Buenos días a todos.
Cuando nos reunimos para celebrar la apertura solemne del Curso Universitario 2015-2016 ―este año en la querida ciudad de Murcia que nos recibe, como siempre con gran cariño―, quiero comenzar mis palabras saludando a la comunidad universitaria aquí reunida, a los representantes institucionales y sociales, y agradeciendo a todos su cálida bienvenida.
Por cierto como todos saben que la Universidad de Murcia cumple este año su primer centenario, aunque hunde sus raíces en siglos de historia. Sin duda nos ofrece, junto a la Universidad Politécnica de Cartagena, un marco excelente para la realización de esta ceremonia. Muchas felicidades a la Universidad de Murcia por estos primeros cien años, gracias por acogernos hoy en esta Facultad de Economía y Empresa (Campus de Espinardo) y enhorabuena a las dos universidades públicas de la Región de Murcia por haber sido elegidas para representar hoy a toda la comunidad universitaria de España.
Este es un acto, una liturgia cívica que, además de dar visibilidad desde aquí ―desde Murcia― al comienzo de curso en toda España, nos permite resaltar la importancia capital que damos a la educación y, concretamente, al papel que tiene la universidad en la vertebración y el desarrollo social, económico, intelectual y humano de nuestro país. Permitidme, para ello que comparta algunas reflexiones sobre ese papel de la Universidad en el progreso y el bienestar de la sociedad.
Si, como todos aquí creemos, la educación es clave para nuestro futuro, sin duda estaremos de acuerdo en que el mayor progreso de España depende de nuestra capacidad de educar en la excelencia de valores y conocimientos a las futuras generaciones. Acaso tan solo porque la competitividad de cualquier sociedad, competitividad entendida en su sentido más amplio, descansa en el nivel de formación y en el talento de sus ciudadanos. Y la formación es, sin duda, el mejor camino para desarrollar, orientar y dar brillo al talento.
Pero el papel esencial que desempeña nuestra universidad no lo es solo, por supuesto, en materia de desarrollo económico; sino también en el avance general de la sociedad en todos los ámbitos. La institución universitaria forma a quienes serán los futuros profesionales más cualificados del país y se convierte así en una referencia de las sociedades más desarrolladas. Se trata de una Universidad que derribe barreras y que contribuya a mejorar el mundo desde el saber, el conocimiento, el humanismo…la excelencia.
Por ello, debe buscar que los alumnos, más allá de la fundamental adquisición de destrezas y conocimientos, aprendan también a convivir como ciudadanos libres y responsables. El éxito, efectivamente, no se mide solo en términos cuantitativos. Existe una serie de valores que cualifican el progreso y lo hacen sostenible,…vivible; en comunión con los demás y con nuestro entorno natural. Valores que la Universidad también debe propugnar para construir una sociedad más justa y solidaria.
Una Universidad de calidad debe transmitir al alumno la necesidad de incorporar el aprendizaje a su vida cotidiana, de despertar su interés por estudiar, comprender y conocer el mundo que le rodea; por ser consciente de sus derechos y obligaciones, y responsable de sus decisiones. La sociedad integrada por ciudadanos así formados estará en mejores condiciones de generar puestos de trabajo para sus jóvenes, para todos sus hombres y mujeres. Una formación universitaria de calidad se convierte, en suma, en instrumento de igualdad, justicia y cohesión social y constituye un poderoso elemento de protección frente a la desigualdad y el desempleo.
Por estas razones, es preciso que la Universidad mantenga una relación constante con la sociedad a la que pertenece, y que los campos académico, económico y social estén interconectados. Es por ello fundamental dotarnos de mecanismos eficaces para transferir mejor los conocimientos y la tecnología desde el ámbito científico al mundo empresarial, y para difundir la cultura de la innovación y sus avances entre las empresas a través de una mayor cooperación. Porque la capacidad innovadora de nuestra economía depende del funcionamiento del sistema de I+D+i, es decir, de la eficaz interacción entre el conjunto de instituciones y agentes, públicos y privados, que contribuyen directa o indirectamente a la generación, difusión o aplicación del conocimiento al sistema productivo. Y aquí la Universidad desempeña una función clave.
