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Palabras de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias con ocasión de la Conferencia Internacional del Trabajo de la O.I.T.

Suiza(Ginebra), 13.06.2007

S

eñor Presidente de la Conferencia Internacional del Trabajo,Señor Presidente del Consejo de Administración de la O.I.T.,Señor Director General, Señoras y Señores Delegados,Señoras y Señores,

Es para mí un alto honor y una profunda satisfacción tener la oportunidad de dirigirme a un foro de tan singular relevancia como es el Plenario de la Conferencia Internacional del Trabajo cuando celebra su 96ª reunión.

Permítanme por ello agradecer la amable invitación que con tal objeto me ha transmitido el Señor Director General de la Oficina Internacional del Trabajo, Don Juan Somavía, así como sus generosas palabras de bienvenida. Mi gratitud asimismo a todos ustedes, Señoras y Señores Delegados, por su atención y acogida.

Al intervenir hoy ante esta Conferencia no puedo dejar de recordar con especial emoción que fue en 1919, precisamente durante el reinado de mi bisabuelo, S.M..el Rey don Alfonso XIII, cuando España se convertía en Miembro fundador de esta Organización. Sesenta años más tarde mi padre, S.M. el Rey de España, pudo dirigirse por primera vez a esta Conferencia Internacional del Trabajo para ensalzar la incansable labor que esta Organización desempeña a favor de la humanización del orden internacional.

Por tanto, deseo que estas palabras que les dirijo en mi primera visita a la sede de la O.I.T. sirvan, sobre todo, para rendir un tributo de admiración y gratitud al indudable éxito que la ingente y dilatada labor de esta Organización ha logrado cosechar desde su origen.

Un éxito evidente y efectivo, pues se ha traducido en la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de millones de hombres y mujeres en tantos países, con distintos niveles de desarrollo y diversas culturas nacionales.

España no ha regateado esfuerzo alguno para apoyar activamente el enfoque universal, el trabajo en común y el fin último de la O.I.T., consistente en conseguir la justicia social para todos.

La O.I.T., la más antigua Agencia Especializada de las Naciones Unidas y única Agencia tripartita del sistema multilateral, nació del convencimiento de sus fundadores acerca de la necesidad de promover la justicia social para alcanzar una paz permanente y global.

Esta Organización, alentada por tan noble objetivo, ha sabido, además, inspirar su actividad en valores y principios universales, derivados de la dignidad de la persona, que el Preámbulo de su Constitución sintetiza.

Sobre ese fundamento irremplazable, el diálogo social tripartito, promovido entre trabajadores, empleadores y Gobiernos, ha sido siempre en la O.I.T., no sólo el método acertado de trabajo que tan bien la identifica, sino una expresión precisa de aquéllos valores y principios, capaces de estimular el entendimiento y la solidaridad en el seno de las sociedades nacionales y entre los pueblos del Planeta.

Así, la O.I.T. ha sido capaz de aglutinar esfuerzos y lograr una enorme experiencia acumulada, con la que ha obtenido avances evidentes en sectores de amplio alcance, que abarcan desde la defensa de los derechos de los trabajadores, la mejora de las condiciones de trabajo o el fomento de la protección social, hasta el desarrollo de la libertad sindical o la promoción de la legalidad internacional.

Personalmente, gracias a mis frecuentes contactos en España con los sindicatos y organizaciones empresariales, he podido conocer y pulsar la complejidad, el alcance y el enorme valor que para una convivencia justa y solidaria tiene la labor de la O.I.T.. Permítanme que desde aquí destaque la contribución tan decisiva que los sindicatos y organizaciones empresariales han realizado y realizan a la democracia en España y a su bienestar económico y social.

Desde su fundación en 1919, esta Organización ha sabido, en suma, afrontar con éxito cada uno de los retos que el cambiante mundo del trabajo ha ido planteando, con respuestas dirigidas al servicio de la persona, de su libertad, dignidad, derechos y bienestar, recibiendo el Premio Nóbel de la Paz como reconocimiento al alto prestigio cosechado.

Señor Presidente,

La Conferencia Internacional del Trabajo se reúne en un momento crucial en el que se hace patente la necesidad de dotar de contenido social, que es tanto como decir humanizar, las grandes transformaciones de orden económico a las que asistimos ya desde hace unos años ?es verdad- pero que parecen no remitir en su constante aceleración.

Esta gran dimensión humana de la labor de la O.I.T. se expresa en su atención completa a la persona, a lo largo de cada una de las fases de su vida. Desde la infancia hasta la tercera edad. Desde el trabajo infantil hasta la protección de los derechos sociales de nuestros mayores.

Precisamente ayer conmemorábamos el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, dedicado específicamente a la agricultura, que aunque no es el único, sí es el sector en el que más niños trabajan.

Como ha señalado la O.I.T. con motivo de este Día: ?el hecho de que los niños trabajen largas horas en el campo limita su capacidad de asistir a la escuela o de recibir una formación de capacidades, privándolos de adquirir una educación que los sacaría de la pobreza en el futuro?.

