U
na vez más vengo a entregar el Premio de Economía de Castilla y León, al que con mucho gusto he aceptado dar mi nombre, correspondiendo al amable ofrecimiento de la Junta al instituirlo.
Sus sucesivas ediciones, y la valía indiscutible de quienes lo han recibido, lo han ido consolidando como una referencia en el ámbito de estas distinciones.
Personalmente me han ayudado a conocer mejor esta Comunidad y apreciar su singularidad, a través de cada una de sus ciudades en las que se ha celebrado este acto.
Hoy nos reunimos en Soria, a la que me unen especiales lazos de afecto, por estar tan ligada a mi familia, y en un escenario tan significativo como el del Aula Magna del antiguo convento de la Merced. Sede de la Fundación Duques de Soria, y de la Escuela Universitaria de Ciencias Empresariales, del Campus soriano de la Universidad de Valladolid.
La rehabilitación de este monumento, y su dedicación a actividades que prestan un servicio a la comunidad, son un ejemplo revelador de la voluntad de renovación que anima a esta ciudad, y que se manifiesta en una serie de iniciativas que actualizan y dan nueva vida a su patrimonio histórico y cultural.
La Fundación Duques de Soria tiene un papel distinguido en este proceso. Por la importancia de sus realizaciones, su vocación multidisciplinar, y la capacidad y competencia de cuantos, como patronos, asesores y directivos, promueven y materializan sus actividades.
Entre los muchos méritos que jalonan su trayectoria, es justo destacar en esta ocasión los que ha contraído en el ámbito de la economía, considerada tanto en sus aspectos propiamente científicos, cuanto en sus contenidos humanos y sus efectos sociales.
El alto nivel de sus programas de investigación, y el interés de sus seminarios, debates y publicaciones sobre el pensamiento económico y el discurso histórico de la economía española, acreditan por sí solas la importancia de la tarea de esta institución, y avalan el público reconocimiento que supone la distinción que hoy recibe.
Pero yo quisiera destacar más en particular su constante preocupación por insertar esta suma de conocimientos en la realidad, y de procurar su eficacia como motor del progreso colectivo.
Cada vez más, la Economía, con mayúsculas, forma parte de las preocupaciones habituales de nuestra sociedad, que la percibe y justifica por su capacidad para alcanzar cotas más altas de prosperidad y bienestar colectivos.
En esta línea se inscribe la apuesta de esta Fundación por el desarrollo local de la tierra soriana, un área a la que ha dedicado particular atención, a través de estudios y encuentros dedicados a sentar las bases de un desarrollo económico sostenido, y sus consecuencias más visibles, que son la creación de riqueza y de empleo.
También es importante, por su directa implicación en la vida de esta ciudad, su colaboración y apoyo a la Escuela Universitaria de Ciencias Empresariales, primero facilitándole en su sede el espacio necesario para su funcionamiento, y además reforzando sus actividades académicas mediante un Ciclo de Conferencias, que convoca cada año a destacadas personalidades del mundo de la economía y de la empresa.
Mi enhorabuena mas cordial a la Fundación Duques de Soria, y a cuantos la integran y han sido parte de ella a lo largo de su existencia, por este galardón tan merecido, y por su esfuerzo y acierto a la hora de promover y divulgar el estudio de la actividad económica, y de sus posibilidades y repercusiones en la mejora de nuestra convivencia.
Y mi sincera felicitación a la Junta de Castilla y León por la feliz iniciativa de crear y mantener este Premio, y de alentar a través de él una actitud de compromiso responsable con la sociedad en la que vivimos, y a la que nos debemos.
Muchas gracias.