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uiero, en primer lugar, transmitiros mi especial satisfacción al presidir el acto de presentación del Plan Nacional de Cartografía Geológica y del Mapa Geológico Nacional que es su fruto más importante.
Mi felicitación muy sincera a cuantos han participado en su elaboración. Ellos son los representantes actuales de la saga de ilustres especialistas españoles que sentaron las bases de este proyecto, hace más de ciento cincuenta años. Y son también los continuadores de una ambición científica que hunde sus raíces en el siglo que alumbró nuestra Ilustración, y con la que se han escrito páginas esenciales de la Historia de España. Hoy es de justicia recordar a todos ellos debiendo procurar que su memoria se mantenga viva y que todos los españoles conozcan y valoren su legado como se merecen.
En el mundo actual es muy fácil apreciar el peso de la ciencia y la investigación como fuente de progreso y de bienestar colectivo. Somos un país avanzado, atento a dotarnos de los instrumentos adecuados para satisfacer nuevas necesidades sociales, que mejoren nuestra calidad de vida y para alcanzar a un número cada vez mayor de nuestros conciudadanos.
Conviene, sin embargo, detenernos a reseñar la complejidad de un proceso que es fruto de vocaciones cumplidas con esfuerzo continuo y dedicación admirable.
Pues supone, en primer lugar, un nivel de conocimientos que es preciso alcanzar y mantener en el plano colectivo, pues ha de actualizarse constantemente. Implica, además, una experiencia suficiente para desarrollar una serie de proyectos de alta especialización, porque la investigación no es una intuición que se improvisa. Y, finalmente, requiere los medios y recursos adecuados para traducirse en resultados tangibles y mensurables.
Por otra parte, la ampliación y densidad del horizonte investigador de nuestro tiempo impone un escenario de cooperación, en el que la labor de las instituciones públicas se completa con la participación y ayuda del sector privado, sin las cuales sería difícil cumplir las elevadas exigencias del avance científico tal como se concibe en nuestros días.
El Plan que hoy nos congrega cumple brillantemente estos requisitos, y este es su primer significado positivo. Su carácter pluridisciplinar, las especialidades científicas que ha reunido, y la intervención en su elaboración de universidades y centros de investigación, empresas de ingeniería y organismos autonómicos, proponen un modelo de gestión ejemplar y merecedor del público reconocimiento, que muy gustosamente le tributamos.
Además de la calidad y precisión de su contenido, el Mapa Geológico Nacional tiene un valor incalculable por su utilidad y eficacia social. Pues es la herramienta principal para el desarrollo de actividades esenciales para el bienestar colectivo, desde la ordenación del territorio y el aprovechamiento de los recursos minerales y las aguas subterráneas hasta la protección del medio ambiente.
Pero lo que sobre todo caracteriza al Plan Cartográfico Nacional, y llena de significado el hecho de que se trate de un trabajo impulsado y coordinado desde un organismo del Estado de tan larga y brillante trayectoria como la de este Instituto, es que, al recoger todos los elementos de nuestra estructura y tipología geológica, es el retrato más completo de la realidad física de España, que plasma en imágenes de gran impacto visual su unidad, la desarrolla en toda su riqueza y diversidad, y facilita su mejor conocimiento, a la vez que contribuye a cimentar sensiblemente su cohesión.
Este es el motivo principal para celebrar la finalización de esta tarea, que presta un servicio esencial al progreso y bienestar de todos los españoles.
Me alegro de tener ocasión de expresar mi sincera enhorabuena al Instituto Geológico y Minero por esta realización excepcional, a la que auguro el éxito que sin duda alcanzará, y que estoy seguro animará a sus directivos y a sus miembros a continuar perfeccionando una trayectoria que coloca a nuestro país en un puesto de honor entre los más avanzados del mundo en este campo.
Muchas gracias.