El trabajo infantil, que la O.I.T. está contribuyendo a reducir notablemente, constituye una lacra social, una flagrante injusticia, que hipoteca el futuro de las personas y reduce notablemente la capacidad de progreso de las sociedades. La clave está en la pobreza que constituye, no sólo el origen, sino una de las numerosas y más negativas consecuencias del trabajo infantil; por ese círculo vicioso que genera en la vida de esas personas desde edades que son cruciales para su desarrollo físico y psíquico y para lograr un adecuado aprendizaje y formación que les abra oportunidades de mejorar y progreso para sí mismos, sus familias y sus comunidades.

Es una realidad que S.M. el Rey de España subrayó aquí también hace dos años ante la Sesión Especial que conmemoraba el Décimo Aniversario de la participación de España en el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil. Con tal motivo señaló, en efecto, que "en la erradicación del trabajo infantil está en juego el propio futuro, integridad y bienestar de los niños y, por ello mismo, el porvenir de toda la sociedad a la que pertenecen".

Y permítanme otra cita, mucho más antigua. Hace ya más de cuatrocientos años Miguel de Cervantes escribió en el ?Quijote? que ?para ganar la voluntad del pueblo hay que derrotar el hambre y la carestía, que no hay cosa que fatigue más el corazón y la dignidad del hombre?.

Por tanto, erradicar por completo el trabajo infantil es un objetivo esencial de la comunidad internacional que España comparte y apoya plenamente mediante las necesarias aportaciones financieras y la debida asistencia técnica. España, como miembro de la O.I.T. y de su Consejo de Administración, seguirá aportando su ayuda para que la escolarización sustituya al trabajo infantil.

Se trata de atajar las causas del problema, aprovechando las oportunidades que la globalización económica ofrece al desarrollo, para transformar el entorno social que envia los niños al trabajo.

Señor Presidente,

Al concluir la infancia, los jóvenes afrontan dificultades para encontrar empleo, especialmente en los países en desarrollo, donde más de la mitad de sus habitantes tienen menos de veinticinco años.

Vale la pena recordar que, a fuerza de repetir que los jóvenes son el futuro de la Humanidad, podemos fácilmente llegar a omitir que también son su presente.

Sabemos que el compromiso adquirido en el seno del Consejo Económico y Social en 2006 responde precisamente a la necesidad y urgencia de estrategias que brinden oportunidades de empleo digno y productivo a los jóvenes del mundo. Un compromiso que reafirma los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas.

La reducción a la mitad de la pobreza extrema en el mundo antes de 2015, como establecen los Objetivos del Milenio, requiere aportar confianza, ilusión y medios a quienes inician su vida laboral y desean fervientemente progresar.

En este contexto, no podemos olvidar que son las mujeres y, en particular, las mujeres jóvenes, quienes padecen todavía el mayor problema de inactividad laboral, como bien señalaba el reciente Informe de la O.I.T. sobre "Tendencias Mundiales del Empleo de las Mujeres 2007".

Al menos el 60% de los trabajadores pobres del mundo son mujeres. Es preciso conseguir su independencia económica y calidad de vida mediante un trabajo digno, y, por tanto, no discriminatorio.

A este respecto, el Parlamento español acaba de aprobar la Ley de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres, cuyas medidas laborales y de protección social son resultado del diálogo social.

Señor Presidente,

Los programas de creación de Empleo Decente de la O.I.T. constituyen un excelente instrumento, que se acomoda de forma óptima a las necesidades actuales del mundo laboral.

Estoy persuadido de que el Trabajo Decente es la mejor vía para acabar con el subdesarrollo, la exclusión y la marginación.

Procurar un trabajo equitativo a cada ser humano en edad de trabajar, lejos de ser una utopía, constituye una auténtica posibilidad, si somos capaces de convertir las oportunidades que nos ofrece la globalización en ventajas reales para todos.

España se reafirma en el contenido del párrafo 47 del Documento Final de la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en 2005 durante el 60º Periodo de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Dicho Documento, que España suscribió, apuesta por una globalización justa y decide que los objetivos del empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, en particular para las mujeres y los jóvenes, "serán una meta fundamental de nuestras políticas nacionales e internacionales y de nuestras estrategias nacionales de desarrollo, incluidas las estrategias de reducción de la pobreza, como parte de nuestro esfuerzo por alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio".

Como señaló el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Koffi Annan, "el mejor programa de la lucha contra la pobreza es el empleo. Y el mejor camino para lograr la emancipación económica y el bienestar social es el trabajo decente".

Las transformaciones que experimenta el mundo del trabajo en la actualidad se están debatiendo por ustedes, Señoras y Señores Delegados, en los Consejos de Administración y en esta importante Conferencia Internacional de la O.I.T.

Su composición tripartita otorga a la Organización su especial distintivo y constituye, asimismo, la mejor punta de lanza, un instrumento extremadamente útil para hacer frente a estos desafíos.