"...Hoy quiero, nuevamente, dar todo mi ánimo a quienes integráis la comunidad universitaria y la comunidad educativa en general. Cada uno debe aportar lo mejor de sí mismo con responsabilidad, eficacia, dedicación,…con profesionalidad; elementos que han de guiar el trabajo tanto de las autoridades universitarias, como de los profesores y de los alumnos. Estoy seguro de que colaborando todos lograremos impulsar una Universidad más abierta al mundo y dinámica, inclusiva, capaz de generar el mayor conocimiento, de impulsar la excelencia y de transmitir valores; capaz de innovar cada día más y de optimizar el magnífico capital humano con el que cuenta nuestra Nación… Una Universidad preparada para hacer frente a todos los desafíos..."
Autoridades, profesores y alumnos,
El escenario en que la Universidad tiene que llevar a cabo su difícil misión ha cambiado sustancialmente en los últimos años. Hoy estamos inmersos en un mundo globalizado, en permanente transformación y con un alto grado de interrelación o interdependencia con otros países. Un escenario en el que el desarrollo de la tecnología digital facilita el acceso a la educación superior y la difusión del conocimiento.
En este contexto, la Universidad debe seguir trabajando para mejorar en calidad, internacionalización y especialización, con el objeto de avanzar y propiciar que cada institución universitaria española pueda mejorar su posición en las tres tareas fundamentales que desempeña: educación, investigación y transferencia del conocimiento. Y en esta misión es necesario el trabajo conjunto y coordinado de toda la comunidad universitaria: de las Administraciones, de los profesores y de los estudiantes; junto al sector productivo empresarial.
El profesorado, que merece el mayor reconocimiento, sabe que el futuro pasa por el enriquecimiento permanente de los fundamentos de su conocimiento, por el fortalecimiento de sus habilidades para administrar, dirigir y coordinar el proceso del aprendizaje tanto presencial como virtualmente y, en este sentido, por la mejor formación en el campo de las nuevas tecnologías.
Por su parte, el alumno de hoy ─que es el profesional del futuro─, ha de estar abierto al mundo y aspirar al liderazgo en los diferentes entornos y mercados; debe contar con las aptitudes precisas para adaptarse a escenarios en permanente mutación. Un profesional, en suma, con visión estratégica, espíritu crítico y que sea capaz de asumir riesgos y de encabezar proyectos.
A los estudiantes en particular les quiero dar un mensaje lleno de afecto y de ánimo. Vuestro esfuerzo y vuestra perseverancia merecerán la pena y darán resultado. No lo dudéis. La sociedad en su conjunto es muy consciente de las dificultades que tenéis que afrontar y, también, de que vuestro futuro es el futuro de nuestro país, el futuro de todos.
La Universidad está llamada, por tanto, a ser un lugar para la reflexión, para el debate, para la investigación y para el intercambio de ideas en un flujo constante de conocimientos e ideas que enriquezcan mutuamente a alumnos y a profesores.
Queridos universitarios,
Hoy quiero, nuevamente, dar todo mi ánimo también a quienes integráis la comunidad universitaria y la comunidad educativa en general. Cada uno debe aportar lo mejor de sí mismo con responsabilidad, eficacia, dedicación,…con profesionalidad; elementos que han de guiar el trabajo tanto de las autoridades universitarias, como de los profesores y de los alumnos. Estoy seguro de que colaborando todos lograremos impulsar una Universidad más abierta al mundo y dinámica, inclusiva, capaz de generar el mayor conocimiento, de impulsar la excelencia y de transmitir valores; capaz de innovar cada día más y de optimizar el magnífico capital humano con el que cuenta nuestra Nación… Una Universidad preparada para hacer frente a todos los desafíos.
Termino ya estas palabras con el apoyo firme de la Corona a la comunidad universitaria y con mis mejores deseos a todos en este nuevo ejercicio que ahora comienza. Y que siga la Universidad inspirándonos a todos…
Declaro inaugurado el Curso Universitario 2015-2016.
Muchas gracias.