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ucho me alegra presidir un año más el solemne Acto de entrega del ?Premio Europeo Carlos V?, otorgado por la Academia Europea de Yuste.
Nos reunimos, para ello, en el corazón de esta querida Extremadura, tan decisiva para nuestra historia y cultura, así como para moldear la identidad de España en el mundo, como indudable punto de encuentro y estímulo de nuestra doble dimensión europea y americana.
El Real Monasterio de Yuste nos ofrece así el mejor marco para la entrega de este galardón, que mucho valoramos por su significado y por su creciente prestigio.
Un Premio destinado a reconocer vidas de entrega ejemplar a los ideales de una Europa más unida, más justa, más próspera y solidaria. Una Europa resuelta a desterrar para siempre de su suelo la intolerancia, la barbarie, las guerras y las divisiones entre europeos.
Unos ideales, un sueño para tantos hombres y mujeres de nuestro Continente, que la obra de integración europea ha ido transformando en realidades concretas.
Aquí quiso retirarse y murió hace cuatrocientos cincuenta años el Emperador Carlos V, un adelantado a su época, un europeo cabal por formación, convicción y trayectoria vital.
Yuste vuelve a ser, por iniciativa de esta Academia, un marco de reflexión para quienes promueven los mejores valores europeos. Ejercicio de reflexión centrado este año en su Declaración sobre ?Europa, contenidos y valores educativos compartidos?.
El ?Premio Europeo Carlos V? establece, en definitiva, un puente entre nuestro pasado histórico y la realidad presente, entre la vida e impronta de Carlos V y los evidentes logros del proyecto europeo.
Sin duda, el anhelo de ?más Europa? que inspira dicho proyecto, puede interpretarse como un deseo de ?más humanidad? con el que nuestros pueblos buscan potenciar su trabajo en común.
Desde esos postulados, hoy nos congregamos aquí para reconocer de forma solemne a una destacada personalidad, que ha merecido la unanimidad del Jurado al concederle dicho galardón.
Una europea excepcional que, desde la experiencia directa del dolor, ha sabido construir una trayectoria dominada por el servicio a Europa contando con las herramientas de su inteligencia, coraje y dedicación.
La Reina se une a mi para expresar a la Señora Simone Veil nuestro sincero homenaje y nuestra felicitación más cordial por el ?Premio Europeo Carlos V? que, en su edición de 2008, acabo de entregarle.
Con este galardón ensalzamos los numerosos méritos de su valiosa y activa contribución para edificar una Europa integradora e integrada, al servicio de un mundo mejor.
Detenida y trasladada a Auschwitz, donde exterminaron a casi toda su familia, supo superar aquel brutal drama, partiendo de su firme defensa de los derechos humanos, la democracia, la convivencia y la paz.
Nadie mejor que Usted, que conoció en carne propia los totalitarismos y la barbarie, para exigir que los capítulos más odiosos de la historia europea nunca se repitan, y para ilustrar a las nuevas generaciones sobre el valor del respeto, la tolerancia y la concordia.
Este es el empeño que ha inspirado gran parte del itinerario de su vida y, en particular, de su actividad como Presidenta de la Fundación para la Memoria del Holocausto.
Su recto sentido de la justicia le condujo a iniciar, como magistrada, una carrera judicial, que pronto se inclinaría hacia la política, en la que ha desarrollado una dilatada carrera, siendo la primera mujer en ocupar una cartera ministerial en Francia.
Pero hoy quiero destacar, sobre todo, su labor en favor de la construcción de una Europa más unida, a la que se ha dedicado con tanta pasión, como intensidad y acierto.
Una labor que la llevaría también a ser la primera mujer elegida Presidenta del Parlamento Europeo, a raíz de los primeros comicios celebrados en 1979 mediante sufragio universal.
Junto a su implicación por lograr la plena igualdad de la mujer, destaca asimismo su decidida apuesta en la Eurocámara, por una Europa abierta al mundo y solidaria con los países más pobres.
Su espíritu de servicio, su trabajo y sus ideas, así como las de todos aquellos que han contribuido a profundizar y ensanchar la Unión Europea, generan en nosotros un profundo sentimiento de respeto y gratitud.
Usted es, en efecto, no sólo testigo de ese pasado histórico, sino un actor de primer orden de la feliz transformación de Europa, y un referente de futuro para proseguir una obra marcada por el progreso y la esperanza.
Un ejemplo en la construcción de esa Europa unida, democrática y tolerante, que reconoce la fuerza del diálogo y de la integración como instrumentos de fructífera convivencia.
De ahí que Usted misma dijera que el Parlamento Europeo deba ser ?un símbolo de paz y de reconciliación entre todos los pueblos?, una institución que represente los intereses de los ciudadanos de Europa.
Este Premio se suma a los muchos otros recibidos por nuestra galardonada a lo largo de su vida. Entre ellos, el Premio Carlomagno en 1981 y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 2005.
Con motivo de su entrega en Oviedo, se recordaron sus palabras en defensa de que Europa sea, cada vez más, ?un lugar de libertad, de paz y de respeto a la dignidad humana?.
Con ese anhelo que compartimos, deseo que la concesión del Premio Carlos V a Simone Veil, a quien reiteramos nuestra enhorabuena, sirva de estímulo a todos para que, iluminados por su experiencia, sepamos seguir avanzando en la obra de construcción europea.
Hoy quiero asimismo dar la más cordial bienvenida a los muy distinguidos Académicos que han tomado posesión y felicitar a todos los miembros de la Academia Europea de Yuste por su fecunda labor.
Se incorporan a ella Doña Carmen Iglesias Cano, de España; Doña Mónica Luisa Macovei, de Rumanía; Doña Manuela Mendoza, de Portugal; y Doña Inge Schoenthal Feltrinelli, de Alemania.
También lo hacen Don Martti Ahtisaari, de Finlandia; Don Vaclav Havel de la República Checa; así como Don Federico Mayor Zaragoza y Don Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ambos de España, junto a Tzvetan Todorov, de Bulgaria, cuyas palabras mucho agradecemos.
Un conjunto de insignes personalidades que, con sus reflexiones y aportaciones, sabrán reforzar el lustre y la gran tarea de la Academia de Yuste.
Una Academia a la que reitero mi gratitud, reconocimiento y apoyo, por su activa dedicación a una Europa cada vez más unida, justa y solidaria, en la que España y los españoles hemos depositado, de forma leal y activa, nuestros mejores esfuerzos y esperanzas.
Muchas gracias.