Consenso, diálogo social y trabajo decente son las mejores marcas de esta casa en orden a conseguir la justicia social en el mundo que, como meta esencial, se fijó su Constitución de 1919.

Esta convicción lleva a España a compartir el programa de la O.I.T., que pretende reforzar la estructura tripartita, potenciando las capacidades de los tres: sindicatos, organizaciones de empleadores y Gobiernos.

Señor Presidente,

La misma prioridad que la O.I.T. concede al empleo, debidamente regulado por las Normas Internacionales del Trabajo que ustedes aprueban, le lleva a volcar su atención sobre el último tramo de la vida humana, que abarca la vejez y el retiro.

Las Normas de Seguridad Social de la O.I.T. también se dirigen a proteger y dotar de la mejor calidad de vida a ese periodo.

Mientras asistimos al aumento progresivo de la esperanza de vida, crece el número de personas dependientes en sus últimos años. Queremos aportar a nuestros mayores la debida protección social, así como el oportuno amparo de sus derechos.

Por ello, la nueva Ley de Promoción de la Autonomía Personal, aprobada por el Parlamento español, que contempla la Tercera Edad y la disminución física o psíquica, persigue garantizar la autonomía personal a más de un millón de españoles en situación de dependencia.

Señor Presidente,

La Conferencia Internacional del Trabajo es un ámbito idóneo para intercambiar las experiencias nacionales e ir asumiendo las que cabe ofrecer y trasladar a otras sociedades, con el fin de que el progreso social alcance a todos.

Los particulares lazos históricos, políticos, socioeconómicos, culturales y afectivos que unen a España con los países latinoamericanos, nos permiten compartir este tipo de experiencias y esfuerzos con ellos, como miembros de nuestra Comunidad Iberoamericana de Naciones.

Se trata de que los acuerdos en el orden laboral y social que conseguimos alcanzar cada año en las Cumbres Iberoamericanas, puedan incardinarse debidamente en otros ámbitos internacionales multilaterales, como el de la Conferencia Internacional del Trabajo.

Muchas propuestas que estamos impulsando en el seno de la Conferencia Iberoamericana, pueden trasladarse a otras regiones del mundo. Por ejemplo, la iniciativa dirigida a conseguir el reconocimiento mutuo de prestaciones de la Seguridad Social en los países del espacio iberoamericano, en función de las cotizaciones aportadas por el trabajo realizado en cualquiera de ellos.

Por otro lado, Señoras y Señores, los países del Magreb y todos los que forman parte de África, son también objeto de particular atención para España.

El llamado Plan África de España para 2006-2008 señala que ?el siglo XXI ha abierto para África una etapa de progresiva consolidación democrática y una vía de solución para conflictos que hunden sus raíces en las décadas pasadas?.

La reciente Decimoprimera Reunión Regional Africana de la O.I.T.,celebrada en Addis Abeba, ha revelado preocupaciones, pero también soluciones, como las aportadas en el Programa Step sobre Estrategia contra la Exclusión Social y la Pobreza. En este contexto, nadie debería quedar marginado de las oportunidades y beneficios que ofrece nuestro entorno internacional.

Creo que la experiencia vivida en Asia, con su pujanza, y en especial la de los países emergentes nos demuestra que las iniciativas empresariales, acompañadas por la suficiente cualificación de los recursos humanos y por las políticas adecuadas, logran vencer resistencias, incluso las derivadas de condiciones geográficas y naturales adversas.

Señor Presidente,

Con las referencias en mi intervención a algunos de los problemas que hoy padece el mundo, asociados al desempleo, la pobreza o la marginalidad, he pretendido subrayar lo mucho que la puesta en común de nuestros esfuerzos puede contribuir a su solución. No les va a faltar en este empeño el apoyo de España, que hoy aquí represento.

Tengan la completa seguridad de que sólo con nuestra acción sostenida podremos hacer desaparecer los restos de trabajo infantil y de trabajo forzoso que persisten, con lo que saldrá beneficiada la Humanidad, y de que con el compromiso de todos a favor del trabajo decente haremos nuestra mejor contribución para erradicar la pobreza y defender la dignidad humana.

En este marco, el crecimiento económico alcanza su plenitud, cuando avanza indisolublemente unido al bienestar social, guiado por el principio de solidaridad y estimulado por el diálogo social.

Concluyo ya, señor Presidente,

Les animo a seguir estrechando los lazos de cooperación que mantenemos desde que se fundara la O.I.T., para impulsar el progreso económico y social de todos los pueblos, que bien merece nuestro esfuerzo.

Mi gratitud y mi reconocimiento al esfuerzo, a la iniciativa y a los logros que la Organización Internacional del Trabajo y, en particular, esta Conferencia Internacional, han sabido desarrollar desde su origen en favor de los hombres y mujeres para aportarles un futuro más justo y solidario.

Les reitero mi gratitud por la atención que me han prestado, así como por la invitación del Señor Director General que me ha permitido dirigirme a todos ustedes, Señoras y Señores, en esta Conferencia Internacional del Trabajo.

Muchas gracias.

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