un contingente tan elevado de refugiados. Su esfuerzo es merecedor del reconocimiento unánime y de la gratitud de toda la Comunidad Internacional.

A través de las medicinas y del material humanitario que hoy entregamos España quiere mostrar su solidaridad con los refugiados. Esta ayuda no es más que un grano de arena en la inmensidad del océano, pero constituye el símbolo de nuestro compromiso con los que nos necesitan, con los débiles y, en definitiva, con los más desfavorecidos.

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