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uiero, en primer lugar, agradecer al Consejo General de Colegios de Ingenieros Industriales su invitación para presidir este acto asociándome, de esta manera, a la entrega de los Premios Nacionales de Ingeniería Industrial, nacidos al calor del ciento cincuenta aniversario que los estudios de esta profesión cumplieron el año 2000.
Al mismo tiempo, esta invitación me ha permitido, antes de comenzar este acto, tener un encuentro con la Junta de Decanos del Consejo y conocer, de primera mano, la situación actual de la formación de los Ingenieros Industriales, las aportaciones a la sociedad de los Colegios Oficiales y la adopción de las nuevas tecnologías en su seno.
Por ello, os expreso mi satisfacción por compartir con vosotros esta jornada, al tiempo que transmito mi felicitación al Consejo General por su acierto al instituir estos premios, manifestando con ellos el público reconocimiento que merecen quienes los reciben por haberse distinguido en sus diversas categorías.
Mi sincera enhorabuena también, por supuesto, a todos y cada uno de los premiados en esta edición. Hombres de fama bien ganada por su trayectoria profesional y su contribución a la ingeniería industrial, e instituciones, empresas y organismos de conocido prestigio en las áreas de la energía, la construcción y el diseño industrial, la aplicación de tecnologías avanzadas, la innovación y la comunicación. Todos ellos representan hoy a todos los ingenieros que se afanan por la excelencia en su trabajo y en su contribución a la Sociedad.
Los valores que destacan estas recompensas incluyen las claves más importantes de vuestra profesión. La valía en el desempeño de tareas directivas en empresas de gran peso en nuestro panorama productivo. El compromiso y apoyo a la ingeniería industrial en su vertiente colegial. La tecnología como factor de disponibilidad, economía y eficiencia de las empresas y sus instalaciones. La innovación en proyectos de construcción y servicios, energía y automoción. Y, en fin, la proyección externa de las tareas de los ingenieros industriales.
Pero recordemos que vuestra profesión tuvo desde sus comienzos un marcado prestigio social, basado en la especialización de sus conocimientos, y en la visibilidad de sus realizaciones, muchas de las cuales siguen hoy identificando nuestra geografía humana.
La sociedad española del siglo XIX identificaba la ingeniería con el progreso, considerado como el motor de la historia. Y, en efecto, vuestra tarea estuvo estrechamente ligada, desde sus comienzos, al desarrollo de nuestro país. Los ingenieros, y en concreto los industriales, formaron parte del núcleo de españoles distinguidos que, con imaginación y esfuerzo, sentaron las bases de la auténtica modernización de España, basada en su competencia técnica y en la búsqueda de la racionalidad y eficacia.
El espíritu de aquellos fundadores continúa vivo hoy entre vosotros. Seguís atentos a las necesidades de la sociedad, y procuráis satisfacerlas asumiendo y adaptando los cambios que al correr del tiempo se producen, y dándoles vuestro sello específico.
En vuestro actual horizonte profesional, más abierto y multipolar que el del pasado, coincidís con otras profesiones y mentalidades en numerosos sectores como la construcción, la energía, la automática y robótica, las finanzas, la tecnología, la protección del medio ambiente, el transporte, el urbanismo, la química. También ocupáis cargos destacados en empresas industriales y de servicios, dirigís proyectos, y asumís responsabilidades en las Administraciones Públicas.
Por otro lado la formación que recibís también se ha diversificado y actualizado, sobre todo en dos aspectos: las técnicas de organización y de gestión, y la aplicación de las innovaciones tecnológicas al servicio de la mayor productividad y de un desarrollo sostenible. Dos temas de gran alcance, que avanzan un nuevo concepto de la ingeniería, y enlazan con el interés por conseguir siempre resultados más eficaces.
De manera que profesionalidad e imaginación son los ejes por los que circula vuestra profesión y por los que va a discurrir su futuro. Por ello os animo a continuar ejerciéndola en estos términos, y a seguir contribuyendo así al progreso de España, que os necesita para completarlo.
En esa tarea bien sabéis que siempre podréis contar con el apoyo y aliento de la Corona, continuando con una feliz tradición que hoy me agrada tanto resaltar.