Muy buenos días, señoras y señores.
Ya tenemos una nueva promoción de Embajadores Honorarios de la Marca España que acaba de recibir su acreditación. Por lo tanto quiero comenzar por felicitarles a todos ellos, ya que esto supone también un claro reconocimiento a su valía y a su trayectoria. Pero además les queremos agradecer el compromiso de subir a bordo de este gran buque –la Marca España- para reforzar su capacidad de proyectar el prestigio de España, su imagen y potencial; y por tanto el de sus empresas, bienes y servicios, también de sus profesionales, de las oportunidades de inversión o del atractivo turístico y cultural.
Esta ceremonia en la que entregamos esas acreditaciones tiene una significación que está en la base, como ya hemos podido escuchar hoy, de los intereses más inmediatos y legítimos de nuestro país. Me refiero al crecimiento de nuestra economía y a la generación de empleo para todos los ciudadanos —especialmente para los jóvenes, pero también para los no tan jóvenes— que demandan el lugar y las oportunidades que les corresponde en el seno de una sociedad justa y avanzada.
Por ello, la Princesa y yo agradecemos la invitación para presidir esta ceremonia, para compartir y celebrar la excelencia y la vocación de servicio de los “Embajadores Honorarios”. Les animamos a que se pongan a disposición de España con todas sus fuerzas y con toda su competencia para hacer que en todo el mundo se conozcan los grandes activos y valores de nuestro país en todos los campos. Gracias también al Foro de Marcas Renombradas Españolas, al Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España, a las autoridades presentes y al Banco de Santander, que nos acoge en su Ciudad Financiera, por su permanente apoyo a esta iniciativa.
Pero este acto representa también una oportunidad, que debemos aprovechar, para reflexionar sobre el porqué de esta iniciativa de acreditar a Embajadores Honorarios, sobre el origen y el sentido más hondo de su necesidad.
Todos sabemos que cuando aludimos a Marca España nos estamos refiriendo a algo mucho más profundo que tiene que ver con nuestra identidad como país, con nuestro prestigio e imagen y con nuestra incidencia en el desarrollo del mundo, en su historia, su presente y su futuro. En un escenario global como el de hoy –y el de mañana-, una buena imagen-país es fundamental para impulsar la posición internacional de cualquier Estado en todos los ámbitos: político, económico, cultural, social, científico y tecnológico.
"...Conseguir que este impresionante activo continúe creciendo y sea conocido y valorado como corresponde dentro y fuera de nuestro país es uno de los grandes retos al que nos enfrentamos..."
Debemos abordar esta materia con honestidad, reconociendo y valorando lo que somos y hacemos, lo que hemos sido y lo que los españoles hemos hecho; y también con espíritu crítico, pues tenemos todavía un camino importante por recorrer para transmitir y aprovechar mejor el enorme potencial que atesoramos. De ahí la necesidad de la Marca España. Pero permitidme ahondar en esta cuestión, que considero clave, y hacerlo mencionando algunos aspectos puntuales, pero muy significativos, de la Historia y de la actualidad de nuestro país.
En España tuvieron lugar las primeras Cortes con representación del estamento ciudadano, en lo que se ha considerado la primera experiencia protodemocrática en la Edad Media europea; España fue el agente y el protagonista de la primera globalización de la Historia; en España, en el siglo XVI, a través del Derecho de Gentes, se pusieron las bases de lo que después sería el Derecho Internacional que hoy rige las relaciones entre los Estados; en nuestro país se sentaron también las bases del constitucionalismo democrático liberal de la Edad Contemporánea, junto a Francia y EE.UU.
La Cultura y el Arte españoles, en todas sus principales disciplinas y manifestaciones, han alcanzado las cotas más altas de excelencia y genialidad de la Historia de la Humanidad. El idioma español es hoy la segunda lengua del Planeta, bajo cualquier punto de vista, de entre los millares de idiomas existentes.
Actualmente, España sigue siendo una de las principales economías y sus empresas se sitúan en posiciones de liderazgo en muchos sectores —infraestructuras, gestión de servicios públicos, energías renovables, telecomunicaciones, servicios financieros, asistencia sanitaria, turismo y tantos otros—, contando con una importante proyección en materia tecnológica y científica. Somos una potencia deportiva y cultural de primer orden. Y es bien sabido que el pueblo español se caracteriza por su coraje, su capacidad de trabajo, su creatividad y su solidaridad. Los Embajadores Honorarios hoy acreditados son buena prueba de ello.
Conseguir que este impresionante activo continúe creciendo y sea conocido y valorado como corresponde dentro y fuera de nuestro país es uno de los grandes retos al que nos enfrentamos Es verdad que el trayecto recorrido en las últimas tres décadas supone un gran avance, pero actualmente la exigencia y la aceleración crecen a tal ritmo que debemos ser mucho más audaces, ambiciosos y eficaces en esa labor; embarcando cada día a más personas y sectores, comprendiendo lo frágil y vulnerable que es el valor del prestigio de una marca o de un país ante la intensidad y velocidad con las que cualquier información –de cualquier tipo- se propaga a través de los medios y las redes de comunicación global.
No tengo duda de que podemos sacarle mucho más partido a ese gran haber histórico –y también moderno- si logramos consolidar esa senda real y creíble de logros, de triunfos, en todos los órdenes, aplicando nuestra energía constructiva, nuestra pasión, imaginación y vitalidad con inteligencia, con valor, con autoestima y con generosidad.
Pues la labor de los Embajadores Honorarios de la Marca España consiste esencialmente en eso, en dar a conocer más lo que somos, nuestros mejores valores y nuestros éxitos. Ellos ya nos han dado y demostrado mucho en sus vidas y con sus obras; y siguen haciéndolo. Les admiramos por ello y les estamos siempre agradecidos. Pero hoy, con su acreditación en la mano les animamos, ¡os animamos!, a que con vuestro conocimiento, vuestra experiencia y vuestra excelencia llevéis con orgullo aún más el buen nombre de España a todo el mundo.
Muchas gracias.